Este viernes, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, respondió a los señalamientos del presidente de El Salvador, Nayib Bukele, sobre la persistente problemática de inseguridad en México. En un intercambio que captó la atención internacional, Sheinbaum subrayó un principio fundamental de su gestión: el respeto mutuo como base de la diplomacia.
Todo comenzó cuando Bukele, conocido por su estilo directo y su controvertida estrategia de seguridad en El Salvador, publicó un mensaje en redes sociales el pasado jueves. En él, cuestionó por qué México, con sus vastos recursos y una población de 130 millones de habitantes, no ha logrado resolver el problema de la inseguridad en alguno de sus 28 estados con menos habitantes que El Salvador.
“Resuelvan el tema de la seguridad en un estado primero, luego en el siguiente, y así sucesivamente”, sugirió, comparando implícitamente su modelo de mano dura contra las pandillas con la situación mexicana.
La crítica no pasó desapercibida. Durante su conferencia matutina de este viernes en Palacio Nacional, Sheinbaum abordó el tema con una postura clara pero sin caer en la confrontación. “Él fue electo por su pueblo, pero al mismo tiempo pedimos respeto para México. Respeto, siempre respeto. Es la característica de la diplomacia”, afirmó la mandataria. Con estas palabras, evitó entrar en un debate directo con Bukele, reconociendo su legitimidad como líder electo mientras defendía la soberanía y los esfuerzos de su país.
En lugar de responder con una defensa detallada de su política de seguridad, optó por elevar el discurso al terreno de los principios. “No voy a entrar en debate con Bukele. Podríamos hacer todo un análisis de la forma en que ellos están afrontando eso”, señaló, dejando entrever que las diferencias de contexto y enfoque entre ambos países merecen un análisis más profundo que un intercambio de señalamientos.
La inseguridad en México es, sin duda, un desafío complejo. A diferencia de El Salvador, un país de poco más de 21 mil kilómetros cuadrados, México abarca casi dos millones de kilómetros cuadrados y enfrenta una diversidad de problemas que van desde el narcotráfico hasta conflictos locales arraigados en décadas de desigualdad.
Mientras Bukele ha apostado por una política de tolerancia cero y un régimen de excepción que ha encarcelado a miles de presuntos pandilleros —con resultados visibles pero también críticas por violaciones a derechos humanos—, Sheinbaum ha enfatizado un modelo que busca atacar las raíces sociales de la violencia, como la pobreza y la falta de oportunidades, sin abandonar la acción del Estado.