Columna AL TANTO… Lecciones y elecciones: el sentido del voto en Coahuila e Hidalgo

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José Antonio Ortega

Independientemente de los resultados oficiales, que conoceremos en el curso de la semana, los procesos electorales realizados este tercer domingo de octubre en Coahuila e Hidalgo, dejan lecciones dignas de tomarse en cuenta.  Lo mismo por el escenario inédito en el que se llevaron a cabo, como por el comportamiento de los contendientes.

La actuación de los actores políticos involucrados y aquí estamos hablando lo mismo de los Organismos Públicos Locales Electorales (OPLES), como de los partidos políticos y sus candidatos a las 25 diputaciones locales en el caso de Coahuila y de 84 Ayuntamientos en el estado de Hidalgo, representan un caso de estudio.

Pero sobre todo, la valiente actuación de más de 53 mil ciudadanas y ciudadanos que asumieron el riesgo de fungir como funcionarios de casilla, en ambas entidades, así como de quienes asumieron su responsabilidad y acudieron a sufragar en medio de la pandemia. Son ellas y ellos los verdaderos ganadores de la elección.

Ellas y ellos: los que mantuvieron la sana distancia en la fila, los que usaron correctamente el cubrebocas, los que dejaron a los menores en casa para no exponerlos al contagio del Covid-19, los que utilizaron el gel antibacterial y mantuvieron sus manos limpias, antes y después de depositar en las urnas su voto universal, libre y secreto.

También las autoridades electorales. Las Consejeras y Consejeros que integran los  OPLES de cada entidad federativa. Los que propiciaron las condiciones necesarias para la apertura de casillas desde las ocho de la mañana hasta las seis de la tarde, como lo mandata la Ley.

Ciudadanos que -en conjunto- desde su ámbito de actuación, vigilaron la correcta aplicación de los protocolos sanitarios, para garantizar la salud de los votantes y fundamentalmente de una joven democracia que no termina de madurar. Que no fue una víctima de la pandemia.

 Mientras tanto…

Los partidos políticos ¡Ay! los partidos políticos y su muy predecible comportamiento. El de siempre: unos cantando victorias adelantadas, otros –como ya es costumbre- desconociendo resultados preliminares y las tendencias del voto. Contribuyendo a la confusión general, por todos los medios posibles.

Sabemos que en democracia se gana hasta por un voto. Que las contiendas cuentan con reglas y árbitros a las que todos los actores se someten y que éstas son buenas, siempre y cuando el resultado sea favorable al triunfador. Así era antes, es ahora y lo deseable es que no sea la tónica de la elección que se avecina.

Por lo tanto…

Entendamos que los procesos electorales se ganan o se pierden en las urnas. Que ninguna victoria ni derrota es para siempre. Que la dinámica social y los contextos cambian de una elección a otra y que en el juego de la percepción de cada contienda, existen factores donde la persuasión resulta determinante.

Es deseable que argumentos como: compra y coacción del voto, intimidación, violencia, uso de la fuerza pública por parte de los gobiernos locales, campañas de intimidación y uso de recursos ilícitos para la compra de voluntades, entre otros, sean enunciados que se erradiquen de una vez y para siempre, de todos nuestros procesos político electorales.

Esperemos que los muchos partidos políticos que tenemos en el espectro político nacional reconozcan la importancia de ser realmente entidades de interés público y no únicamente organizaciones que en sus luchas intestinas dejan lo más por lo menos. Que como tanto pregonan dejen de lado intereses personales o de grupo en bien de la democracia.

Es inconcebible que en la antesala de una elección tan importante como la de 2021, el partido en el poder, que ganó abrumadoramente la pasada elección no haya sido capaz de ponerse de acuerdo para elegir a su presidente nacional y carezca de dirigencia estatal en al menos 17 entidades del país. El Estado de México es botón de muestra.

Morena debe entender que las elecciones se ganan con estrategia y trabajo de base. Que no puede continuar cabalgando en el desprestigio del contrario o cultivando el encono social. Que las estructuras partidistas bien organizadas y experimentadas le pueden propinar un descalabro electoral como el del domingo reciente.

La lección que dejan Coahuila e Hidalgo, demuestra fehacientemente que los ciudadanos están cada vez más informados, que un partido sin estructura, sin liderazgo que cohesione a sus militantes, está destinado a desaparecer tal y como surgió y esa es una lección que también deben aprender: Redes Sociales Progresistas, Fuerza Social por México y el Partido Encuentro Solidario, de reciente creación.

Tres partidos emergentes que deberán persuadir a una ciudadanía cada vez más informada. Que confía en sus organismos electorales y jurisdiccionales y en los principios rectores de certeza, imparcialidad, independencia, máxima publicidad, objetividad, legalidad y probidad que les rigen.

Son principios que les vendría muy bien adoptar a los diez partidos políticos nacionales, los que veremos en las boletas de la elección concurrente más relevante de los últimos tiempos. Los que tienen una cita con la historia inmediata, la que escribiremos todos en 2021.

 


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