20 días en Mariúpol, la propaganda neonazi, celebrada en la Cineteca Mexiquense

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Esta semana se presentó en la Cineteca Mexiquense de la ciudad de Toluca, el documental «20 Días en Mariúpol», incluido un conversatorio con Vasilia Stepanénko, una de las productoras de esta cinta, la cual está llena de imprecisiones, y que más que retratar la situación del conflicto bélico en Ucrania, se ha convertido en una pieza de propaganda destinada a blanquear la labor de milicias de corte neonazi.

Aunque el gobierno de México, se ha mantenido neutral sobre el conflicto entre Rusia y Ucrania, y siempre haciendo un llamado por la paz, en este caso las autoridades de la Secretaría de Cultura estatal, parecen estar tomando partido, no obstante que no lo estarían haciendo en favor de Ucrania, sino particularmente a favor de las agrupaciones militares de ultra derecha, que es a quienes se glorifica en esta obra titulada «20 Días en Mariúpol», valiéndose además de la tergiversación de hechos y personas.

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Quién hizo 20 Días en Mariúpol

Para comprender lo que esta cinta significa, es importante tener en consideración que su autor, Mstyslav Chernov, no es conocido principalmente por ser un documentalista, sino que tiene notorios antecedentes como propagandista, cuyo trabajo ya ha sido anteriormente utilizado con fines políticos, de parte de la agrupación política que perpetró el golpe de estado de Ucrania en 2014.

Esto no es algo que digan «los rusos», sino que incluso algunos de los periodistas e investigadores ucranianos de mayor prestigio, han denunciado esto desde hace tiempo, como lo es el caso de Ivan Katchanovski, quien es también investigador de la Universidad de Ottawa.

Desde marzo pasado, en que esta cinta fue galardonada en los «Óscares», evento de Hollywood que anteriormente ha blanqueado también otros movimientos bélicos promovidos por occidente, Katchanovski publicó un hilo, advirtiendo sobre quién es en realidad este sujeto llamado Chernov.

En 2014, Chernov estuvo «oportunamente» en el momento que detonó el golpe de estado del Maidán, y sus fotografías, fueron utilizadas para promover la falsa narrativa que generó el violento golpe de estado y donde decenas de personas perdieron la vida, sin que él saliera a aclarar lo que realmente atestiguó.

Cabe recordar que Katchanovski, es uno de los más prestigiosos investigadores sobre lo que sucedió aquel trágico día de febrero del 2014 en la plaza Central de Kiev, pues sus monumentales investigaciones, que incluyen un extenso trabajo pericial, terminaron siendo validadas como verídicas por la Corte de Ucrania.

En términos generales, la narrativa falsa, que promovió gente como el creador del documental de Mariúpol, señalaba que los policías estaban reprimiendo a balazos a los manifestantes, lo que provocó que miles de personas salieran a las calles, y se generara el caos que terminó derribando al gobierno anti europeísta de Yanukóvich.

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Sin embargo, lo que en realidad sucedió, fue que grupos armados de ultra derecha, así como agrupaciones de mercenarios internacionales, fueron quienes provocaron la matanza, y también la revuelta que derivó en la destrucción del centro de Kiev y golpe de estado del Maidan; esto ya ha sido reconocido muchos años después por múltiples investigaciones y por la misma Corte de Ucrania.

No obstante que en su momento, el trabajo de gente como Chernov, se utilizó para generar una imagen falsa de la realidad, por medio de la propaganda de guerra, provocando así un episodio lamentable de golpe de estado, que es el que finalmente derivó en todos los conflictos que tienen hoy a Ucrania al borde de convertirse en un estado fallido.

Es decir, el autor de «20 días en Mariúpol», es un conocido propagandista rusófobo, que anteriormente ha colaborado generando imágenes que alteraron la realidad de lo que realmente sucedía en Ucrania, todo con el objetivo de impulsar el ascenso de las agrupaciones de ultra derecha que tomaron de forma violenta el poder en Ucrania en 2014.

Comprendiendo la dimensión de Mariúpol

Si únicamente nos limitamos a revisar lo sucedido durante «20 días» en la ciudad de Mariúpol, y solo desde el bando de los mercenarios que resistían en Azovstal, tendríamos una imagen muy limitada de la realidad.

Para comprender mejor el problema, es imperativo tomar en cuenta el contexto, y sobre todo el hecho irrefutable, que el conflicto en Mariúpol no comenzó en 2022, sino que precisamente aquí se registraron algunos de los más importantes levantamientos sociales en 2014, en rechazo al régimen pro europeo que se estaba imponiendo gracias al golpe de estado del Maidán promovido por la OTAN.

Al igual que en muchas otras ciudades del este de Ucrania, se registraron masivas movilizaciones de civiles, haciendo un llamado a la realización de referéndums pacíficos, para definir el destino de estas regiones en particular.

