“Cada guerra es una destrucción del espíritu humano.”
(Henry Miller)
La victoria del sionismo, financiado por la banca Rothschild, en la segunda guerra mundial, cambió el diccionario; antisemita es ahora todo aquello que se oponga al estado sionista/racista autonombrado Israel. Un invento sionista en connivencia con la jerarquía nazi que trasladó bajo su bandera a los primeros jazaros que ocuparon la tierra Palestina.
Como lo demuestra el gran historiador judío Shlomo Sand, la existencia de un “pueblo judío” es un invento, concebido en las cloacas sionistas/evangélicas/fascistas del siglo XIX, muy lejos del supuesto origen histórico bíblico de un pueblo que jamás existió.
Antes, en su libro La invención de la tierra de Israel, el gran historiador y auténtico judío, desmonta las antiguas leyendas que envuelven Tierra Santa y los mitos que la asfixian y concluye que la “tierra de Israel fue formulada por cierto protestantismo evangélico del siglo XIX en contubernio con el sionismo para hacer posible la colonización de oriente medio y la creación del Estado de 
Israel. La contradicción entre las leyes divinas y la fundación de un Estado es tan grave que la ocupación jázara de Palestina es una amenaza para la existencia de los auténticos judíos y del judaísmo y la cultura hebrea.
El sionismo, que es una ideología y una estructura internacional que gobierna la Angloesfera Reino Unido, Estados Unidos, Canadá, Australia y Nueva Zelanda, y tiene bastiones en América Latina, Asia y África; usurpó la victimización del holocausto bajo el principio de: “toda contradicción es antisemita”, ocultándole al mundo que en dicho holocausto murieron millones de judíos, pero ningún israelí.
Ahora ante la barbarie, el sionismo estadounidense se lo juega todo con su “solución final”, sabían que se generarían protestas, pero no contaban con la intensidad y dimensión del neo/rebelión estudiantil, que se extiende por el mundo y que como en los sesentas y setentas del siglo XX, está cimbrando las conciencias.
La respuesta sionista es acorde con la “solución final”; el congreso de Estados Unidos aprobó una ley que extiende la significación que el término antisemita ampara y que ahora incluye a todas las personas que se opongan a la barbarie genocida del polaco Netanyahu, que por cierto no es SEMITA.
Para el régimen sionista de Estados Unidos ser antisionista es ser antisemita, como si no hubiese cientos de miles de judíos, auténticos semitas que se oponen a la existencia de un “estado judío”, son contrarios al sionismo y saben que la existencia de una patria, de un estado “judío” va en contra de las enseñanzas de su religión.
¿y los judíos que no profesan la religión, ni son ciudadanos israelís, también son antisemitas? Y a todos los que nos indigna la barbarie cometida en Palestina ¿somos antisemitas?
Bajo las nuevas leyes, ser antisemita implica una pena en prisión, lo que equivale a que si críticas al bárbaro Netanyahu eres antisemita e iras a la cárcel. Ni duda cabe que estamos ya entrando a una ideología, una economía y una legislación de guerra.
En un Estado así no hay derecho que valga, ya lo dijo Biden para justificar la represión contra la rebelión estudiantil: “somos un país de derechos, pero también somos un país de leyes”
¡El hombre que dijo tal frase, es la única opción para que Trump no vuelva a la casa Blanca!
Es sin duda el mundo en vilo, el borde del precipicio.
