“Quien tiene un porqué para vivir,
encontrará casi siempre el cómo”.
Federico Nietzsche
La ORGANIZACIÓN DE LAS NACIONES UNIDAS (ONU) es, después de 80 años de existencia, una entelequia inútil, vergonzante y estulta, no sirve para evitar ni parar guerra alguna, no pueden acabar con hambrunas, genocidios ni limpiezas étnicas, es incapaz de aplicar la “justicia internacional” y de hacer respetar las convenciones para la buena relación entre las naciones; podría no existir el trivial organismo y nada le pasaría al mundo, hoy en día la ONU no es capaz de nada.
Cuando de nada se es capaz, la estupidez aflora y eso pasa con la abyecta ONU que ha inventado ni más ni menos que ¡el día Internacional de la felicidad!; una imbecilidad absoluta y una ocurrencia malsana, además de una burla hiriente para millones y millones de seres humanos, no cabe duda, la ONU y sus miembros son unos falsarios perversos que defecan caviar a costa del sufrimiento de la mayoría humana, que a pesar de los pesares dicen ¡son felices!
Pero la cadena de la estulticia es monumental, pues millones se lo han creído y lo celebran decenas de gobiernos, entre ellos el gobierno neoliberal extremista de Claudia Sheinbaum; lo increíble del caso es que la ONU mida la felicidad de las naciones y haga un rating de ¡los países más felices del mundo! y que los ganadores celebren y los gobiernos se autocomplazcan; cadena gigantesca producto de la estupidez humana.
Para determinar el índice de felicidad de un país, la ONU utiliza seis variables; nivel de ingresos, libertad, confianza en el gobierno, esperanza de vida saludable, apoyo social y generosidad; seguramente la medición de la felicidad cuesta millones de dólares que pagamos los contribuyentes del mundo entero, para que unos inútiles inventen puñeteras celebraciones.
Somos un mundo feliz preparándose para la guerra, ¿será esa precisamente la causa de la dicha general? ¡consagrada por la ONU en un día mundial!
Israel ocupa el sexto lugar en la ridícula lista, vaya que les divierte a los nazis sionistas asesinar niños y mujeres palestinas, un estado que sostiene una guerra en 7 frentes es inmensamente feliz, vaya que es intensa la fuente de la felicidad israelí.
Lo que más sorprende es que se haga de un concepto abstracto y totalmente subjetivo un día para celebrar; la felicidad es un concepto filosófico, inmedible, relativo y con matices infinitos, es imposible saber cuan feliz es una persona, mucho menos saber que tan feliz es un país.
Es tan torpe el planteamiento de la ONU que ninguna de las 6 variables (nivel de ingresos, libertad, confianza en el gobierno, esperanza de vida saludable, apoyo social y generosidad) implican la “felicidad” de nadie; es la concepción nazi sionista de la felicidad y que firmarían sin resabios Elon Musk, Ricardo Salinas Pliego, Benjamin Netanyahu, Javier Milei, Donald Trump, Joe Biden, Hilary Clinton y un largo etcétera de nazisionistas a cuál más exitoso y bajo las “variables” de la ONU, las personas más felices del mundo.
Según Platón la felicidad surge con el equilibrio de las tres partes del alma, La mental (conocimiento) la emocional (valentía) y la apetitiva (deseos).
Para Nietzsche la felicidad radica en la afirmación de la propia existencia y la aceptación de la vida en todas sus formas, incluido el sufrimiento.
En Freud la felicidad es repentina y nace de la satisfacción de necesidades retenidas, con alto grado de éxtasis, un fenómeno estrictamente episódico.
Pero para Schopenhauer la felicidad es una ilusión que rara vez se alcanza, y su búsqueda constante puede llevar al sufrimiento.
André Breton, siempre telúrico, concebía la felicidad como “estar inscritos en la historia de los cataclismos”.
Cuando hablamos de felicidad nos referimos a un estado mental que surge del interior, anida en la psique personal, por ello es inmedible y por ello las “variables” de la ONU son una tomadura de pelo. Como decía Pablo Neruda, “la felicidad radica en lo que somos, no en lo que tenemos”.