Este viernes se marcó un momento clave en el Congreso de Estados Unidos, al discutirse la iniciativa fiscal promovida por el presidente Donald Trump que incluye, entre otras medidas, un impuesto del 5% a las remesas enviadas al extranjero por migrantes, especialmente aquellos sin estatus migratorio regular.

Esta propuesta, generó un intenso debate tanto en EE. UU. como en países receptores de remesas, como México; y aunque parecía prioridad de la agenda del presidente Trump, que quería promulgarla el Día de la Independencia, finalmente legisladores de su propio partido han inclinado la balanza para ponerle un alto.

Iniciativa de impuesto a remesas de Trump

La propuesta de imponer un gravamen del 5% a las remesas formaba parte de un ambicioso plan fiscal impulsado por el congresista republicano Jason Smith. El objetivo era generar ingresos adicionales para el gobierno estadounidense, al tiempo que se endurecían las políticas migratorias.

Según el proyecto, las empresas de transferencia de dinero debían retener este impuesto, que se aplicaría a envíos realizados por personas sin ciudadanía estadounidense, incluyendo residentes permanentes y titulares de visas temporales. Los ciudadanos estadounidenses verificados estarían exentos de esta medida.

El plan también incluía otras disposiciones, como la extensión de los recortes fiscales de 2017, la eliminación de subsidios a energías limpias y restricciones a créditos fiscales para inmigrantes indocumentados. Sin embargo, el impuesto a las remesas captó especial atención debido a su impacto potencial en millones de familias en América Latina, Asia y otras regiones, así como en las economías de países dependientes de estos flujos financieros.

Congreso vota

Este 16 de mayo, el Comité de Presupuesto de la Cámara de Representantes de EE. UU. se reunió para evaluar el paquete fiscal en su conjunto. Durante esta sesión, la propuesta enfrentó un revés significativo. Un grupo de legisladores republicanos, particularmente de estados con grandes poblaciones migrantes, expresó preocupaciones sobre las consecuencias económicas y sociales del impuesto a las remesas.

Argumentaron que la medida podría afectar negativamente a comunidades locales en EE. UU., donde los migrantes contribuyen significativamente a la economía, además de generar tensiones con países vecinos.

En un giro un tanto sorpresivo, cinco representantes del ala conservadora del Partido Republicano se unieron a la oposición demócrata para votar en contra del avance del proyecto en su forma actual. La votación resultó en 21 votos en contra y 16 a favor, lo que efectivamente frenó el progreso del paquete legislativo en el comité.

Este resultado marcó un obstáculo importante para la agenda fiscal de Trump, que buscaba una aprobación rápida antes del 26 de mayo, con el objetivo de tener la ley firmada para el 4 de julio, Día de la Independencia.

La decisión del Comité de Presupuesto generó reacciones inmediatas. En EE. UU., los demócratas celebraron el bloqueo como una victoria para las comunidades migrantes, argumentando que el impuesto era discriminatorio y perjudicial.

Por su parte, algunos republicanos que apoyaban el proyecto indicaron que podrían reconsiderar la iniciativa si se ajustaban ciertas disposiciones, como la eliminación de programas sociales o incentivos a energías renovables, para compensar el déficit presupuestario.

En México, donde las remesas representan cerca del 3.5% del PIB, la noticia fue recibida con alivio por parte del gobierno y la sociedad civil. La presidenta Claudia Sheinbaum, quien había calificado la propuesta como “injusta” y “discriminatoria”, destacó los esfuerzos diplomáticos de México para dialogar con legisladores estadounidenses. El Senado y la Cámara de Diputados mexicanos habían enviado cartas al Congreso de EE. UU. solicitando reconsiderar el impuesto, argumentando que violaba principios de tratados bilaterales y constituía una doble tributación.