Estados Unidos nunca dejó de ser un ropaje
hecho de retazos que se puede deshacer con
facilidad por las costuras.
GENERAL NIKOLAI PATRUSHEV
Hace muchos años que no se hacía tan latente la posibilidad de una invasión por parte de los Estados Unidos a México; comandadas por Donald Trump, las huestes fascistas en el congreso, claman por “bombardear” a los cárteles de la droga en México y por combatirlos directamente con una intervención militar.
Si bien la propuesta tiene tintes electoreros, en el imaginario estadounidense la iniciativa es muy seria y en la mentalidad de varios republicanos y demócratas es factible eliminar a la delincuencia organizada a base de bombardeos, creen en el uso de la fuerza amparados por “leyes internacionales” que ellos mismos hicieron.
Pero la propuesta de una invasión a México no es un chiste, el que se haya convertido en coro entre congresistas Republicanos y algunos medios es algo muy grave.
El pretexto de la droga es la panacea para esgrimir la amenaza, como bien aseveró el gobierno chino; la droga y el lavado de dinero son un problema de Estados Unidos; Estados Unidos inventó a los cárteles de la droga, al igual que inventó a los grupos islámicos más radicales.
Pero la razón que más pesa en la actual histeria de los congresistas es que Estados Unidos vive una guerra por la hegemonía mundial que es una cuestión de sobrevivencia. Por ello son capaces de cualquier cosa.
Entre 1846 y 1848 Estados Unidos libró una guerra fascista contra México, cien años antes de Hitler; sucedió como en las invasiones hitlerianas, “por el espacio vital”; tan es así que México perdió más de la mitad de su territorio. Fue un despojo clave para la imposición de la hegemonía de Estados Unidos, sobre México y toda América. Curiosamente los “fifís” de la época celebraron con bombo y platillo la agresión.
En ese sentido es interesante la declaración del jefe del Consejo de Seguridad de Rusia General Nikolái Patrushev “Sin duda tarde o temprano, los vecinos del sur de Estados unidos van a recuperar los territorios que les robaron”. Algo sabrá el connotado General.
En 1914 Los Estados Unidos ocuparon el Puerto de Veracruz con el propósito de evitar la llegada de un gran cargamento de armas a manos del ejército federal mexicano que comandaba el usurpador Victoriano Huerta; aunque los Estados Unidos habían apoyado el golpe contra Madero ahora apoyaban al constitucionalista Venustiano Carranza en contra del “chacal Huerta”.
La «ocupación» se inició con la toma del puerto de Veracruz el 21 de abril de 1914 y culminó con la salida de las tropas extranjeras el 23 de noviembre del mismo año.
El 14 de marzo de 1916, diez mil soldados de los Estados Unidos entraron a territorio mexicano con el fin de capturar a Francisco Villa, en una campaña militar bautizada como expedición punitiva, que fracasó rotundamente, derrotada por las fuerzas villistas, que ya no eran ni la sombra de aquella gloriosa “División del Norte”
Hoy en día Estados Unidos tiene severos problemas para mantener su hegemonía, en lo interno vive una especie de guerra civil larvada, que se expresa en tremenda descomposición social; tiroteos al por mayor, drogadicción en su punto más alto, bancarrotas banqueras, déficit en la balanza de pagos, incremento del racismo y el odio y lucha política en las cañerías.
En lo externo, el dólar pierde terreno como divisa absoluta y emergen potencias que le disputan la hegemonía, mientras el imperio se aferra a principios caducos como el considerarse guardián del mundo o la anquilosada doctrina Monroe.
Hay una crisis política, económica y social y eso es muy peligroso, el imperio va a dar “coletazos de ahogado”.
