“Jamás volveré a México, no lo soporto,
no puedo estar en un país más
surrealista que yo”.
Salvador Dalí
El experimento surrealista del 1 de junio en el que 13 millones de mexicanos votamos por la transformación del históricamente corrupto, perverso y aristocrático poder judicial en México, tuvo un momento climático que en sí mismo representa un nuevo golpe estratégico a la prostituida derecha nacional y a sus malhadados comentócratas de todo cuño, pseudo intelectuales sionistas tipo Enrique Krauze, hasta pseudo intelectuales limosneros ultra chayoteros como Héctor Aguilar Camín, que volvieron a recibir una descomunal paliza de parte de Andrés Manuel López Obrador.
La reaparición del ex presidente confirma una vez más su sagacidad indiscutible, cuando en menos de cinco minutos e hilando sólo tres frases, decretó un nocaut fulminante contra el conjunto de la deformada y cretina “derecha mexicana” ; AMLO salió a votar como acto celebratorio de la culminación de su reforma, como un mentís a las especulaciones sobre su paradero y como un golpe estratégico para continuar con la llamada Revolución de las Conciencias.
Felicitación al pueblo de México por su capacidad de elegir su destino, felicidad inmensa por vivir en un país libre y democrático y una porra a Claudia Sheinbaum como “la mejor presidenta del mundo”, fueron los tres mensajes que lanzó AMLO durante su reaparición para votar; tres dardos lanzados con toda la intención y con una carga política que difícilmente resistirían los enclenques políticos del PRIAN y los cretinos analistas, pseudo periodistas y nazi sionistas de T.V Azteca o televisa, es admirable como han perdido todo temor al ridículo.
En el surrealismo, el despropósito juega un papel importante, el surrealismo es un proceso en el que el inconsciente se revela, eliminando los obstáculos de la razón, que fue lo que sucedió el 1 de junio: multitud de nombres con un numerito asignado, serial de puestos que no sabíamos que existían, boletas multicolores, acordeones y anotaciones ingeniosas y estudiadas; se ha confirmado aquella frase de André Breton de que “México es el país más surrealista del mundo”. Más que una elección fue un ritual en el que participamos 13 millones de mexicanos, un triunfo del inconsciente colectivo, acaso la vanguardia de la Revolución de las Conciencias.
El ritual fue también un referéndum, pues no cabe la menor duda de que 13 millones si podemos hacer una Revolución y que la fuerza moral que adquiere el entierro de la SUPREMA CORTA y su estercolero, es irrebatible. El triunfo surrealista del despropósito, nos recuerda que no podemos dejar de exigir lo imposible, como quería Ernesto che Guevara.
¡Trece millones contra cero! Tremenda paliza a la estulticia y a los intereses del nazi sionismo en México.
Mientras 13 millones de mexicanos celebrábamos el ritual surrealista de patear al infernal sistema judicial, unos cientos se manifestaban en el monumento a la Revolución, en un desolado desfile de los caídos en un coro plañidero que añora sin saberlo la trumpiana “Revolución del Sentido Común”, eso es lo que está en el fondo, la guerra cultural entre dos Revoluciones, la de las conciencias contra la del sentido común, una confrontación histórica entre el libre pensamiento contra el pensamiento único, multiculturalismo contra segregación, entre libertad de oprimir, explotar y expoliar contra la libertad, la igualdad y la fraternidad, es una guerra multi/factorial, de carácter nacional y mundial. Reflejo indudable de un momento crítico de la lucha de clases.
La 4 t no nos ha librado del neo liberalismo, ni ha eliminado las practicas nepotistas y aristocráticas de la clase gobernante, está procreando una izquierda caviar que es casi una “quinta columna” dentro del movimiento, sin embargo, la victoria surrealista del despropósito del 1 de junio nos dice que es posible irrumpir en el gobierno de nuestro destino.