El huracán Otis pasará a la historia, por haber sido uno de los más poderosos ciclones jamás registrados, y que seguramente será estudiado por mucho tiempo, pues también exhibió la fragilidad y falta de fiabilidad de los sistemas de anticipación de huracanes convencionales.
El huracán Otis, según las estimaciones preliminares registradas, hizo impacto cerca de las costas de Acapulco, con vientos sostenidos de 270 km/h, lo cual representa un nuevo récord en la historia de los huracanes del Oceáno Pacífico; además de que se alcanzaron rachas de viento superiores a los 315 km/h.
El impacto en tierra más fuerte que se tenía registrado de parte de un huracán en este lado del continente, había sido el huracán Patricia, que en 2015 pegó en Jalisco con vientos sostenidos de 240 km/h; es decir, Otis alcanzó 30 km/h más de velocidad, que el huracán más poderoso del que se tenía registro en tierra con anterioridad.
Antes de Patricia, Madeline que impactó Michoacán y Guerrero en 1976; e Iniki que impactó Hawaii en 1992, habían alcanzado vientos de 230 km/h, siendo estos los antecedentes más peligrosos que se tenían antes de Patricia.
Otis, también alcanzó uno de los más altos niveles de presión atmosférica de los que se tenga registro; llegando a medirse 923 hPA, únicamente dos hPA menos que Willa, el huracán del 2018 que mantiene este récord, y que causó enormes estragos en los estados de Sinaloa y Nayarit.
Otra cuestión que llama la atención de Otis, fue la velocidad con la cual se intensificó, así como el hecho de que casi ningún sistema de predicción de rutas de huracanes, anticipaba el crecimiento exorbitante que registró.
Esta intensificación explosiva, no es un fenómeno nuevo, se ha presentado con anterioridad, en casos como el Huracán María, que causó miles de fatalidades en Puerto Rico en 2017 alcanzando la categoría 5, y el huracán Harvey, que alcanzó la categoría 4 y generó un impacto devastador en Texas y Lousiana el mismo año.
No obstante Otis, sería también una de las intensificaciones más rápidas de las que se tenga registro, para un huracán que hace impacto en la costa del Pacífico; sin embargo, a nivel global no sería el mayor, pues se tienen al menos 4 que crecieron con mayor rapidez en un lapso de 24 horas en la última década.
The 24-hour rapid intensification of #Otis is in rare air.
Otis (2023; EP): 95 kts — Prelim
Ambali (2020: SI): 100 kts
Hagibis (2019; WP): 100 kts
Ernie (2017; SI): 95 kts
Patricia (2015; EP): 105 kts
Wilma (2005; NA): 95 kts
Karen (1962; WP): 100 kts
Vera (1959; WP): 105 kts pic.twitter.com/rJ080Uc7Sj— Steve Bowen (@SteveBowenWx) October 25, 2023
Uno de los factores que habría provocado que fallaran las previsiones, según señalan especialistas en meteorología, es el hecho de que solo se realizó un vuelo de reconocimiento de parte un avión cazahuracanes (del National Hurricane Center de la Fuerza Aérea de los EEUU); pues a la fecha, en México, las fuerzas armadas no se han tomado la molestia en considerar este tipo de tecnologías, para poder anticiparse y evaluar con mayor precisión esta clase de fenómenos meteorológicos.
Uno de los problemas más graves con Otis, es que no solo creció con gran rapidez y que alcanzó una inuscitada fuerza, sino que además impactó con gran fuerza en un área densamente poblada, con una población de más de un millón de habitantes, como lo es la ciudad de Acapulco y su zona conurbada.
Uno de los pocos antecedentes de los que se tenía de este tipo, fue el huracán Andrew, que impactó el sur de la Florida, generando también consecuencias devastadoras.
Hasta el momento, cuando se han cumplido casi 20 horas del paso del meteoro por Guerrero, gran parte de Acapulco y la costa del estado, permanece sin energía eléctrica, con fallas en los sistemas de comunicación móvil, sin internet, y con enormes afectaciones a la infraestructura.
La situación es tan precaria, que el gobierno de Guerrero, encabezado por Evelyn Salgado Pineda, ha sido incapaz de presentar un balance de heridos o muertos por la catástrofe.
Será una calamidad que causará afectaciones por años al puerto e incuantificables daños; pero que quizá se pudo prevenir mejor, si existiera una mayor cultura de protección civil, así como mecanismos más avanzados para la predicción de huracanes.
