Cuestionar o evitar la ‘vacuna’, no te hace un ‘antivacunas’; hay que decirlo

Comparte:

Javier Garcin/Apocaliptic.com

19 de enero 2022.- Si cuestionar cualquier aspecto de la vacuna contra el Covid-19, ya te hace un “antivacunas”, habría entonces decenas de países “antivacunas”, por el hecho de estar cuestionando diversos ámbitos, y no estar aplicándola de forma uniforme y generalizada en su población; un absurdo. Usar el término ‘antivacunas’ pareciera una forma inducida de denostar, descalificar e incluso discriminar, y negar el debate que existe, tanto en el ámbito científico, como también político, y que debería ser prioritario poner en el centro de la discusión pública, de forma objetiva y transparente, pues existen diferentes enfoques e interpretaciones acerca de sus alcances y riesgos.

Y aunque desde ciertos sectores corporativos, e incluso algunos pocos gobiernos del mundo, han venido secundando la idea de que la inoculación contra Covid-19 debe ser obligatoria y para todos, en realidad, debido a la cuestionable evidencia disponible, en la mayoría de naciones del planeta, se sigue evitando en algunos segmentos y respetando el derecho a la libre determinación, considerando factores como el estado de salud de las personas, o incluso la inmunidad natural, lo cual debería ser tan respetable como el derecho a vacunarse, y mantenerse siempre presente, para evitar caer en actitudes autoritarias.

Si no se puede cuestionar, no es ciencia

Cuestionar, es tan fundamental para la ciencia, que sin ella, no se habrían registrado avances o mejorías en el desarrollo científico; si nadie cuestionara los productos de la industria, quizá se seguiría aplicando DDT a los niños, como se hizo en el pasado, o se seguirían empleando decenas de fármacos, que fueron aprobados por las instancias de salud, y que -años- después se retiraron tras “descubrirse” una mayor toxicidad en comparación con sus beneficios.

Lamentablemente, ha habido incluso antecedentes con vacunas, por lo cual no se deberían considerar nunca una pócima mágica perfecta e impoluta, que no se debe cuestionar. Tenemos casos recientes, como Pandemrix, la vacuna contra el AH1N1, que dejó cientos de víctimas en países como Suecia antes de ser retirada del mercado.

Y si cuestionar, ya debería ser una cuestión natural, hacia cualquier fármaco, más aún debería serlo, por el hecho de que estamos presenciando lo que es muy posiblemente el mayor debate y rompimiento de la historia, entre un sector ‘oficialista’, y un amplio espectro de científicos, médicos, académicos y demás hombres de ciencia, que están haciendo, no solo severos señalamientos, sino también investigación científica documentada y abierta, cuestionando aspectos muy importantes, acerca de los productos farmacéuticos que se están aplicando en todo el mundo.

Es decir, no solo debería ser normal cuestionar, pero además, habiendo una polémica tan grande, en vez de silenciar y denostar a todo aquel que cuestione, como “un antivacunas”, habría que abrir el debate, y verificar los argumentos y evidencias disponibles, pues se está cayendo en peligrosas actitudes autoritarias, que además de dividir aún más a la sociedad, podrían generar importantes secuelas en la salud de la población.

Pues también hay que decirlo, hay indicios, de que los productos que actualmente se están implementando, y que fueron diseñados en base a una fracción de una variante que no existe más, no son precisamente los más seguros de la historia; incluso representantes públicos, como el senador Ron Johnson de EEUU, están alertando acerca de esta elevada incidencia de riesgos, y llamando a agencias federales a investigar, haciendo alusión a datos oficiales del VAERS (Sistema para Reportar Reacciones Adversas a las Vacunas) de la CDC (Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de EEUU), donde se señalan más de un millón de personas reportadas con efectos adversos, de 20 mil fallecidos y más de 100 mil hospitalizados anuales con secuelas graves asociadas a la vacunación, en los Estados Unidos.

No hay consenso

Si no hubiera debate científico, y en verdad existiera una solución, que a todas luces, y bajo todo escrutinio, sea infalible y eficiente, ni siquiera habría necesidad de mandato o discusión alguna; a lo mucho ciudadanos protestando cuando no se garantizara la posibilidad de acceder a ella; sin embargo, en el caso de las vacunas contra el Covid-19, es claro que no solo no existe un consenso científico -evidencia de ello el dispar criterio que aplican los diferentes países para su implementación-, también hay llamadas de alerta serias, para considerar con mayor responsabilidad y profundidad sus implicaciones, pues se está viendo involucrada la vida de millones de personas alrededor del mundo.

