Secretario de Educación no usa cubrebocas, pero obligan a niños a utilizarlos, sin informar ni debatir los daños que generan

Comparte:

Este lunes más de 3 millones de niños de educación básica regresaron a clases en el Estado de México, y aunque desde hace meses, la Secretaría de Educación estatal, señaló que estaba «estudiando» la posibilidad de remover la recomendación del uso de cubrebocas en escuelas, hasta la fecha no han actualizado sus indicaciones oficiales, lo que ha generado que millones de niños tengan que permanecer embozados, a pesar de que esta medida ya no se practica en la mayor parte del mundo desarrollado, debido a los niveles de inmunidad actual, y también al hecho que se han documentado múltiples daños y efectos negativos.

Cubrebocas, el debate

Hasta el día de hoy, persiste un debate a nivel global, acerca de la pertinencia de utilizar, o no, cubrebocas, en diversos ámbitos de la vida cotidiana, incluyendo la actividad escolar. Es importante reconocer que se trata de una discusión abierta que se tiene a nivel global en el ámbito científico, y aunque México, es un país fuertemente influenciado por las políticas de salud estadounidenses, y por influencers patrocinados por farmacéuticas, en realidad, la mayor parte del mundo ha tomado una decisión contundente, basada en la ciencia, incluso desde hace años.

De hecho, desde inicios del 2022, la gran mayoría de los países desarrollados, es decir, de los que tienen las instancias de salud más avanzadas, con base en la evidencia científica que se tenía entonces, habían decretado levantar toda recomendación de seguir utilizando cubrebocas en las escuelas.

Tal es el caso de países como Dinamarca, Alemania, Suiza, Países Bajos, Suecia, Australia, Noruega, Polonia, Irlanda, Finlandia, Islandia, Hungría, España, etc, quienes, debido a la escasa evidencia de que los cubrebocas representan en verdad una protección ante el Covid-19, y los múltiples indicios de afectaciones al desarrollo de los niños, no solo dejaron de recomendarlos, sino que muchos de ellos fueron explícitos en señalar que eran contraproducentes.

Los niños, en esta edad, dependen en gran medida de una buena oxigenación para su crecimiento y desarrollo, y el CO2, y las bacterías persistentes en los tejidos de los cubrebocas comunes, han generado múltiples afectaciones físicas, sin abundar también en los traumas psicológicos y retrasos congnitivos que se han venido documentando a través de diversos estudios científicos.

Algunos de quienes siguen abogando por las presuntas ventajas de utilizar el cubrebocas, suelen tener no solo una visión «covidocentrista», donde se pretende generar la idea de que el Covid es lo único que importa en este mundo, sino que además, se hace una selección arbitraria (cherry-picking) de estudios, donde solo se elige algunos, para intentar justificar la implantación de estas medidas, que en realidad parecen obedecer más al miedo, que a una toma de decisiones con base en la ciencia y la evidencia disponible.

Dejar de recomendar el cubrebocas, no es algo de «negacionistas», sino que es la opinión reiterada de múltiples expertos, incluidas autoridades en materia de salud, como aquellas provenientes de países donde estas medidas han sido superadas desde hace años.

Hay casos de países como Suecia, donde de hecho nunca se implementaron, sin que esto hubiera afectado los niveles de hospitalización por Covid, al contrario, fue de los primeros países que decretaron la «pandemia» superada, con mínimas afectaciones.

Incluso en algunos países que siguen abogando parcialmente por mantener la recomendación de cubrebocas, han enfrentado críticas de parte de sectores del mismo ámbito de la salud pública; por ejemplo, en EEUU, el secretario de salud de la Florida, Joseph Ladapo, que es uno de los que ha venido hablando abiertamente del tema, explica, en términos prácticos, el hecho de que para la toma de decisiones, se debe considerar «el nivel de evidencia». Y es que para la aplicación de políticas públicas que involucran a millones de personas, no es muy serio elegir al azar un estudio o dos, para intentar definir una normativa general, sino que lo más responsable sería, considerar el universo de investigaciones existentes, valorando también el método, certeza, el sesgo, y hasta los posibles conflictos de interés.

