Terremoto de 7.7 deja más de 200 muertos y devastación en Myanmar y Tailandia. Fuertes imágenes

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Un poderoso terremoto de magnitud 7.7 golpeó el corazón del sudeste asiático este viernes a las 12:50 hora local (6:20 GMT), dejando un rastro de destrucción y luto en Myanmar, Tailandia y regiones cercanas.

Con epicentro a 16 kilómetros al noroeste de Sagaing, cerca de la segunda ciudad más grande de Myanmar, Mandalay, el sismo ha sido descrito como uno de los más devastadores en la región en los últimos años. De forma preliminar las autoridades reportan al menos 200 fallecidos y más de 700 heridos, aunque se teme que las cifras sigan en aumento a medida que los equipos de rescate avanzan entre los escombros.

El temblor, ocurrido a solo 10 kilómetros de profundidad, sorprendió a millones de personas en plena actividad matutina. En Mandalay, una metrópoli de 1.2 millones de habitantes conocida por su rica herencia budista, testigos describieron escenas de caos: edificios colapsando, pagodas históricas reducidas a ruinas y carreteras partidas por grietas profundas.

En Naypyidaw, la capital birmana, uno de los principales hospitales quedó inutilizable, forzando a médicos a atender a los heridos en las calles bajo condiciones precarias.

El sismo no se limitó a Myanmar. En Bangkok, Tailandia, a cientos de kilómetros del epicentro, el impacto fue igualmente dramático. Un rascacielos en construcción de 30 plantas se desplomó, cobrando la vida de al menos tres personas y dejando a más de 70 atrapadas, según las autoridades tailandesas. La primera ministra, Paetongtarn Shinawatra, declaró a Bangkok «zona de emergencia» y ordenó el cierre de escuelas y la evacuación de edificios altos, advirtiendo sobre posibles réplicas en las próximas 24 horas.

La infraestructura en el centro de Myanmar ha sufrido un golpe devastador. Puentes colapsados, carreteras intransitables y cortes masivos de electricidad han complicado las labores de rescate. En Sagaing, un monasterio se derrumbó, atrapando a 20 niños, mientras que en Mandalay, una mezquita parcialmente destruida sumó tres víctimas fatales más a la tragedia. La Organización Mundial de la Salud (OMS) calificó los daños como «enormes» y activó su centro logístico para enviar suministros médicos urgentes.

En un gesto inusual, la junta militar que gobierna Myanmar desde el golpe de 2021 hizo un llamado desesperado a la comunidad internacional por ayuda humanitaria. «Los daños son significativos, y necesitamos apoyo urgente», declaró el jefe militar Min Aung Hlaing, quien visitó un hospital abarrotado en Naypyidaw. La Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) ya está movilizando equipos en terreno, aunque las restricciones de acceso a internet y la censura en las zonas controladas por los militares dificultan conocer la magnitud total del desastre.

Apenas 12 minutos después del terremoto inicial, una réplica de magnitud 6.4 volvió a estremecer la región, intensificando el pánico. En Tailandia, videos virales mostraron piscinas en hoteles de lujo desbordándose como cascadas, mientras los residentes de Bangkok abandonaban edificios en masa. En el sur de China, provincias como Yunnan reportaron temblores leves, pero sin daños significativos hasta el momento.

La Cruz Roja advirtió que las líneas eléctricas caídas y la falta de recursos están obstaculizando las operaciones de rescate en Mandalay y Sagaing. «Estamos trabajando contrarreloj, pero las necesidades son abrumadoras», señaló un portavoz. En Bangkok, la búsqueda de sobrevivientes en el rascacielos colapsado continúa, con equipos utilizando drones y maquinaria pesada.

El terremoto de hoy se suma a una larga historia de desastres sísmicos en Asia, una región vulnerable por su ubicación en el «Cinturón de Fuego» del Pacífico. Expertos advierten que la poca profundidad del sismo y la fragilidad de muchas construcciones en Myanmar han amplificado su impacto. Mientras la tierra sigue temblando con réplicas menores, millones de personas en el sudeste asiático enfrentan una noche de incertidumbre, con hogares destruidos y seres queridos aún bajo los escombros.

A medida que la comunidad internacional responde al llamado de auxilio, la prioridad es clara: salvar vidas y atender a los heridos. Sin embargo, en un país dividido por conflictos y ahora golpeado por la naturaleza, la recuperación será un desafío monumental.


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