Entre los mayores ganadores de la Copa del Mundo recién disputada, se encuentra en definitiva Qatar, un país que desde hace mucho tiempo se dio cuenta del poder que es capaz de obtener con el fútbol, y quien ha cerrado de forma exitosa su más grande y ambiciosa inversión; siendo 4 sus victorias principales:
La victoria cultural
Qatar, o más bien, la dinastía de los Al Thani que reina en el país, se salió con la suya, y a pesar de los intentos de hacer un cuestionamiento y críticas a sus valores culturales, los emires lograron imponerse, ratificando así una multiculturalidad que viene además a desafiar algunos de los más arraigados preceptos occidentales.
Cuando se supo que el mundial se jugaría en un país donde se aplica la Sharia, no solo quedó claro que el consumo de alcohol podría ser un problema, sino que también agrupaciones occidentales de derechos humanos, comenzaron a criticar ampliamente cuestiones como la falta de garantías para la población LGBT.
Algunos llamaron al boicot, otros, incluidos jugadores, incluso amagaron con usar los colores de la «diversidad» o demás acciones de cuestionamiento a las creencias del país anfitrión, o a las víctimas de la construcción de los estadios.
Finalmente todo intento de boicot le hizo apenas y cosquillas a Qatar, y todas las amenazas que hicieron jugadores, afirmando que realizarían acciones políticas, fueron desistidas en el campo y su territorio.
Incluso los países que parecían más insistentes con esto, como Alemania y su capitán Neuer, se tuvieron que regresar a casa apenas terminada la fase de grupos, fracasando en lo deportivo y también en sus aspiraciones de reivindicar principios occidentales.
Desde luego, esto solo pudo ser posible, con la complicidad de la FIFA, una conjunción y alianza cuyos términos finalmente se respetaron casi en su totalidad, logrando así imponer la ley y las disposiciones que tenía el gobierno anfitrión, buscando ratificar también el derecho de su cultura a prevalecer, logrando hacerse valer de forma tajante.
Incluso, se atrevieron a cambiar horas antes las disposiciones para hacer más rigurosa su cosmovisión, cancelando la venta abierta de cerveza con alcohol en los estadios y alrededores, sin importar el lío legal con una de las cerveceras más poderosas del planeta, y se las arreglaron también para que Messi vistiera su emblemática túnica negra en el momento más glorioso de su carrera futbolística.
La victoria militar
Qatar, también logró superar uno de los temores y amenazas más grandes que se tenían: el fantasma terrorista.
Estando inmersos en medio oriente, y a pesar de las amenazas de ramificaciones de Al Qaeda, el sistema de seguridad qatarí, en coordinación con las agencias internacionales más sofisticadas de seguridad, logró garantizar de forma exitosa la realización de una Copa del Mundo, sin ningún incidente de consideración, a pesar de estar incluso a escasos kilómetros de donde están asentadas con amplia libertad agrupaciones yihadistas, como las que mantienen ocupada una fracción de Siria, con la ayuda de gobiernos como el de Turquía y los Estados Unidos.
Qatar, logró realizar una Copa del mundo no solo con incidentes mínimos de seguridad nacional, sino que incluso en la resolución de los más elementales conflictos civiles cotidianos de un mundial, pudo sortear el torneo sin mayores problemas ni escandalosas «violaciones a los DDHH», como auguraban múltiples organismos y activistas, principalmente de la visión occidental.
La victoria política
No obstante que el triunfo más grande de Qatar con esta copa, radica en el ámbito geopolítico, que fue desde el inicio el móvil que los llevó a realizar un Mundial.
Pocos países hoy en día, están dispuestos a realizar la multimillonaria inversión que se requiere para generar un evento de esta naturaleza, más aún partiendo casi de cero, no obstante que a Qatar no le preocupaba demasiado la derrama económica, la venta de boletos o las cuentas finales del torneo, para el emir Tamim bin Hamad Al Thani y compañía, estaba claro desde el inicio que la inversión se hacía con objetivos políticos.
