VERDADES MENTIROSAS… ARDE PARÍS

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      Me moriré en París con aguacero,

un día del cual tengo ya el recuerdo.

                    Cesar Vallejo

 El 25 de agosto de 1944  en el Gran Cuartel General de RastenburgPrusia Oriental, Adolf Hitler preguntó a sus generales ahí reunidos. ¿Arde París?

El general Dietrich von Choltitz había recibido la orden personalmente de Hitler, de resistir hasta el último hombre, y de destruir París por medio de cargas explosivas localizadas en los más importantes monumentos de la ciudad, así como arrasar con aquellos barrios donde los ejércitos alemanes encontraran resistencia y apoyo a las tropas de liberación.

Si Berlín no puede ser la capital cultural del mundo y es reducida a cenizas, París también lo será”.

Esa era la voluntad precisa de Hitler.

Para ello, los nazis habían ideado un minucioso proyecto de demolición con explosivos en los puntos claves de la capital que borraran para siempre sus monumentos y edificios más emblemáticos: el Louvre, el Quai D’orsay, el jardín de las Tullerías, el edificio de la Opera, la catedral de Notre Dame, la Torre Eiffel

El general Von Choltitz, gobernador alemán de París, se negó a obedecer la orden de Hitler de destruir la ciudad, por lo que el general nazi es recordado como un héroe, pues en la grabación que se escucha en el autobús turístico que recorre los distintos monumentos de la ciudad, se menciona que dichos monumentos siguen ahí gracias a Von Choltitz. “el nazi que salvó a París”

La pregunta de Hitler ha sido motivo de múltiples manifestaciones entre las que destaca la novela ¿Arde París? (título original: Paris brûle-t-il? ) de Larry Collins y Dominique Lapierre y la  película franco-estadounidense de 1966 realizada por René Clément, con guion adaptado por Francis Ford Coppola y Gore Vidal.

Vaya que ¡¡¡ARDE PARÍS!!!!   Es un caldero en el que hierve la lucha de clases y surgen desde el pasado, decenas de historias de sangre y furor, pero también de fraternidad e igualdad. Los genes históricos de la Revolución Francesa, la comuna de París, la republica de vichy y el apoyo a la ocupación nazi, la resistencia a la ocupación y la liberación, Argelia y la Francia colonial, el mayo francés de 1968 la ilustración, el surrealismo y el pecado, arde un caldero en París.

Hay dos caras en las llamas ardientes; la de la REBELIÓN, detonada por el homicidio de Nahel Merzouc, de origen norafricano, a manos de la policía; van 3 mil 357 arrestos en seis días de disturbios, 5 mil vehículos y 10 mil basureros incendiados, mil inmuebles dañados,250 ataques contra comisarías y 700 agentes heridos, se han estrellado vehículos en llamas contra decenas de inmuebles gubernamentales, está ocurriendo un fenómeno, según el diario Le Monde destaca que aquí, en el distrito Montreuil, los jóvenes radicales y antisistema se han sumado a las protestas de la comunidad de origen migrante del barrio, así han surgido las «marchas blancas» de la solidaridad con la familia del joven asesinado.

La otra cara es la ultraderecha francesa que nos recuerda el colaboracionismo de gran parte de la población con los nazis, el ultraderechista Jean Messiha lanzó una convocatoria de apoyo económico para el policía que asesinó al adolescente, el lema de la convocatoria dice: “vale la pena matar a un joven árabe”, por increíble que parezca ¡en dos días la recaudación llegó a más de 1 millón de euros!

 El lema de la convocatoria y su exitosa respuesta, nos habla de una guerra sin conciliación posible, que se inserta en la guerra eterna entre opresores y oprimidos que, en el contexto de la ruptura del orden mundial, parece entrar en una nueva ruta en la historia, no sólo vivimos el reacomodamiento del orden geopolítico del mundo, sino una serie de transformaciones internas, en la que decenas de países y regiones deciden su futuro.

Es un estallido de orden multipolar, multilíneal y multidimensional en el que están en juego varias definiciones para el destino de la vida humana y del planeta entero; la lucha de clases entre el neo/esclavismo fascista y los pueblos del mundo, el deterioro esencial del planeta como paradoja de la “civilización”, el movimiento telúrico de la geopolítica mundial, con Francia representando el deterioro europeo, la decadencia de la “vieja Europa” y su papel vasallo de Estados Unidos.

Si arde París, el mundo arde. Nadie saldrá ileso.

 


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