No obstante que el régimen de Kiev, mandó toda la fuerza del ejército, para acallar por medio de las balas y la fuerza, todo intento de ejercer la democracia, y desde entonces se impuso un régimen militar, que provocó también en el camino múltiples matanzas y agresiones contra la población civil, evitando a toda costa los referendums, y manteniendo así el control gubernamental. Esto ha sido retratado en otros trabajos documentales como «Más de 20 días en Mariúpol».

Mariúpol, además tiene un valor muy especial, pues se convirtió de facto en la sede de las milicias neonazis en Ucrania, incluido el Batallón Azov, una agrupación de ultra derecha y con abiertas posturas supremacistas, que además se convirtieron en todo un referente de este pensamiento político a nivel global.

Al Batallón Azov, que antes era un simple ejército informal de mercenarios de ultraderecha, se les incorporó de forma oficial al ejército de Ucrania, permitiéndoles así adquirir financiamiento, armamento y toda clase de apoyo para continuar su expansión.

Hasta Mariúpol, llegaron incluso a «capacitarse» otros neofascistas famosos, como Brenton Turrent, el terrorista que cometió un asesinato en masa contra dos mezquitas en Nueva Zelanda en 2019, y quien en su manifiesto destacó los nexos con el Batallón Azov, con quienes compartía no solo símbolos, sino también una ideología supremacista.

«El Batallón Azov se está convirtiendo en un nodo esencial de la red transnacional de extrema derecha violenta. Este grupo mantiene su propia «Oficina de Difusión Occidental» para ayudar a reclutar y atraer a combatientes extranjeros que viajan para entrenarse y relacionarse con personas de organizaciones violentas afines de todo el mundo. Los operativos de la oficina de divulgación viajan por Europa para promover la organización y hacer proselitismo de su misión de supremacía blanca.(…) Este enfoque agresivo de la creación de redes sirve a uno de los objetivos globales del Batallón Azov: transformar las zonas bajo su control en Ucrania en el principal centro de la supremacía blanca transnacional», describe al respecto de este grupo la organización de seguridad The Soufan Center, fundada por el reconocido panelista y agente especial del FBI, Alí Soufan.

La Brigada Azov, desde antes del 2022, era ampliamente reconocida como una agrupación neonazi, incluso por países occidentales; por ejemplo Australia, en 2021, expulsó de las filas de su ejército y canceló el pasaporte del soldado Conor Sretenovic, después de que tuvo conocimiento de que se preparaba para luchar con el «notoriamente neonazi» (así lo llamaban literalmente) Batallón Azov de Ucrania.

Cabe señalar que hasta antes del conflicto, incluso las agencias de noticias internacionales como Reuters, citaban sin problema los informes de organizaciones civiles, donde se denunciaba el accionar de estas agrupaciones supremacistas, las cuales perseguían y atacaban a personas por motivos políticos o raciales; «los activistas son acosados con frecuencia por vigilantes cuando celebran reuniones legales o concentraciones relacionadas con posturas políticas controvertidas, como la promoción de los derechos del colectivo LGBT o la oposición a la guerra. Azov y otras milicias han atacado manifestaciones antifascistas, reuniones del ayuntamiento, medios de comunicación, exposiciones de arte, de estudiantes extranjeros y romaníes«.

Los neonazis, o mal llamados nacionalistas ucranianos, se caracterizan por tal nivel de violencia, que han perpetrado hechos tan atroces como la Masacre de Odessa, donde prendieron fuego a decenas de jóvenes, solamente por su militancia con el «Partido Comunista», y también hay decenas de agresiones documentadas contra gitanos, romaníes y miembros de la comunidad LGBT.

Curiosamente, en la exhibición de Toluca, estuvieron presentes, no solo cineastas mexiquenses acusados de fraude como Lisandro Solís, y servidores públicos universitarios, como el director de la Escuela de Artes Escénicas de la UAEMEX, Raúl León, quienes posaron sonrientes con la directora ucraniana; sino también organizaciones LGBT como «Fuera del Clóset», quienes estuvieron aplaudiendo y celebrando la glorificación de estas agrupaciones neonazis, sin un ápice de conciencia ni cuestionamiento a lo que representan.

Cabe recordar que incluso durante los últimos días de la resistencia en Mariúpol, cuando un grupo de soldados quedaron hacinados al interior de la planta de Azovstal, se consiguió que un militar de Azov hablara mediante videoconferencia ante el Parlamento Griego, lo que generó gran controversia, pues era ampliamente conocido que se trataba de milicianos de una organización con tendencias nazis.

«Nuestro Parlamento no invitó a un nazi, sino al Presidente de Ucrania. Fue el Presidente de Ucrania quien invitó al nazi. Y, sí, fue el Presidente de nuestro Parlamento quien, al no intervenir, no defendió a nuestro Parlamento«, denunció en su momento el ex ministro de finanzas de Grecia.

