40 años después, la OMS reconoce al Aspartamo como «posible cancerígeno»; ¿Qué implicaciones tiene?

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Hace unos días, un conjunto de oficinas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) emitieron una nueva clasificación del aspartamo, uno de los edulcorantes más populares del mundo, donde se le reconoce por primera vez de forma oficial como un posible cancerígeno, lo que ha generado múltiples reacciones a nivel global; aquí hacemos un resumen acerca de la importancia que tiene este anuncio, y sus principales consecuencias.

Aspartamo, más de 4 décadas «endulzando» el mundo

El aspartamo, fue descubierto por casualidad en 1965, y tiene la cualidad de poseer casi unas 200 veces más dulce que el azúcar, por lo cual se requiere una cantidad mucho menor (en peso y calorías) para producir un dulzor equivalente al producido por otros endulzantes como la azúcar de caña.

En la década de los 80s, Monsanto compró la patente y comenzó a comercializarlo como edulcorante, a través de la marca Nutra Sweet.

Cabe señalar que incluso desde 1984, se concluyeron estudios que alertaban de las posibles propiedades oncogénicas de esta sustancia, por lo cual ha sido controvertido su uso desde hace décadas, no obstante que las fuertes presiones de lobbys de la industria alimenticia, habían evitado, al menos hasta 2023, algún tipo de sanción u advertencia de parte de las instancias «oficiales» que velan por la salud a nivel global.

Entre 2005 y 2010 también en Italia se hicieron estudios en ratones que demostraron la relación entre el aspartamo y el cáncer, pero igual fueron desestimados por instancias de salud, que cuestionaron la metodología para llegar a estas conclusiones, pero sin investigarlas tampoco a profundidad.

Hoy en día el aspartamo se usa en una extensa variedad de marcas y productos; desde chicles, yogurts, golosinas, mermeladas, gelatinas y refrescos, incluidas algunas de las marcas más famosas, como Coca Cola Zero y Coca Cola Light.

De hecho, una gran cantidad de productos «light», usan el aspartame como edulcorante principal al día de hoy.

Según un estudio de Technavio, donde se calculaba a los edulcorantes artificiales con un valor de mercado de 2.84 mil millones de dólares a 2021, el Aspartano sería el segundo endulzante más utilizado a nivel global, abarcando casi 1 de cada 5 productos que emplean esta clase de sustancias.

Qué fue lo que dijo la OMS sobre el Aspartamo

Fue el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (CIIC), quien encabezó las investigaciones para generar una nueva clasificación del Aspartamo, tras el análisis de 25 expertos de 12 países, quienes evaluaron diversos estudios científicos que se han hecho a nivel global, para validar la posible relación entre el consumo de aspartamo y la incidencia de cáncer.

Después que se validaran tres importantes y amplios estudios científicos, donde se demostraba una notable incidencia de cáncer en personas que consumen de forma habitual esta clase de sustancias, es que la organización, en conjunto con el Comité Mixto FAO/OMS de Expertos en Aditivos Alimentarios (JECFA), emitieron una nueva reclasificación de esta sustancia.

A través de un comunicado de prensa conjunto, publicado desde la sede de la OMS en Ginebra, Suiza, confirmaron que el Aspartame pasará ahora a clasificarse como «posiblemente carcinógeno para los seres humanos (Grupo 2B)».

«El CIIC clasificó el aspartamo como posiblemente carcinógeno para los seres humanos (Grupo 2B) a partir de evidencia limitada para el cáncer en los seres humanos (en concreto, para el carcinoma hepatocelular, un tipo de cáncer de hígado). También se observó evidencia limitada para el cáncer en animales de experimentación y evidencia limitada relacionada con los posibles mecanismos que provocan cáncer».

Cabe señalar que hay cuatro clasificaciones principales de la OMS respecto a las sustancias cancerígenas:

Nivel 3: Sustancias de las que aún no hay evidencia sustancial de que produzcan cáncer; ejemplo, el café, el paracetamol, etc.

Nivel 2B: Sustancias que «posiblemente causan cáncer»; aquí se incluye el plomo, los gases de escape del motor, y a partir de esta semana, el aspartano. Se trata de sustancias de las que se tienen sospechas cancerígenas, aunque esta aún se considera «limitada», por lo cual se estima que faltan mayores investigaciones para una concepción más concluyente.

