VERDADES MENTIROSAS… Fiesta brava o prohibición

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Eternidad es aquello que se vive una sola vez”

Francisco López Sacha

La cobardía del gobierno “bonapartista” de la 4 T hace su aparición a la hora de marcar una postura respecto a la tauromaquia: FIESTA BRAVA O PROHIBICIÓN, un dilema que no quieren resolver en su afán “bonapartista” de quedar bien con Dios y con el Diablo; han sacado de la chistera un invento inconcebible; las corridas incruentas en las que no habrá banderillas ni picadores y mucho menos estoque, además se cubrirán los cuernos del toro para que ¡el ¡torero tampoco salga herido!

Sorprendente bobería inoculada en las mentes maquiavélicas del gobierno de la ciudad de México y que tiene la feliz aprobación del gobierno federal, propuesta inviable, estulta, ridícula y cobarde, pues no se atreve a prohibir la fiesta y tampoco a contravenir a los “animalistas” el humanismo mexicano convertido en “animalismo mexicano”.

En el fondo es una prohibición velada, pues está finiquitando de un plumazo la tradición taurina e inventando “otra cosa”, más cercana a la acrobacia, al espectáculo y al deporte, pero a años luz de distancia de la tauromaquia; pues en la modalidad “incruenta” no habrá empresario que organice una corrida, ni torero que quiera torearla, ni público que quiera presenciarla.

El atentado contra la libertad que significa la prohibición anticonstitucional de la fiesta brava refleja la ignorancia absoluta de los gobiernos de la ciudad de México y el gobierno federal, creyendo que pueden sustituir un ritual sagrado con un invento melcochoso y bochornoso.

Presidenta Claudia Sheinbaum y jefa de Gobierno Clara Brugada, el toreo no consiste en hacer pasar al torio a diestra y siniestra, no es espectáculo, no es circo, no es deporte, es un ritual sagrado que deviene en arte y en el que lo que está en juego es la vida misma.  Un arte efímero que reside en la memoria, momentos inmortales que “sólo suceden una vez” en palabras del Ernest Hemingway: “La tauromaquia es el único arte en el que el artista corre peligro de muerte y en el que el grado de brillantez en la ejecución queda en manos del torero”.

El aficionado taurino sabe que en 20 años sólo verá escasos momentos en que el encuentro entre la naturaleza y el hombre explota en todo su potencial, se requieren ver una, dos tres decenas, centenas de corridas para que llegue la sublimación del momento, un arte efímero, creado en vivo, un acto poético durante el que se “para al mundo”; la base de este sin igual acto creativo es “el peligro de muerte” .

No he visto protestar a los “animalistas” en los rastros, en los que miles de reses anónimas, sin nombre, sufren humillación escarnio y muchísimo dolor, tampoco los he visto protestar en los restaurantes fifís en los que se sirven “cortes finos”, resultado de la matanza indiscriminada de animales que “vivieron” sin pena ni gloria y “murieron” también sin pena ni gloria a manos de auténticos carniceros.

El toreo es antes que nada acto poético y ritual sacrificial, su origen lo encontramos en el vínculo del ser humano y la naturaleza; la versión mexicana de la tauromaquia viene directamente del “padre de la patria” Miguel Hidalgo, taurino a carta cabal y él mismo torero aficionado que luchó contra el edicto colonial que prohibía a nacidos en México lidiar toros bravos.

Pero la farsa montada por el gobierno de   ciudad de México y secundada por la ignorancia taurina del gobierno federal es sólo el remate , el último empujón hacia la extinción de la tauromaquia mexicana que comenzó ese proceso tergiversando, anulando y abdicando de principios esenciales del “arte de Cuchares”, como el caso del toro bravo que en México ha perdido tal bravura a cambio de la fabricación de un torito de caramelo diseñado para el “toreo de salón” en el que desaparece el peligro de muerte, las plazas cuando se llenan son ocupadas por aficionados primerizos “ villamelones ”, turistas y asustadizos, sin embargo las plazas se han vaciado y se han congelado en el tiempo, puede afirmarse que ha ocurrido una implosión en la tauromaquia mexicana, el congreso de la cd de México y la presidenta Sheinbaum sólo le darán el empujón final.

El movimiento antitaurino es parte de la agenda neocolonial que ha emprendido una guerra cultural contra los pueblos, en su afán de borrar toda identidad nacional, para balcanizar a México hay que desaparecer la fiesta brava y muchas cosas más.

Según yo la “cultura nacional” no se limita a los pueblos originarios, va mucho más allá, es un mosaico diverso; eliminar el arte de cúchares en México, es la imposición del pensamiento único y una flagrante violación de nuestra Constitución.

 


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