Es la hora de los hornos
y no se ha de ver más que la luz.
JOSÉ MARTÍ
El 28 de agosto de 1789, en la asamblea Constituyente de Francia surgió un debate central ¿cuánto poder debía tener el Rey?; en torno a esa pregunta se formaron dos bandos que procedieron a sentarse en lados diferentes, los que querían una monarquía constitucionalista se sentaron a la derecha y los que querían abolir la monarquía se sentaron a la izquierda, todos sabemos el desenlace de aquella dicotomía histórica.
Desde entonces la derecha e izquierda son las denominaciones simples que abarcan un espectro amplio de la lucha política; la derecha está formada por conservadores, reaccionarios, fascistas, sionistas, fundamentalistas de todo tipo, clasistas, racistas y en tiempos modernos “globalistas”. La izquierda también cubre un amplio espectro, progresistas, demócratas, socialistas, comunistas, anarquistas, reformistas, humanistas y en el siglo XXI “soberanistas”.
Hasta antes de la Revolución francesa no había un pensamiento de derecha plenamente elaborado, pues los conservadores no tenían necesidad de ello, se daba por sobre entendido que los privilegios de unos pocos y la miseria de las mayorías era un derecho divino, la monarquía era por lo tanto el orden natural.
Con las consecuencias de la Revolución francesa la derecha reelaboró su pensamiento con el fin de contrarrestar esas consecuencias, así surgió la primera oleada del pensamiento derechista, la cual se manifestó como una reacción frente a la Revolución Francesa que traía las ideas del iluminismo del siglo XVIII; desde entonces la “derecha” ha mantenido un sueño: el “pensamiento único”, la persistencia de una sociedad de privilegios, la división de la sociedad en clases, el rechazo a todo pensamiento igualitario.
El pensamiento conservador enarbola generalmente “valores” como disciplina férrea, religión, moral y por sobre todas las cosas: obediencia; la libertad que prioriza por sobre todas es la libertad económica que en tiempos del neoliberalismo se convirtió en sobre explotación, neocolonialismo y despojo.
En sus raíces fundamentales el pensamiento conservador atenta contra la naturaleza humana, es misógino y anti feminista, odia la diversidad sexual y reprime a la moral libertaria. Atenta contra la condición humana, pero tiene armas de defensa:la hipocresía y la doble moral.
Los contingentes de la derecha mexicana que marcharon el domingo en contra de los deseos mayoritarios del pueblo de México, en su mayoría desconocen por completo de que trata la Reforma Electoral enviada por el ejecutivo al Congreso, desconocen también por completo la forma en que opera el INE y cuál es el costo de la “democracia” en México, es decir acudieron a una marcha de la que desconocen absolutamente que es lo que defienden o que es lo que atacan, su enfoque se da simplemente en la figura “odiosa” del presidente que representa lo que más detestan: al pueblo de México.
En realidad, lo que los une es su pensamiento inoculado desde las cloacas de los chayoteros medios de comunicación en México; creen en una sociedad de clases, de privilegiados, en un orden divino que determina a pobres y ricos, son profundamente antimexicanos y usan terminología despectiva que revela su racismo. Nacos, indios, chairos, perdedores, jodidos, coinciden en llamar así a las mayorías del pueblo de México.
Por primera vez esa derecha, logró aglutinar a sus huestes, dormidas y vapuleadas por la cuarta transformación de México. Qué bueno que han salido pues se ha mostrado el ascenso irrefrenable de la lucha de clases, la disyuntiva política de México y también del mundo está quedando plenamente definida: o persiste el sistema de privilegios que ha llevado al mundo a la catástrofe o hacemos una transformación salvadora. En México ese dilema se vive al rojo vivo.
Los conciertos y reuniones neonazis, con invitados como Steve Banon, comandante del asalto al Capitolio o los dirigentes de VOX, nos muestran que la derecha está velando las armas.
La clave soberanista en México está en mantener la unidad a toda costa en torno a la 4T y profundizar en la transformación y desaparición del viejo régimen.
La Revolución de las Conciencies significa confrontar al pensamiento único con la libertad de pensamiento, por esa razón la izquierda suele fragmentarse y dividirse en múltiples tendencias, el pensamiento izquierdista cuestiona, mientras el pensamiento derechista, obedece.
La discusión sobre la reforma electoral puede resumirse así: ¿Delegamos la soberanía en un grupo de “notables”? o ¿seguimos el mandato constitucional y delegamos la soberanía en el pueblo?
