La Selección de Argentina ha escrito una página histórica del fútbol mundial, regresando de forma categórica a una nueva final de la Copa del Mundo, después de pasarle por encima a Croacia, en otro partido memorable de su emblema y capitán, Lionel Messi.
Lo que comenzó como un partido muy cerrado y difícil de descifrar, Argentina encontró la claridad para resolverlo, de la mano de sus jugadores de calidad.
Los primeros 20 minutos de partido no solo el panorama lucía complicado, por los pocos espacios disponibles y el dominio croata en el control de balón, sino que Messi caminaba más de lo habitual, y se llevaba de forma frecuente la mano a la parte posterior de la pierna, generando preocupación en el banco y la Argentina entera.
No obstante que finalmente un pase a profundidad al 31′ de Enzo Fernández a Julián Álvarez, terminó poniendo en posición clara de gol al delantero argentino, quien finalmente fue derribado por el arquero, generando así una controvertida oportunidad de tiro penal que el VAR no negó y que empezaría a cambiar la balanza de forma irreversible.
Messi, fue el encargado de ejecutar de forma prodigiosa, con un disparo potente muy cerca del travesaño izquierdo, dejando inalcanzable el balón para el arquero croata, y comenzando así las celebraciones de un país que ama al fútbol con una pasión única.
El 10 argentino no solo se convirtió en el jugador con más partidos disputados en los mundiales, sino también en el mayor goleador argentino de la historia de las Copas del Mundo.
Tras haber logrado abrir el marcador, el partido empezó a abrirse de igual forma, y los argentinos ganaron también en confianza y espacios.
A los pocos minutos, un pase de Messi encontró a un Julián Álvarez perfilado, a quien sus compañeros le jalaron la marca, y los croatas no pudieron romper, generando un rebote que le caía al mismo Álvarez, quien remataba así de forma certera hasta el fondo de las redes para marcar el segundo gol del partido, y empezar así a dar tranquilidad al conjunto de Escaloni que jugaba por nota.
Cada uno de los jugadores argentinos realizó un trabajo impecable en el campo, Tagliafico rompiendo todo por izquierda, Otamendi consolidado como la mayor bestia del Mundial en la defensa, y un De Paul que controlaba de forma espectacular el medio campo respaldado siempre por Enzo Fernández y Lio.
Messi, en lo suyo, escribiendo una página más, que lo vuelve a ratificar por enésima vez, como el mejor jugador de fútbol de todos los tiempos. Con todo y su desgaste físico y 35 años de edad, terminó siendo el jugador que más balones recibió en la cancha rival, a quien siempre se buscaba para encontrar el camino y la brillantez para generar peligro en la meta rival.
Y sería también una extraordinaria lucidez de Messi, quien le dio un baile épico a Gvardiol en el área croata, metiéndose hasta línea de fondo para generar un pase perfecto, que permitió a Julián Álvarez rematar franco a gol con gran facilidad, para así marcar el 3 a 0 definitivo en favor de Argentina.
A los 10 minutos del final, también salió del campo Luka Modric, otro de los jugadores legendarios que pasarán a la historia del fútbol mundial, y que fue despedido del campo con aplausos por croatas, qatarís, argentinos y todo aficionado que reconoce también el adiós en los mundiales de un memorable futbolista.
Fue así que Argentina también demostró que sabe respetar a quienes también respetan en el campo de juego, callando así las bocas del antiargentinismo que parece mirar con envidia el éxito argentino, en vez de disfrutar y reconocer el fútbol de una gran selección, que además está permitiendo dejar un legado memorable, de la mano de la que será muy posiblemente la última Copa del Mundo del más grande jugador de todos los tiempos.
Aunque Croacia lo intentó, finalmente el marcador se mantuvo, y así comienzan en Argentina y gran parte de América Latina las celebraciones que se extenderán al menos hasta el próximo domingo, que llegará el día de jugar una nueva final de Copa del Mundo, ante quien resulte vencedor de la semifinal entre Francia y Marruecos a disputarse el día de mañana.