Existen instancias expertas en el ámbito científico, como los investigadores de Cochrane «la más respetada institución de análisis científico en el mundo», quienes han realizado esta labor, de medir y analizar, los resultados de todos los estudios científicos disponibles de calidad, acerca de la posible efectividad del uso de cubrebocas.

Según la más reciente actualización, hasta la fecha, no se tiene evidencia sólida, para afirmar que los cubrebocas, realmente tengan una utilidad, para evitar la propagación o contagio del Covid-19: «Existe incertidumbre sobre los efectos de los cubrebocas (…) Los resultados agrupados de los ensayos aleatorios no mostraron una reducción clara de la infección viral respiratoria con el uso de mascarillas médicas/quirúrgicas durante la gripe estacional«, concluyeron los investigadores tras analizar los resultados de más de 327 estudios científicos de alta calidad.

 

Dentro de este amplio espectro de estudios científicos recopilados, también se incluyó el análisis de otras medidas aplicadas en escuelas, y donde en cambio sí se documentaron resultados más tangibles en favor de la salud; por ejemplo: respecto a la sanitización frecuente de manos y campañas de higiene para mantener la limpieza en esta parte del cuerpo.

Múltiples estudios han documentado daños en los niños por el cubrebocas

No solo el uso de cubrebocas, es controvertido en lo general, sino que los análisis que se han hecho acerca de los estudios para el caso concreto de niños en las escuelas, de igual forma coinciden en que no existe evidencia científica sólida para justificarlo.

Otro ejemplo de este tipo de recopilaciones de estudios científicos, lo realizó el Instituto Brownstone que documentó más de 170 investigaciones, donde se concluyó no solo que no había evidencia sólida que justifique la recomendación o imposición del cubrebocas, sino que también se han documentado múltiples daños, incluyendo el caso específico de los niños en las escuelas.

Por ejemplo, en un amplio estudio realizado en Alemania acerca de los daños de los cubrebocas en los niños, se documentaron mayores niveles de «irritabilidad (60%), dolor de cabeza (53%), dificultad para concentrarse (50%), menos felicidad (49%), reticencia a ir a la escuela/guardería (44%), malestar (42%) problemas de aprendizaje (38%) y somnolencia o fatiga (37%)«.

Otro estudio del 2021 (Walsh), documentó complicaciones en la adquisición del lenguaje en los niños que iban a escuelas con cubrebocas: «Esto es importante porque los niños y/o los alumnos no tienen la capacidad del habla o del lenguaje que tienen los adultos – no tienen la misma capacidad y la capacidad de ver la cara y especialmente la boca es fundamental para la adquisición del lenguaje que los niños y/o los alumnos están realizando en todo momento. Además, la capacidad de ver la boca no sólo es esencial para la comunicación, sino también para el desarrollo del cerebro.»

Un ejemplo más lo tenemos con el estudio de Makary (2021), quien también documentó otros daños en los niños: «Los que tienen miopía pueden tener dificultades para ver porque la mascarilla empaña sus gafas. Las mascarillas pueden provocar acné grave y otros problemas cutáneos. La incomodidad de la mascarilla distrae a algunos niños del aprendizaje. Al aumentar la resistencia de las vías respiratorias durante la respiración, las mascarillas pueden provocar un aumento de los niveles de dióxido de carbono en la sangre. Y las mascarillas pueden ser vectores de patógenos si se humedecen o se utilizan durante demasiado tiempo.»

Una de las investigaciones más amplias al respecto, fue también la que hicieron los investigadores PhD Ambarish Chandra y Tracy Beth Høeg MD PhD, quienes analizaron los resultados de los colegios en 565 condados en los EEUU, lo que representa una muestra superior a 100 mil estudiantes, y donde se comparó lo sucedido entre condados con cubrebocas obligatorios, y aquellos que no tenían una imposición al respecto; los investigadores concluyeron que «la asociación entre los mandatos de enmascaramiento escolar y los casos de Covid, no persistió en la muestra ampliada«; esto, no solo tomando en consideración a los niños, sino también a sus familias, que es muchas veces la justificación que se utiliza para seguir recomendándolo.

Otro estudio, relativo a una población de más de medio millón de niños de educación básica en Cataluña, España, de igual forma concluyó que «no se encontraron diferencias significativas en la transmisión de SARS-CoV-2 debido a los mandatos de uso de cubrebocas en las escuelas catalanas».

