Por qué fue declarado Patrimonio el Paseo de los Muertitos de Tultepec: 150 años más auténtico que Catrineando

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El Paseo de los Muertitos, también conocido como Procesión de los Farolitos, fue recientemente declarado Patrimonio Cultural Inmaterial del Estado de México por el Congreso local, en reconocimiento a una tradición comunitaria que ha perdurado por casi siglo y medio. Este acto legislativo no sólo celebra la antigüedad del ritual, sino su profundo significado social, religioso y artístico dentro de la identidad tultepequense.

Una tradición con 150 años de luz

De acuerdo con la crónica histórica recopilada por investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el Paseo de los Muertitos tiene sus orígenes en 1875, cuando Doña Juana Crisóstoma Solano, una catequista local, invitó a los niños del pueblo a encender velas y salir por las calles para “guiar con su luz” a las almas de los angelitos —los niños fallecidos— en su camino de regreso a casa. Con el paso de los años, las velas fueron sustituidas por faroles elaborados con papel de china y carrizo, dando origen a una procesión única en su tipo.

Hoy, cada 31 de octubre, cientos de familias recorren las calles de Tultepec con farolitos en forma de estrellas, cruces, calaveras o barcos, iluminando la noche en una expresión de fe y memoria que combina las raíces indígenas con la devoción católica. Según el Archivo Histórico Municipal, esta práctica ha sido transmitida de generación en generación, sin interrupción, durante 150 años.

Más que una procesión: identidad y comunidad

El Paseo de los Muertitos no es un desfile turístico ni un espectáculo comercial. Es un ritual colectivo que simboliza el vínculo entre la vida y la muerte, entre la comunidad y sus antepasados.

La Secretaría de Cultura del Estado de México lo considera una de las expresiones más puras de la espiritualidad popular, donde cada familia participa activamente: los niños elaboran sus faroles, los adultos decoran altares y los artesanos locales preparan la pirotecnia que ilumina el cierre de la jornada.

Tultepec, conocida como la Capital Nacional de la Pirotecnia, incorpora en esta celebración una mezcla de arte, fuego y devoción que la distingue de otros municipios. Al finalizar el recorrido, los asistentes se reúnen en la Plaza Hidalgo, donde se encienden velas, se presentan altares colectivos y se comparte comida típica, en un ambiente de recogimiento y alegría comunitaria.

Reconocimiento oficial del Congreso Mexiquense

En sesión ordinaria, la LXII Legislatura del Estado de México aprobó por unanimidad el dictamen que declara Patrimonio Cultural Inmaterial al Paseo de los Muertitos, destacando su valor como símbolo de fe, identidad y cohesión social. Los legisladores subrayaron que este reconocimiento no sólo busca preservar la tradición, sino también garantizar su transmisión a las nuevas generaciones mediante programas educativos, culturales y turísticos.

De acuerdo con el dictamen legislativo, se instituye también el 31 de octubre como el “Día Estatal del Paseo de los Muertitos”, con el fin de promover su estudio, difusión y salvaguarda. El Congreso consideró que esta tradición cumple plenamente con los criterios establecidos por la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO (2003), al ser una práctica viva, representativa y sostenida por la comunidad que le da sentido.

Un legado que trasciende generaciones

La UNAM, en su acervo sobre Fiestas y Tradiciones del Estado de México, ha señalado que el Paseo de los Muertitos constituye una “manifestación de sincretismo cultural que ha conservado su autenticidad a través del tiempo”, destacando que su carácter participativo y su continuidad histórica lo convierten en un ejemplo notable de patrimonio vivo.

Hoy, Tultepec no sólo honra a sus muertos, sino también a su propia historia. Cada farol encendido representa una voz ancestral que sigue viva en la memoria colectiva del pueblo. Y con el reconocimiento oficial del Congreso Mexiquense, esta procesión de luz se consolida como uno de los símbolos más profundos del Día de Muertos en el Estado de México, uniendo pasado, presente y futuro bajo la misma llama encendida hace 150 años.







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