Diferentes países están adoptando medidas sumamente dispares, mientras que algunos extienden su aplicación a todos los rangos de edad, otros aplican múltiples dosis, al tiempo que algunos más deciden incluso evitar algunas vacunas en particular para ciertos segmentos de la población, o mantienen un avance más cauteloso; en fin, no hay consenso sobre cual es la mejor fórmula; lo que hay es un debate en pleno desarrollo.

Mientras algunos países, como Francia, Australia o Israel, avanzan hacia políticas más severas, también existen otros países que al contrario, dan marcha atrás de forma categórica; recientemente varios países de Europa, incluido Reino Unido y República Checa, han anunciado la abolición de todo mandato; en el caso de Inglaterra, no solo se suprimieron los mandatos de vacunas antes aprobados, sino también otras medidas controvertidas, como el ‘pasaporte sanitario’ y el uso obligatorio de cubrebocas en exteriores; evidencia del debate existente, que debería respetarse y discutirse de forma abierta y transparente.

Asimismo, aunque el lobby farmacéutico, impulsa fuertemente la idea de que la vacunación a niños es de utilidad, lo cierto es que no solo hay decenas de países que no han querido dar el paso, incluidos algunos como Rusia, la India o México, incluso las últimas recomendaciones de la OMS, de igual forma consideran que ni siquiera los adolescentes deberían incluirse actualmente en los planes nacionales de vacunación anti-Covid-19; no obstante, en ciertos sectores, este  simple cuestionamiento a la vacunación en niños, llega a ser también suficiente para ser tachado de «antivacunas», negando el debate que existe alrededor del mundo; pues incluso hay varios países más, en África, Asia y hasta algunos de Europa, que ni siquiera han autorizado la vacunación en menores de 60 años; es decir, el debate sigue latente.

Las decisiones políticas acerca de su implementación, también han venido cambiando y aplicándose de forma diversa, a medida que van surgiendo nuevos estudios y avances; por ejemplo, una serie de eventos de efectos adversos, llevaron a desaconsejar vacunas de AstraZeneca y Moderna en personas jóvenes en varios países de Europa; o también, la misma agencia europea (EMA), dio marcha atrás, ante los planes de algunos países, de avanzar hacia una cuarta dosis. Es decir, el debate y el cuestionamiento continúa, debería ser normal, y nunca silenciado.

 

La propaganda

Desde ciertos sectores, se vienen promoviendo adjetivos como “antivacunas”, de forma generalizada, contra todo llamado a revisar los datos, que deberían ser de interés y objeto de escrutinio público.

Por ejemplo, hace unos días, circuló en varios medios, la “noticia” de que “expertos de la UAEM”, advertían de los peligros de los “antivacunas”, y que eran un “peligro para la salud”; no obstante, que este tipo de intentos de crear estereotipos, no solo parecen pobremente fundados, sino que además, parecerían intentos de generar propaganda, evadiendo las discusiones cruciales y vigentes que se tienen en la actualidad.

El boletín de prensa en cuestión, no aportaba nada nuevo, solamente retomaba palabras de un artículo de 2019  (donde se criticaba a un médico en lo particular por el tema del autismo)-antes del surgimiento de la pandemia-, en un contexto totalmente ajeno al actual; no obstante tratando de forzar, de donde sea, argumentos para contribuir a esta denostación generalizada de “los antivacunas”,  contra todo aquel que cuestione su seguridad y eficacia; al tiempo que se insiste en concebir a «las vacunas» bajo ese concepto ideal y utópico de perfección y beneficio para la salud, que aunque pudiera aplicar en muchos casos, no es algo absoluto, por lo que se debe reconocer su interpretación real, de que es un conjunto de fármacos, donde algunos resultan más eficientes que otros, y donde incluso cabe la posibilidad, que algunos resulten más perjudiciales que benéficos, así hayan sido aprobados por las instancias oficiales de salud, como ha sucedido históricamente.

En el discurso común, se pretende crear un estereotipo de “antivacunas”, como si se tratara de gente que no sabe de ciencia, y no comprende los “avances” que se están llevando a cabo en la industria farmacéutica moderna; no obstante, es inobjetable, que hay miles de personas vinculadas al mundo de la ciencia, que están cuestionando diversos aspectos, y no a la ligera, sino también con estudios formales y con rigor científico de por medio.