Caso similar se presentó en 2021 en Finlandia, donde los científicos documentaron que el uso de cubrebocas en los colegios, no «parecía ofrecer ningún efecto adicional», considerando incluso a los niños no vacunados.

 

¿De donde vienen esas disposiciones de seguir utilizando cubrebocas?

Cabe señalar que incluso, las más recientes recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (abril 2023), relativas a la pandemia del Covid-19, no enlistan al uso de cubrebocas, como una de las medidas recomendadas en los colegios; en cambio, sí se mantienen las recomendaciones de ventilación e higiene, la atención temprana de niños con síntomas, y el rastreo de contactos en los casos confirmados de C19.

La evidencia a favor de los cubrebocas, es tan cuestionable, que incluso en los pocos países que se ha mantenido esta recomendación, esto ha sido severamente cuestionado por la prensa independiente; por ejemplo, en Inglaterra, debido a la escasa o nula evidencia seria, para mantener la recomendación del cubrebocas, para el caso específico de las escuelas, el Instituto Nacional de Salud realizó su propio estudio, y con base en ello, determinaron mantener la recomendación.

Sin embargo, este estudio en realidad tampoco resulta tajante, tal y como cuestiona el medio británico The Spectator, pues los resultados oficiales, arrojaron un beneficio de apenas el 0.6%. Concretamente, documentaron que los niños con cubrebocas, se ausentaban de clases por motivos relacionados al Covid-19, con una incidencia del 3%, y los niños en aulas sin cubrebocas, se ausentaban un 3.6%. Esta diferencia mínima, es la que utilizó el Instituto Nacional de Salud británico, para mantener la recomendación del cubrebocas, pero no solo sin considerar el hecho crucial, de que al ser tan pequeña la muestra del estudio, no resultaba estadísticamente significativa, sino que además, no se están tomando en consideración otros factores de salud, que también implica el uso extendido de estos aditamentos que impiden una normal respiración.

Cabe señalar además, que muchas de estas investigaciones realizadas, se hicieron desde hace muchos meses, en un contexto de mucho mayor riesgo que el que existe actualmente.

Las autoridades en materia de educación y salud, deberían tomar en cuenta que el Covid-19, ha dejado de ser una emergencia sanitaria desde hace muchos meses; de hecho, en meses recientes, apenas y se registran hospitalizaciones o casos graves de Covid-19; incluso, el más reciente reporte del Centro Estatal de Vigilancia Epidemiológica y Control de Enfermedades (CEVECE), reportó que en todo el Estado de México, no había ni una sola persona intubada o considerada en estado grave en los hospitales por Infección Respiratoria Aguda Grave.

Esto, se debe en parte al nivel de protección adquirido con la inoculación, pero principalmente por el hecho de que la gran mayoría de los ciudadanos, ya cuenta con anticuerpos naturales contra el Covid-19, producto de la amplia exposición que se vivió hace años. Por ejemplo, en países como Reino Unido, se documentó desde hace más de un año, que ya más del 97% de las población contaba con anticuerpos, es decir, la fase de inmunidad de rebaño, ya se ha conseguido desde hace mucho tiempo, no obstante, farmacéuticas y demás intereses empresariales, siguen invirtiendo millones de dólares en «influencers» y campañas negras, para negar esta realidad, y tratar de mantener vivo el miedo y el terror hacia el virus.

Es importante reiterar, que al día de hoy, agosto del 2023, existe una amplia evidencia científica, acerca de los daños que ocasiona el cubrebocas en los niños, y considerando que el Covid-19 no es más una emergencia sanitaria, y que incluso no existe un concenso acerca de los presuntos beneficios de estos aditamentos en los rostros de los niños, no solo parece un absurdo mantener la imposición, sino que lo más responsable sería una reevaluación realmente actualizada, acerca de las condiciones actuales y toda la evidencia científica existente, lo cual podría generar mejores condiciones de salud y desarrollo para los niños, que es lo que realmente debería importar.

 

 

Foto de portada: Lado izquierdo, niños acudiendo al regreso a clases; lado derecho, el secretario de educación  del estado en una reunión realizada este mes de agosto del 2023 en un aula.


Comparte:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Clic aquí para ver Apocaliptic en Google Noticias, suscríbete dando clic a la estrella