¡En un cambio de hogar, me convierto en el feliz “Hombre de la maleta”!

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Por: Felix Morriña

¡Dedicado a todos y cada uno de los

 seres que han cuidado de mí en los

difíciles momentos, porque

“echando a perder se pierde”!

Mientras escucho a todo volumen el segundo disco del genial trío inglés The Police, “Reggatta De Blanc” (1979), arranco mi columna “Silencios Estereofónicos” de las páginas de los medios de comunicación impresos donde la he publicado. Veo la pila de hojas de mis publicaciones con serena nostalgia y espero pronto acomodarlas en orden cronológico como las tenía antaño. Digo adiós a las revistas, periódicos y semanarios por donde mi pluma ha transitado a lo largo de tres décadas. ¡Dejaré de cargarlas, sólo me llevo lo mío, lo que me pertenece! ¡Lo demás le pertenece al eterno olvido!

Veo el tiradero de libros, les confío mis pensamientos y les prometo cuidarlos hasta que el destino nos separe. A horas de terminar el año, llega un nuevo cambio de hogar, se cierra un ciclo más en mi vida. Me he despedido ya de mi terraza, del Xinantécatl, del Cerro de los Magueyes, de las Escalinatas del Calvario, del Ex Convento de San Juan Bautista, de la iglesia de San Mateo y del bello departamento que me cobijó por 12 meses. ¡Estoy listo para la nueva aventura! ¡Soy de nuevo el feliz “Hombre de la maleta”! ¡“Viaje al fondo de mi tierra”, parafraseando a Julio Verne! ¡Soy el centro del mundo, porque debajo de mis pies está mi eje cartesiano que llega al fuego centro de la tierra!

¿Por qué esta vez The Police es la música de fondo del cambio de hogar? ¡Sencillo! The Police es la banda que escuchamos por muchos años mi camarada Mario Rojas en situaciones difíciles como festivas. Cuando nos quedábamos sin mujer, poníamos una y otra vez ‘So Lonely’ en las rocolas de las cantinas de la hoy CDMX. Cuando estábamos borrachos de felicidad, poníamos ‘Bring On The Night’, ‘Synchronicity I’ y la II; ‘Can’t Stand Losing You’, ‘Message In A Bottle’, ‘Don’t Stand So Close To Me’, ‘Walking On The Moon’, ‘Roxanne’, ‘Every Breath You Take’ y ‘De Do Do Do, De Da Da Da’, entre otras.

También The Police porque tuve la oportunidad de verlos durante su primera visita a México a mediados de la década de los años 80 en el Hotel de México, hoy World Trade Center, si la memoria no me falla; luego los volví a ver en el Foro Sol del Autódromo Hermanos Rodríguez y al bajista, compositor y cantante Sting, lo vi en plan solista la primera vez en el Palacio de los “Rebotes”, luego en el Auditorio Nacional y así otras veces que son parte de mi personal banda sonora.

También The Police porque Mario Rojas es parte de esta mudanza. Me prestó pasta para (sobre) vivir todo el mes de diciembre y poder concretar el cambio. Es de los pocos seres que siempre han estado ahí, cerca mío, no como antes que nos veíamos prácticamente diario, pero está allí, pendiente. Nuestra historia tiene la edad de mis años de gloria periodísticos en “la urbe más grande del mundo”. También The Police porque tiene una rola que se llama ‘Man In A Suitcase’, el corte número nueve del disco “Zenyattá Mondatta” (1980), es decir, en este momento soy ese “Hombre en una maleta”, ¡soy el “Hombre de la maleta”!, el que siempre carga en su equipaje su vida, su historia, lo que necesita, no más.

Me recuerdo en la década de los años 90 cuando deambulaba por el mundo con mi “chipiturco” (un inseparable abrigo de fina pana color mostaza que dejé deshilachado, pero bien colocado en un taburete de bar cuando nos despedimos) y mi maleta-mochila con la suficiente ropa, utensilios personales, discos, libros, agenda y mis botellas de ron Havana Club siete y nueve años, que entonces bebía a placer. Un día una bella mujer argentina me preguntó a qué me dedicaba y yo solía decir por entonces que me dedicaba de tiempo completo al placer a través de los excesos. Ella abrió tanto sus ojos azules que pensé me mataría con la mirada, pero mi fortuna era tanta que vivimos la aventura del “Hombre de la maleta”.

Dormía donde podía y quien me dejara quedarme en su hogar (pero siempre acomedido), porque la casa de mis viejos estaba hasta el carajo y prefería ser el “Hombre de la maleta”, un vago, un traseúnte, un sobreviviente de la calle, del mundo, de la vida. Mi solar era la redacción del extinto periódico El Nacional. El periodista Mario Rojas me asiló mucho tiempo, al igual que el promotor cultural Enrique Monge; el artista plástico Víctor Ezkide; el cineasta Bulmaro Osornio; la colega Verónica Maza Bustamante; los camaradas José Antonio Monterrosas y Sergio Raúl López “El Tigre”; Alfredo Zúñiga y la Family Dog de “Iztapalacra”, especialistas en el rock pesado, en el heavy metal, y algunas féminas (también aves de paso, por supuesto) que ya no recuerdo a todas de manera cronológica, pero les agradezco su calor, su compañía, su cocina y sus apoyos. ¡Que Dios me las bendiga a todas!