Cabe recordar también que Stepan Bandera, es el gran ídolo de los «nacionalistas» ucranianos, como el Batallón Azov, un sujeto que se alió con Adolf Hitler, y cuya agrupación política formó parte de uno de los batallones nazis (Batallón Galitzia), lo cual al día de hoy sigue generando reclamos; por ejemplo, en Polonia, donde también sufrieron masacres raciales a manos de las legiones fascistas de Bandera, han emitido reclamos al gobierno ucraniano, cuando la imagen de este «mártir» es glorificada en instancias oficiales, como sucedió el pasado mes de mayo del 2022, que le hicieron un homenaje en el Parlamento Ucraniano, en tiempos de Zelenski.

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Valerii Zaluzhnyi, comandante supremo de las fuerzas armadas de Zelensky hasta febrero del 2024, posando feliz con un retrato de Stepan Bandera.

Es decir, para comprender «20 días de Mariúpol», es importante tomar en cuenta que quienes encabezaban la resistencia ucraniana en esta ciudad, no eran militares cualquiera, eran combatientes de un batallón con una ideología supremacista, cuyo fundador alguna vez afirmó que el objetivo de Ucrania debería ser: «liderar las razas blancas del mundo en una cruzada final … contra los Untermensch (término nazi para referirse a los «no arios»).

Y desde luego, para tener un poco de mayor contexto, hubiera sido justo incluir también imágenes de las innumerables agresiones que la gente de Azov cometió contra la propia ciudadanía de Mariúpol, y más aún en las últimas semanas de su estadía en esta ciudad, donde se cometieron una innumerable cantidad de actos atroces.

Hilo con cientos de testimonios de crímenes de militares ucranianos contra civiles en Mariupol:

Las mentiras de 20 días en Mariúpol

Lo que el documental que se exhibió con bombo y platillo en la Cineteca Mexiquense retrata, no solo es una versión sesgada de lo que pasó, sino que incluso se tergiversaron hechos, y se tomaron imágenes que no correspondían a lo que sucedió en Mariúpol.

Por ejemplo, hay una toma, donde se observa la chamarra de una niña colgando de un árbol, que se mostró en el documental como si se tratara de Mariúpol, siendo que en realidad es una imagen extraída sin permiso del cortometraje «Juguetes», donde se retratan precisamente los bombardeos del ejército ucraniano contra civiles en el Dombás desde 8 años antes (en este enlace se puede ver el documental y la imagen referida al minuto 2:48).

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Es decir, no solo es una acción de poco profesionalismo robarse imágenes de otros documentales sin permiso, sino que además intentan retratar a presuntas «víctimas de agresiones rusas», cuando en realidad se trataba de víctimas del Dombás, que eran objeto de agresiones del régimen ucraniano afín a la OTAN.

Otro ejemplo lamentable de tergiversación, son las imágenes de Marianna Vyshemirskaya, a quien retrata como una víctima embarazada de los ataques (supuestamente rusos) a un hospital en Mariúpol, siendo también su imagen ampliamente explotada en múltiples medios occidentales con el mismo discurso falaz de los hechos registrados en 2022 en esta ciudad costera del Mar Azov.

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No obstante que la misma Marianna, ha explicado en una gran cantidad de entrevistas, que quienes estuvieron agrediendo y atacando a los civiles en todo momento, fueron las milicias neonazis de Azov, motivo por el cual actualmente vive en Rusia, y es una activista en defensa de los derechos humanos, abiertamente detractora del régimen de Kiev.

«El vídeo sobre la maternidad de Mariupol es falso. Ucrania utilizó mi foto para mentir. En cuanto a la película y los Oscar, este desfile de hipocresía no me interesa»; declaró al respecto del documental Vyshemirskaya, la mujer que aparece embarazada.

Cabe señalar que este documental incluso ha sido vetado en otros países que han mantenido una postura neutral en el conflicto, como el caso de Serbia; no obstante que por motivos que no han sido clarificados, en el Estado de México parece que se está tomando partido abiertamente en favor de las agrupaciones de extrema derecha.

Y es que esta es otra situación que muchas veces se pasa por alto del debate, esta no es una guerra entre ucranianos y rusos, sino entre Rusia y un bando de ucranianos de ultraderecha asociados de la OTAN, los cuales actualmente son ampliamente repudiados por gran parte de la población ucraniana.

Para tener una visión más amplia de la realidad, las autoridades de cultura del Estado de México, quizá deberían invitar también a periodistas que en realidad tienen mayor reconocimiento en Ucrania como Diana Panchenko, quien advierte que las acciones del régimen de Kiev, no solo están llevando a la destrucción a su propia nación, sino también poniendo en grave situación de riesgo al planeta entero.

 

 


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