Nivel 2A: Sustancias que «probablemente causan cáncer». Acerca de este tipo de componentes, ya hay evidencia más clara acerca de su relación con el cáncer; por ejemplo, el DDT o las emisiones al freír.

Nivel 1: Sustancias que ha quedado demostrada su relación con el cáncer; por ejemplo, los cigarros o la radiación.

Reclasificación del aspartano genera polémica

Como todo anuncio de la OMS que contraviene los intereses de la millonaria industria alimentaria, este anuncio generó reacciones y críticas, incluso desde antes de que fuera publicado.

Rápidamente otras agencias públicas «de salud», salieron a intentar desestimar las conclusiones, refiriendo que existen también otros estudios «científicos», que no encontraron relación entre el aspartame y el cáncer, o bien, que se requieren cantidades de consumo demasiado grandes para poder preocuparse al respecto.

Por ejemplo, la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés), la misma que promueve vacunas experimentales en los niños, a pesar de que dependencias de salud de otros países lo rechazan, se pronunció al respecto, señalando que “no está de acuerdo con la conclusión del CIIC de que estos estudios respaldan la clasificación del aspartamo como un posible carcinógeno para los humanos”.

Aunque la FDA se negó a ser entrevistada al respecto por medios como el NYT, emitieron un comunicado afirmando que la evidencia de cáncer en humanos “no es convincente”.

En el mismo sentido se pronunció también la Asociación Estadounidense de Bebidas, donde, sin citar estudios en concreto, se animaron a insistir que «el aspartamo es seguro» y «no hay razón suficiente para modificar la ingesta diaria aceptable previamente establecida».

Pero qué fue lo que alertó a los científicos sobre el Aspartame

Diversos representantes de cámaras de la industria edulcorante, también salieron a rechazar el anuncio de la OMS, afirmando que para que una persona se preocupe por el cáncer, tendría que consumir más de una decena de latas de refreso al día, o bien, que se trata solo de «3 estudios», entre un universo de cientos más; sin embargo, estas afirmaciones resultan también cuestionables.

Pues si bien, el anuncio de la CIIC, sí se basa en 3 estudios, no se trata de investigaciones cualquiera, sino que se trata de algunos de los estudios más extensos y rigurosos que se han hecho al respecto.

Estudio 1.

Es un estudio de investigadores de la OMS, quienes monitorearon por 11 años a medio millón de europeos.

Según las conclusiones de este estudio, por cada refresco dietético a la semana, se incrementaba un 6% el riesgo de cáncer de hígado. Cabe señalar que este tipo de cáncer, es el más persistente en los estudios sobre el aspartamo, aunque también se investigan otros más en las vías biliares.

Estudio 2.

Fue elaborado por investigadores de la Universidad de Harvard, el Instituto Nacional del Cáncer y la Universidad de Boston, y concluyeron que en las personas que declararon consumir dos o más refrescos de dieta al día, crecía la incidencia de cáncer, y particularmente en términos más graves, en la población que reconocía padecer diabetes.

Estudio 3

Esta investigación, encabezada por la Sociedad Estadounidense del Cáncer, concluyó un 44% de mayor riesgo de cáncer de hígado, entre los hombres -no fumadores- que reconocieron tomar dos o más bebidas con edulcorantes artificiales al día; aunque igual detectaron un aumento de incidencia en otros sectores de la población.

William Dahut, el director de esta organización de investigadores, también hizo un llamado a reconsiderar el consumo de esta clase de endulzantes, no solo por el hecho de que existe una posible relación con el cáncer, sino que también los mismos informes de la OMS, como uno emitido a principios de este año, refieren que esta clase de productos «no ayudan a bajar de peso», ni a proteger contra otras afecciones crónicas, que son el supuesto por el cual se promueve en algunos ámbitos su consumo.

Es decir, no existe evidencia de que el aspartamo y los productos «light», realmente produzcan un beneficio en aquellas personas preocupadas por su peso o masa corporal, y considerando que cada vez existe más evidencia de que podría ser un componente cancerígeno, se pone bajo un importante cuestionamiento que se siga utilizando en el mercado; aunque claro, la industria de los edulcorantes difícilmente permitirá dejar ir los billonarios ingresos que su consumo produce.


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