 

Mientras escombro, medito el encuentro de valiosos documentos que no sabía exactamente dónde estaban. Me sorprendo cada día más de lo que soy a través de cada hoja, de cada ejemplar, de cada episodio de la historia, de mi historia personal y periodística. Abrir cajas para deshacerme de cosas que ya no me son útiles resulta una aventura por mi pasado. No niego mi zozobra por lo que voy redescubriendo, pero hay momentos en lo que preferiría no abrir sobres porque sé que no voy a contenerme y de facto destaparé botellas, o saldré corriendo del lugar en busca de aire. ¡Salud!

Ahora pongo el tercer disco de la banda liderada por el bajista Sting, secundada por el guitarrista Andy Summers y el baterista Stewart Copeland, “Zenyattá Mondatta” (1980) y canto una y otra vez el “Hombre en una maleta” para acompañarme. Te pienso amor, te veo caminar por el departamento desnuda y descalza; te veo recorrer las escaleras del Departamento San Mateo Morriña; te deseo en mi sofá cama; te poseo como a la única mujer de mi vida; te observo sentada en la sala; te veo comiendo, bebiendo, riendo, festejando, soñando. Te veo dormir, te abrazo cariñosamente, te extraño, te deseo, te veo en la terraza viendo al Xinantécatl. ¡Te veo, te leo, te veo! ¡Gracias por todos y cada uno de los momentos aquí amore mío!

Cuando tocó el turno de abrir el sobre de Lou Reed, el alma se me cayó al piso. Lo primero que salió fue mi reseña-nota del concierto y conferencia de prensa con el maestro del rock underground neoyorquino, publicada en la sección de Cultura de Milenio Diario, del miércoles 22 de noviembre del 2000. Después de releerla una y otra vez no pude evitar la Morriña, porque el concierto de Lou Reed fue mi regalo de cumpleaños 30, máxime si tuve la fortuna no sólo de ver el show en el Teatro Metropólitan, sino de ir a la conferencia al día siguiente y luego me firmara su disco “Ecstasy” (2000), motivo de la gira que lo trajo a México, mientras me tomaba un ron frente suyo para curarme la tremenda resaca.

Antes de terminar esta entrega, seguramente la última del raro 2017, veo colgadas mis acreditaciones de David Bowie, Radiohead, Festival Internacional de Cosquín, Argentina; Kiss, Pet Shop Boys, NIN, Sting con Annie Lennox, Oasis, Vive Latino, Red Hot Chili Peppers, Metallica, Misfits, Banco del Mutuo Soccorso, David Byrne, Eric Clapton, Paul Mc Cartney, The Police y muchas, muchas más pegadas en el refrigerador, colocadas en la mesa del comedor cual medallas de oro ganadas con el frío sudor de mis desvelos, las interminables resacas, la excelsa solitaria disciplina periodística, la sangre que sale del alma; la desconcertante inspiración; el reto de la página en blanco; los dubitativos dedos que posan sus huellas dactilares sobre el teclado y tantas emociones y recuerdos que se plasman en los textos, mis textos, mismos que están dedicados a vos mi amor. ¡”Todo lo que tengo, que es nada, se lo di”, parafraseando al gran Joaquín Sabina! ¡Te amo!

No queda más que decirles queridos lectores lo que aprendí de los italianos: ¡Si no los veo, feliz muerte!, pero antes menos infeliz 2018, de corazón, palabra y pensamiento. ¡Se despide por ahora, el “Hombre  de la maleta”!

“I’d invite you back to my place/ It’s only mine because it holds my suitcase/ It looks home to me alright/ But it’s a hundred miles from yesterday night./ Must I be the man in a suitcase/ Is it me, the man with the stranger’s face./ Another key for my collection/ For security I rrace for my connection/ Bird in a flying cage you’ll never get to know me well/ The world’s my oyster a hotel room’s a prisión cell./ Must I be the man in a suitcase/ is it me, the man with the stranger’s face./ I’d invite you back to my place/ It’s only mine because it hold my suitcase/ It looks like home to me alright/ But it’s a hundred miles from yesteday night”.

“Yo te invito a mi casa/ Es lo único que tengo, ya que tiene la maleta/ Se ve bien en mi hogar/ Pero es de cien millas de la noche de ayer./ Debo ser el hombre en una maleta/ ¿Soy yo, el hombre con el rostro extraño?/ Otra de las claves para mi colección/ Para la seguridad de que la raza de mi conexión/ Pájaro en una jaula de vuelo que nunca me conozca bien/ El mundo es mi ostra, una habitación de hotel en una celda de prisión./ Debo ser el hombre en una maleta./ ¿Soy yo, el hombre con el rostro del extraño./ Yo te invito a mi casa/ Es lo único que tengo, ya que contiene mi maleta./ Se ve como mi casa está bien/ Pero es de cien millas de la noche de ayer”.

 

 

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