 

La “vacuna” bajo debate

Los cuestionamientos, no provienen de personas desligadas de la ciencia, al contrario, están presentes incluso algunos de los investigadores más destacados en su área, como el Dr. Peter McCullough , el cardiólogo investigador más citado de la historia, que está abogando fuertemente por evitar la vacunación en menores; o Vanden Bossche, creador de vacunas que trabajó incluso para la fundación de Bill Gates, y quien ha insistido, con múltiples argumentos epidemiológicos, en por qué la vacunación masiva en pandemia resulta contraproducente.

También hay organizaciones médicas como la International Association of Physicians and Medical Scientists, American Frontline Doctors o la Canadian Covid Care Alliance que representan a miles de profesionales de la salud, y que están llamando a revisar la estrategia de vacunación, pidiendo tajantemente descartar la inoculación en menores, así como también los mandatos; además, hay incluso premios nobel de ciencias como Satoshi Ōmura, William C. Campbell, Tu Youyou, Luc Montagnier o Michael Levitt, quienes de igual forma están haciendo severos señalamientos y pidiendo replantear la estrategia global de inmunización, es decir, los cuestionamientos, vienen también desde sectores médicos y científicos de prestigio.

Vivimos en una era, donde se descalifica como “antivacunas”, incluso a personalidades como el Dr. Robert Malone, quien no solo está vacunado contra Covid, y ha defendido su aplicación en personas de riesgo o en edad avanzada, es incluso uno de los creadores de la vacuna mRNA; no obstante, por salirse del discurso “oficialista”, y expresarse abiertamente contra la vacunación en personas jóvenes, ya es linchado mediáticamente, con ayuda también de las BigTech y medios corporativos.

No obstante, Malone no solo se basa en su experiencia, donde reconoce su producto como algo de alto riesgo y aún de carácter experimental, sino que además, hace alusión al hecho, que se están mostrando indicios de un posible y considerable efecto negativo en la salud en algunos casos.

Es cierto que también ha habido estudios, que reportan efectos positivos con la vacunación, no obstante, no solo deben compararse con investigaciones independientes, dado que en un amplio porcentaje se declaran conflictos de interés asociados a la industria farmacéutica, sino que también es vital ampliar el espectro de análisis, y valorar el impacto a la salud, más allá del Covid-19.

¿Por qué no discutir de forma amplia, las denuncias que se están haciendo a nivel global? Como las autopsias que ha venido haciendo desde hace meses el Prof. Dr. Arne Burkhardt, patólogo en jefe del Instituto Reutlingen, documentando posibles daños a consecuencia de la vacunación mRNA; que aunque no sean determinantes, sí levantan importantes sospechas que deberían investigarse con mayor profundidad.

En los tiempos pre-pandemia, se solía debatir con argumentos, no silenciar a la fuerza, como hacen las grandes redes sociales ante todo cuestionamiento; estas investigaciones, no solo deberían revisarse ampliamente, por la gran cantidad de personas bajo esta clase de tratamientos, y los planes para continuar, sino también por el hecho de que no es uno, ni dos, mes a mes, son múltiples los estudios que sugieren un mayor escrutinio; este mismo enero 2022, científicos de la Universidad de Londres presentaron una investigación, que pone en entredicho uno de los argumentos más fuertes de la vacunación: su seguridad y eficiencia, a partir incluso de los mismos datos oficiales del Instituto Nacional de Salud británico.

«A primera vista, los datos de la ONS sugieren que, en cada uno de los grupos de mayor edad, la mortalidad por todas las causas es menor en los vacunados que en los no vacunados. Esta conclusión queda en entredicho tras un examen más detallado de los datos debido a una serie de incoherencias y anomalías fundamentales en los datos»; señalaron los autores de la investigación, que se encuentra en fase de pre-print.

Tras revisar a detalle las bases de datos, comprobaron varias “incoherencias”, como el hecho de considerar “no vacunados”, a las personas que tenían entre 1 y 14 días de haberse aplicado una dosis (tanto la 1a, como la 2a), lo cual, podría tener cierto sentido, si lo que se va a medir es la efectividad de la vacuna; no obstante, esto es una incoherencia, cuando el objetivo es comparar la salud en general; es entonces que las gráficas cambian drásticamente y muestran un grave deterioro en los vacunados, que además se agudiza aún más, precisamente en ese periodo posterior cercano a la aplicación de una dosis.

