En un contexto de estrecha colaboración bilateral en materia de salud, el gobierno de México, bajo la administración de Claudia Sheinbaum, ha intensificado su alianza con Cuba para incorporar el medicamento Heberprot-P, un fármaco cubano diseñado para tratar úlceras en el pie diabético y prevenir amputaciones.
Esta decisión, anunciada recientemente por la Secretaría de Salud (Ssa) y el IMSS-Bienestar, ha generado controversia al priorizar una solución extranjera sobre desarrollos nacionales, como el trabajo pionero de la doctora mexicana Leticia Lamas en terapias regenerativas para la diabetes y el innovador NanoGel de la doctora Tessy María López Goerne, cuya nanomedicina ha demostrado resultados prometedores en la curación de heridas crónicas. El Heberprot-P, producido por el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB) de Cuba, se presenta como un tratamiento innovador que acelera la cicatrización de heridas crónicas en pacientes con diabetes, una enfermedad que afecta a más de 14 millones de mexicanos según datos de la Federación Mexicana de Diabetes. David Kershenobich, titular de la Ssa, lo describió como un avance con «resultados sorprendentes» durante una conferencia reciente, confirmando que ya se utiliza en el IMSS-Bienestar y se incorporará a los Protocolos Nacionales de Atención Médica, lo que lo hará prácticamente obligatorio en el sistema público de salud.
Esta integración forma parte de un acuerdo ampliado de cooperación México-Cuba, que incluye no solo el envío de médicos cubanos –por el que México ha pagado más de 2,019 millones de pesos entre 2022 y 2025–, sino también la adquisición de medicamentos y vacunas cubanos.Sin embargo, críticos señalan que esta preferencia por productos cubanos podría responder más a afinidades ideológicas que a evaluaciones científicas imparciales.
La Auditoría Superior de la Federación (ASF) ha documentado irregularidades en compras previas a empresas vinculadas a BioCubaFarma, como Neuronic Mexicana S.A. de C.V., que recibió cientos de millones de pesos por medicamentos defectuosos o caducados entre 2022 y 2024, muchos de los cuales nunca llegaron a hospitales. Un exfuncionario de Birmex reveló que se «instruyó beneficiar al proveedor cubano» en licitaciones, eludiendo registros sanitarios de la Cofepris gracias a un decreto de 2020 que avala productos avalados por el Cecmed cubano. Esto ha levantado dudas sobre la transparencia y eficacia de estas importaciones, con organizaciones como Nariz Roja denunciando la llegada de «medicamentos cubanos desconocidos» para tratamientos oncológicos sin verificación adecuada.
En este panorama, destacan las contribuciones de científicas mexicanas como la doctora Leticia Lamas, investigadora del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán (INCMyN), quien ha dedicado décadas a estudiar terapias regenerativas para complicaciones diabéticas, incluyendo enfoques con factores de crecimiento y plasma rico en plaquetas que podrían ofrecer alternativas locales al Heberprot-P. Lamas, reconocida por su trabajo en medicina regenerativa, ha publicado estudios en revistas internacionales sobre tratamientos no invasivos para úlceras diabéticas, pero su propuesta no ha sido integrada en los protocolos nacionales recientes. De igual manera, la doctora Tessy María López Goerne, química y pionera en nanomedicina, desarrolló el NanoGel, un antiséptico cicatrizante basado en nanopartículas de titanio que acelera la regeneración de tejidos en úlceras diabéticas, úlceras varicosas y quemaduras.
Este gel, patentado por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) y comercializado por su empresa NanoTutt S.A. de C.V., ha reducido tiempos de curación de seis a nueve meses a solo tres en algunos pacientes, evitando amputaciones y ganándole a López Goerne nominaciones al Nobel de Química y premios internacionales como el de la Academia Mundial de las Ciencias.
A pesar de su impacto –con aplicaciones en clínicas accesibles y cuotas de recuperación desde 750 pesos–, el NanoGel tampoco ha sido incorporado a los programas nacionales de salud, eclipsado por la importación cubana.Expertos de la Academia Nacional de Medicina de México y la Federación Mexicana de Diabetes han cuestionado públicamente si el medicamento cubano ha sido evaluado por academias independientes, advirtiendo que «se antepone la ideología a la ciencia». En redes sociales, voces como la del senador Julen Rementería han revivido críticas a la «hermandad revolucionaria» que, según ellos, prioriza pagos millonarios a La Habana sobre soluciones endógenas.
La Ssa defiende la decisión argumentando que el Heberprot-P reduce amputaciones en hasta un 70% según ensayos cubanos, y que la colaboración con Cuba es «solidaria y estratégica». No obstante, la ausencia de comparaciones directas con opciones mexicanas como las de las doctoras Lamas y López alimenta el debate: ¿es esta una oportunidad perdida para impulsar la biotecnología nacional, o un paso necesario ante la escasez crónica de insumos? Mientras el pie diabético sigue siendo la principal causa de amputaciones no traumáticas en México –con más de 100,000 casos anuales–, urge una evaluación transparente que incluya todas las voces científicas, mexicanas incluidas.