Este martes, las calles de Toluca se llenaron de batas blancas y pancartas de protesta en una manifestación organizada por médicos veterinarios y zootecnistas del área. La movilización se llevó a cabo en respuesta al trágico asesinato de Héctor Hernández Cañas, un veterinario que perdió la vida en Tultepec, Estado de México, tras ser presuntamente atacado por los dueños de una mascota que no pudo salvar.

La marcha comenzó en el Parque Vicente Guerrero, donde se congregaron más de 300 profesionales del sector, vestidos de blanco en señal de duelo y con moños negros. Con consignas como «Héctor no murió, a Héctor lo mataron» y «Ni un veterinario más», los manifestantes recorrieron las principales avenidas de la ciudad, culminando frente al Palacio de Gobierno. Allí, guardaron un minuto de silencio y otro de aplausos en memoria de su colega caído.

El ambiente durante la marcha fue de solidaridad y dolor, pero también de firme exigencia. Los participantes no solo buscaban justicia para Héctor sino también un alto a la violencia y el acoso que, según denuncian, enfrentan cada vez con mayor frecuencia. El asesinato de Hernández se ha convertido en un símbolo de la vulnerabilidad a la que se enfrentan los veterinarios en su práctica diaria, donde el acoso en redes sociales y las expectativas irreales de los dueños de mascotas pueden escalar rápidamente a amenazas físicas.

En medio de la protesta, se hizo evidente que este no es un caso aislado. Los veterinarios y zootecnistas han señalado que la violencia contra ellos está en aumento, con incidentes que van desde agresiones verbales hasta ataques físicos. La comunidad veterinaria ha pedido medidas de protección y un marco jurídico que asegure su seguridad mientras ejercen su profesión. La desinformación y la falta de comprensión por parte de algunos dueños de mascotas sobre los límites de la medicina veterinaria agravan aún más la situación, llevando a un clima de hostilidad y desconfianza.

Como parte del paro nacional, muchas clínicas veterinarias en Toluca suspendieron sus servicios hasta después de las 14:00 horas, sumándose así a una acción simbólica para visibilizar la urgencia de cambios. Este paro, combinado con la marcha, fue una clara señal de que la comunidad veterinaria no está dispuesta a seguir tolerando la violencia que mina su labor diaria.

Las autoridades han sido instadas a actuar, no solo para esclarecer el asesinato de Héctor Hernández sino para garantizar que los profesionales de la salud animal puedan trabajar sin temor a represalias.