Los investigadores, también hicieron un llamado a transparentar de forma total la información, pues estos reportes oficiales, no clarifican tampoco los segmentos de edad, en el rango de los 18 a los 59 años, donde el balance riesgo/beneficio podría ser aún más cuestionable.

Cabe señalar también que la opacidad existente, complica las discusiones abiertas y transparentes acerca de la eficacia real; por ejemplo, Pfizer solicitó clasificar todos sus datos relativos a la vacunación por 50 años, además de que exterminó (vacunó al año) al grupo no vacunado original del estudio clínico que derivó en la aprobación de la vacuna, evitando así la posibilidad de comparar la evolución de salud -con los vacunados- a largo plazo.

Estos son solo unos pocos ejemplos recientes de cuestionamientos, no obstante, diversos investigadores, como Stephen Kirsch, quien es incluso asesor de la FDA y ha participado en las discusiones para definir la política sanitaria en EEUU, han venido recopilando decenas de investigaciones y documentos, que llaman a hacer una revisión más exhaustiva de la política de vacunación, antes de seguir con las campañas indiscriminadas de inoculación a toda la población.

Este, es gran parte del debate que prevalece en el ámbito de la vacunación, y que aveces pretende ser silenciado de forma arbitraria: ¿A qué edad, ya es mayor el beneficio, que el riesgo, por la vacunación anti Covid-19? No existe evidencia clara, y de ahí, que se apliquen criterios muy dispares, y que se mantenga abierta también, la necesidad de debatir y analizar de forma exhaustiva.

 

El derecho a decir que no

Vivimos en una era, donde incluso el hecho de decidir abstenerte de poner una vacuna, ya te hace blanco de críticas y descalificaciones, donde se tilda a la persona de «anti-vacunas», sin importar que desde su niñez tenga más de una docena de vacunas encima; otro absurdo, que también puede acentuar autoritarismos, más aún por el hecho de que hay razones de peso, para considerar la abstinencia como una opción, y ningún argumento válido (debido a que representan un riesgo y no previenen infección ni transmisibilidad) para imponer de forma generalizada.

Casos recientes lo tenemos con el tenista Novak Djokovic, quien además de múltiples insultos, fue deportado, por no haber estado vacunado, a pesar de contar con una excepción médica, por haber tenido recientemente Covid-19. El Instituto Brownstone, tiene una compilación de casi 150 de investigaciones científicas, que demuestran la prevalencia de un factor tan crucial como la inmunidad natural, la cual ha demostrado robustamente, ofrecer a la persona que ha superado el virus, una inmunidad mucho más segura y eficiente, en comparación con los fármacos actuales.

Tal es la validez de la inmunidad natural, que otras instancias deportivas, como la NCAA (deporte colegial) de los EEUU, recientemente sacaron un desplegado, recalcando que reconocen por igual, a deportistas que tienen la vacunación, o bien que han superado el virus con anterioridad.

Al no haber razones médicas y científicas para forzar la vacunación, no solo debería de ser un derecho de Djokovic, o cualquiera, decir que no, cuando se tengan motivos, por ejemplo, por el hecho de contar con una inmunidad superior; además, resulta evidente que se está obligando a la persona, a adoptar un riesgo, que resulta innecesario y de efectividad cuestionable.

Tan solo en el Abierto de Australia, ya se tienen dos casos de jugadores, vacunados, que terminaron siendo declarados casos positivos de Covid-19: el australiano Nick Kyrgios, quien se solidarizó con Djokovic y se manifestó avergonzado de su país, y el británico Bernard Tomic, quien además presentó síntomas y hasta pidió una prueba PCR en pleno partido; es decir.. ¿dónde se demuestra el beneficio, de incluir solo a vacunados, cuando estos claramente también se pueden contagiar, y ser foco de contagios?

En este mismo abierto australiano, desde antes de empezar su fase final, además de un joven recoge pelotas que colapsó en plena cancha, se registraron también otros dos casos de tenistas, vacunados, que abandonan el torneo por razones de salud que podrían ser aún más graves: el georgio no. 22 del mundo Nikoloz Basilashvil y la eslovena Dalila Jakupovic,  tuvieron que abandonar tras presentar problemas cardio respiratorios en pleno partido.