Desde hace años, en Qatar aprendieron que invertir en fútbol, es solo un pequeño gasto, en comparación con lo que implicaría adquirir tal poder por otras vías; por ejemplo, la militar.
Mientras que otras oligarquías de oriente medio, han tenido que gastar cifras exorbitantes de dinero, para poder armarse, y así fortificar su defensa y su posición política, Qatar desde hace años se dio cuenta muy bien que a través del deporte es mucho más económico.
Con presencia política en el panorama global, no solo evitan el destino de otras monarquías, ejemplo Kuwuait, que han llegado a ser vulneradas por la vía militar, además, se dieron cuenta también que es una muy valiosa moneda de cambio, al momento de las negociaciones políticas y económicas internacionales.
No es casual que desde hace años la monarquía qatarí haya conformado importantes conglomerados de inversión, como Qatar Sports Investments, dueña de ligas, marcas de ropa y clubes como el PSG, donde con la mano en la cintura son capaces de comprar a los jugadores más caros del mundo.
El poder político del fútbol es una carta que ya han utilizado antes, tal y como han documentado periodistas de investigación de mafias en el deporte como Declan Hill; quien rememora casos como el sucedido en 2017, cuando qatarís pagaron 220 millones de dólares para llevar a Neymar al PSG, consiguiendo que personalmente el presidente de Francia, Macron, a los pocos días tomara un vuelo a Arabia Saudita, para negociar el fin de un bloqueo que acababa de imponer la monarquía saudí sobre Qatar.
Catar entendió todo, resolvió conflictos, se ahorró guerras haciendo una fiesta.
El poder del fútbol@declan_hill pic.twitter.com/aZMY04OwmM
— Jesús Alfredo Santiago Paredes (@jesusalfredoSP) November 19, 2022
Desde hace años, Qatar ha utilizado el fútbol para ganar influencia política, conformándose en uno de los estados que hoy en día goza de mayor poder y jerarquía en oriente medio, a pesar de no contar con una flota armada tan imponente como otros países vecinos. A fin de cuentas, hasta Mbappé vale solo una fracción de lo que cuesta un jet militar o una moderna planta de gas licuado, como las que han negociado con nuevos socios comerciales.
La victoria histórica
Además, la Copa del Mundo resultó en lo futbolístico tan espectacular y memorable, que los beneficios a largo plazo también podrán generar dividendos económicos importantes desde el aspecto meramente deportivo.
La consagración de Messi, así como el espectacular duelo con Mbappé, ambos estrellas del PSG de propiedad qatarí, los eleva a un mayor nivel de leyenda en lo futbolístico, lo que permitirá que por tiempo inmemorial, se hable de lo que se vivió en Lusail y en esta copa del mundo, generando también de forma inmediata un impulso notable a algunos de sus activos financieros más importantes.
Cierto es, que hay críticas, e incluso señalamientos de corrupción, no obstante esto, aunque será la nueva batalla, difícilmente será un problema mayor, pues ni para Qatar, mucho menos para la FIFA, los escándalos o la corrupción han sido alguna vez una limitante. El mismo Infantino reconoció tiempo atrás, que la FIFA vive prácticamente rodeada de escándalos de corrupción, no obstante que mientras el ruido del espectáculo siga siendo mayor, estos son solo traspiés superables, que no impiden ni trastocan las decisiones e intereses, y que además tampoco harán nada por evitar que continúe sucediendo. A pesar de algunos costos políticos mínimos, el mismo Infantino ya se vislumbra de hecho para un nuevo periodo, mientras que la dinastía reinante en Qatar se erige más poderosa que nunca.
A fin de cuentas, lo importante para la mayoría del mundo es que Argentina y Messi tienen su copa, mientras que las redes de poder seguirán siendo los verdaderos ganadores del negocio del fútbol.