El mundo del cine y el teatro mexicano se vistió de luto, con la partida de Javier Zaragoza Sandri, un actor, director y docente cuya trayectoria de casi cinco décadas dejó una huella imborrable en el cine, el teatro y la televisión.
A los 63 años, Zaragoza nos dejó, pero su legado artístico sigue resonando en los corazones de quienes admiraron su talento y compromiso con la cultura.
Orígenes y Formación: Un Artista de Raíz
Nacido en 1962 en Iztapalapa, Ciudad de México, Javier Zaragoza creció en un entorno que lo conectó profundamente con su identidad y su pasión por las artes. Desde joven, mostró un interés innato por la actuación, lo que lo llevó a formarse en la prestigiosa Escuela de Arte Teatral del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL). Allí, bajo la tutela de maestros como René Pereyra y Ludwik Margules, perfeccionó su técnica actoral, desarrollando un estilo versátil que lo distinguiría a lo largo de su carrera.
Sus primeros pasos en el arte escénico los dio en los años setenta, participando en proyectos de teatro revolucionario en los Colegios de Ciencias y Humanidades (CCH) de la UNAM. Esta etapa inicial reflejó su compromiso con el arte como herramienta de transformación social, un principio que guiaría gran parte de su trabajo.
Una Carrera Prolífica en Cine y Teatro
La carrera de Javier Zaragoza, a quien entrevistamos hace unos en Apocaliptic, abarcó más de 60 producciones cinematográficas, además de innumerables puestas en escena y participaciones en televisión.
Su debut en la gran pantalla se dio en la década de los ochenta con proyectos como el cortometraje Diamante (1984), dirigido por Gerardo Lara, quien actualmente es también columnista de Apocaliptic, y entre sus primeras oportunidades destaca de igual forma la película Chido Guan, el tacos de oro (1986), donde compartió créditos con el icónico Mario Almada. Estas primeras incursiones marcaron el inicio de una trayectoria que lo llevaría a trabajar tanto en el cine mexicano como en producciones internacionales.
Entre sus papeles más destacados se encuentra su interpretación de Sandri en Hombre en llamas (2004), una cinta de Hollywood dirigida por Tony Scott y protagonizada por Denzel Washington. También dejó una marca en películas como Miss Bala (2011), donde dio vida a Ramón Guerrero, y Atrapen al gringo (2012), compartiendo escena con Mel Gibson. Otros títulos notables incluyen La dictadura perfecta (2014), donde además trabajó como camarógrafo, Maquinaria Panamericana (2016) y El Poderoso Victoria (2021), su última aparición en la pantalla grande.
En el teatro, Zaragoza brilló en montajes como El encanto de Belén, Sueño de una noche de verano, El monte calvo y Muerte súbita, demostrando su capacidad para transitar entre géneros y estilos con una naturalidad que cautivaba al público. Su presencia escénica, combinada con su profunda comprensión de los personajes, lo convirtió en un referente del teatro mexicano.
Más Allá de la Actuación: Dirección y Docencia
Javier Zaragoza no se limitó a actuar; también exploró otras facetas del arte. En 2007, escribió y dirigió el cortometraje Iridiscencia Masculina, un proyecto que reflejó su sensibilidad como creador y su interés por contar historias desde una perspectiva única. Su trabajo detrás de cámaras, incluyendo su labor como camarógrafo en La dictadura perfecta, evidenció su versatilidad y su deseo de contribuir al cine desde múltiples ángulos.
Como docente, Zaragoza dejó un legado igualmente significativo. Impartió talleres de actuación en instituciones como el Instituto Politécnico Nacional y la Escuela de Cine Comunitario y Fotografía Pohualizcalli Casa de las Historias, en Iztapalapa. En este espacio, no solo formó a nuevas generaciones de cineastas y actores, sino que también se convirtió en una figura inspiradora, recordada por su generosidad y compromiso con sus alumnos. La Escuela Pohualizcalli lo describió como un “compañero solidario, creativo y comprometido”, palabras que encapsulan su espíritu como educador.
La noticia de su fallecimiento, confirmada por la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC), generó una ola de condolencias en redes sociales. La AMACC, por su parte, destacó su extensa carrera y envió un abrazo a su familia, amigos y alumnos.
Javier Zaragoza no fue solo un actor; fue un narrador de historias, un mentor y un defensor de la cultura mexicana. Su capacidad para moverse entre el cine independiente, las grandes producciones de Hollywood y el teatro comprometido lo convirtió en un artista completo, cuya influencia trasciende las pantallas y los escenarios.