En vez de tildar al deportista, como antivacunas, por defender sus derechos y decir que no, también debería precisarse con mayor exactitud, cual es el nivel de riesgo que existe, considerando el factor efectos adversos. Pues a pesar que desde los mismos fact checkers corporativos, se ha insistido que la muerte y colapso de cientos de deportistas alrededor del mundo, son una simple casualidad que no tienen que ver con la vacunación, también es cierto que hay especialistas que están llamando a investigar esto con mayor amplitud, ante los reportes detallados de cientos de casos, que además se siguen presentando semana a semana.

No solo en el mundo del tenis, ha habido casos de deportistas que se han tenido que retirar, responsabilizando directamente a la vacuna del deterioro de su salud, mes a mes también en todos los deportes profesionales, se vienen presentando casos; esta misma semana, la atleta olímpica suiza de 26 años de edad, Sarah Atcho, quien era una de las mujeres más veloces del planeta, publicó una conmovedora carta, donde anuncia que ha sido diagnosticada con pericarditis, y expresa abiertamente su molestia por no haber sido prevenida de los efectos adversos, particularmente de Pfizer, vacuna que tenía unos días de haberse aplicado.

«Tengo que admitir que estoy molesta por la situación, porque no hablamos suficiente acerca de los efectos adversos. Me siento ahora sin ayuda desde que esto se salió completamente de mis manos», declaró a través de redes sociales, la atleta que de esta forma ve truncada su carrera y desempeño de alto rendimiento.

En este mismo sentido se manifestó en redes sociales el futbolista británico Ollie Harfield quien señaló: «Si existe un riesgo, debe haber posibilidad de elegir», de igual forma como parte de los llamados que se están haciendo desde diversos ámbitos, para que se respete el derecho a la libre determinación.

Ante la abundancia de sospechas, y la escasez de evidencia concluyente que descarte una relación, debería ser necesario al menos reconocer la duda, así como también la existencia de cierto riesgo; y aunque pudiera ser aún, un «riesgo infrecuente», debe reconocerse como posible, y por tanto, conceder la libertad de elegir, qué tipo de riesgos prefiere afrontar cada quien; en vez de obligar a toda persona, a someterse a tratamientos que aún están en fase de desarrollo, violando así derechos humanos básicos, y además linchando bajo calificativos, que solo abonan al avance de medidas autoritarias.

Australia, es uno de los pocos países que no respeta este precepto básico y fundamental de la inmunidad natural, pero no el único; autoridades sanitarias de otros regímenes con políticas similares, como el caso de Israel, también están aplicando severos mandatos a su población, a pesar de que autoridades de salud han reconocido que los pasaportes de vacunación, no obedecen a cuestiones sanitarias, sino meramente políticas, como forma de presionar a la ciudadanía a inocularse; esto está generando también severos cuestionamientos al interior, hace unos días, el director del Departamento de Inmunología de la Universidad de Tel Aviv, la más importante de Israel, llamó a reconocer el fracaso en la estrategia, ante la pobre inmunidad generada, incluso con una cuarta dosis ya aplicándose en la población, como se reconoció también en un estudio recién hecho en Israel en relación con Ómicron.

A veces, en ciertos sectores, se niega el hecho de que la vacunación no es un acto de responsabilidad, pues no evita la transmisión ni el contagio, es decir, ni vacunándose todo el mundo, se detendría la pandemia, con esta clase de fármacos; es, a lo mucho, un elemento que puede llegar a proteger a la persona que lo usa, no obstante, en nada, beneficia o afecta, si el resto de personas deciden no adoptarlo; y a pesar de las campañas del lobby farmacéutico, esta es la realidad que se reconoce aún en la mayor parte del mundo, a pesar de que intenten crear una imagen distinta, enarbolando las acciones de estados autoritarios, que están incurriendo en mandatos.

Y aunque es importante tener presente que los cuestionamientos y el debate existe y persiste a nivel mundial, las políticas autoritarias, no son solo una actitud de algunos países lejanos, sino que es un fenómeno que está llegando a acrecentarse también en México, y hacerse patente en entidades como Jalisco y Tlaxcala; atentados autoritarios que habría que desterrar con contundencia, pues atentan contra la libre determinación y los derechos fundamentales.

 


Comparte:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Clic aquí para ver Apocaliptic en Google Noticias, suscríbete dando clic a la estrella