Hay en lo profundo de nuestras almas algo
a modo de un oráculo secreto que nos da
el sentimiento de lo futuro.
Cicerón
Faltan 35 días para que México viva la elección más amplia de su historia, porque se elegirán miles de cargos políticos, comenzando por la presidencia de la República, 9 gubernaturas, todo el Congreso de la Unión. Y miles de Ayuntamientos y Alcaldías, se nos viene la tormenta de la democracia.
Nadie en toda la República tiene dudas de que por primera vez habrá una Presidente de México, que será una mujer quién tomé las riendas del Estado Mexicano los próximos 6 años y la aplastante mayoría de la República piensa, cree o sabe que esa primera mujer presidente de México será Claudia Sheinbaum.
La contrincante Xóchilt Gálvez, se ha visto incapaz de dar una batalla efectiva y se ha ido desvaneciendo en sus propias contradicciones e incongruencias; más allá de su incapacidad para desarrollar auténticas propuestas, la eclipsa algo que no puede domeñar pues pertenece al terreno del inconsciente; su atroz complejo de inferioridad.
Mientras a la candidata del PRIAN se le atora el discurso sin el telepronter, la morenista hace gala de reciedumbre moral e intelectual y un discurso elaborado durante treinta años, tiene un auténtico plan.
Resulta dramático y por lo tanto conmovedor ver como Xóchitl Gálvez, la candidata del PRIAN, ha perdido su aliento inicial hasta sofocarse, constatar que el colorido y la estridencia han ido bajando el tono hasta desdibujarse y las groserías van perdiendo notoriedad y bullicio y ahora se le atragantan; la candidata ha ido extraviando hasta el huipil con el que solía travestirse, se extravió el huipil y el personaje fenece y se empequeñece cada día más; resulta escalofriante ver a alguien “caer por su propio peso”.
Xóchilt es parte de la picaresca política derechosa que lleva la balandronada a nivel de práctica política, Vicente Fox redivivo, pero 24 años después. Representa de manera exacta y perfecta la política que se quedó en el siglo XX y no ha querido trascender al sigo XXI, que se sintetiza en una sola palabra compuesta, con tanto significado: PRIAN.
Algo ha cambiado en México en los últimos 24 años, a partir de la alternancia panista que llevó a la presidencia al disparatado Vicente Fox. Aquello fue posible en un México ansioso por sacudirse del PRI, que entronizó a Fox para mantenerse en el poder; en esos 24 años se gestó un movimiento que pretende la transformación del país a partir de la reivindicación de su soberanía y su independencia política y económica.
En esta encrucijada podría verse si México vive una Revolución de las Conciencias.
La pregunta central para las próximas elecciones mexicanas, no es quién ganará la presidencia de la República, eso está resuelto desde hace tiempo, la interrogante que nos ocupa es ¿ganará MORENA la mayoría absoluta en el congreso? ¿logrará el plan C? es decir no está en disputa el resultado sino el marcador.
La derecha electoral mexicana representada por el PRIAN y un apéndice con el mote de PRD no tiene más opción que invocar a un “cisne negro”, acontecimiento inesperado que transforma de golpe una realidad. Para lo cual trabaja sin cesar, en la desesperación, su arma favorita ha sido el terror y es capaz de crear el caos con tal de aferrarse a sus privilegios.
La encrucijada mexicana va cobrando cada vez más relevancia en el concierto de la geopolítica mundial, el asalto a nuestra embajada en Ecuador es un ataque de la derecha internacional contra el régimen de la 4T; por sus recursos naturales y su vecindad con Estados Unidos, México es estratégico en ese concierto, por ello la derecha prianista ha convocado más de una vez el apoyo de las derechas internacionales, comenzando por Estados Unidos y España.
La derecha en su desesperación es capaz de cualquier cosa.
