El presidente Donald Trump, en su segundo mandato, ha vuelto a los reflectores con su política comercial agresiva, esta vez apuntando nuevamente a México. En una serie de declaraciones y órdenes ejecutivas, Trump ha delineado una estrategia que incluye la imposición de aranceles significativos, marcando un potencial punto de conflicto en las relaciones comerciales entre los Estados Unidos y su vecino del sur.
Trump aprobó este fin de semana un arancel del 25% sobre todos los productos que México envíe a Estados Unidos. Esto se justifica, según su administración, por la necesidad de detener el flujo de drogas y migrantes hacia el país.
«Hasta que México cierre su frontera y detenga la invasión de drogas, particularmente el fentanilo, y los inmigrantes ilegales, este arancel permanecerá», afirmó Trump.
Este arancel se aplica de manera general a todos los productos mexicanos que ingresan a Estados Unidos, desde manufacturas hasta productos agrícolas.
Estas medidas parecen ser parte de una estrategia de negociación dura. Trump ha sugerido que los aranceles podrían ser levantados si México toma acciones concretas para controlar la migración y el tráfico de drogas. «Estamos pensando en términos de 25% de aranceles sobre México y Canadá… creo que lo haremos el 1 de febrero», anunció antes de su implementación oficial.
Aunque el presidente ha promocionado estos aranceles como una forma de «hacer a Estados Unidos rico y fuerte», economistas y líderes de la industria han advertido que esto podría aumentar los precios para los consumidores estadounidenses y desatar una guerra comercial en la región. Productos comunes como avocados, autos y componentes electrónicos podrían ver un aumento significativo en su precio.
Los mercados han mostrado volatilidad ante estas declaraciones, con el peso mexicano experimentando fluctuaciones en respuesta a las noticias. Los inversores están en una posición de espera, evaluando los impactos potenciales en las cadenas de suministro globales.