“Una sociedad libre y democrática no es la norma.
la historia mundial no se basó en grandes
sociedades democráticas, sino en el imperialismo,
el gobierno absoluto, reyes, reinas, monarcas y
dictadores”.
Rocky Carrol
Sobre el césped de la Casa Blanca se colocaron cientos de carteles con las fotografías de inmigrantes acusados de homicidio, violación y otros delitos graves, las transmisiones televisivas se regodearon con el espectáculo, que según el equipo de Donald Trump, simboliza el éxito de su política de expulsión, despojo y criminalización de millones de personas como parte de la estrategia nazi sionista de imponer la supremacía blanca, a través de la fundación del Gran Estados Unidos y el Gran Israel.
Los carteles de nota roja que cubrieron el césped del recinto de Estado son la celebración siniestra de los 100 primeros días del ascenso de Donald I, que declaró teniendo como fondo las fotografías de los inmigrantes “criminales”: “En mi primer mandato goberné un país, en el segundo gobernaré al mundo”.
Poco después de su declaración se trasladó a Michigan a celebrar con miles de sus seguidores a los que presentó como principal espectáculo un video con inmigrantes detenidos y llevados a la mega cárcel del Salvador y advirtió con su acostumbrada petulancia: “no han visto nada todavía”.
Por lo visto el tremendismo amarillista, la nota roja y la amenaza virulenta conducen los gustos de la corte. Siempre atmosferas enrarecidas, sórdidas, de cierta explicites cuasi porno, como los de Kristi Noem, secretaria de seguridad, posando con armas largas, armada hasta los dientes o visitando la mega cárcel salvadoreña; la estética del odio como forma de control y terror.
Donald I ha cumplido 100 días en el trono imperial y le faltan ¡1360!, la cuenta regresiva parece eterna y desde ahora emplaza las condiciones para continuar con la corona hasta que “el cuerpo aguante”, su declaración de 100 días lo revela todo y nos hace recordar al REICH de los mil años de Adolf Hitler.
100 días en delirio narcisista son alrededor del siete por ciento de los que faltan, durante los cuales escalará el delirio hasta llegar a la fatua fantasía de dimensiones impredecibles; Donald I encarna al emperador de la oligarquía narcisista, la macabra fantasía es la del nazi sionismo, la ideología del supremacismo blanco que si cree poder gobernar al mundo, doblegar a China, imponerle la paz a Rusia, liquidar a Irán, tomar América, fundar Gaza/Trump, el Gran Estados Unidos y el Gran Israel, ¿de qué será capaz el nazi sionismo para lograrlo?
Estamos apenas en el primer acto del gobierno de la nueva dictadura egotista y ya ha provocado un cisma emocional en la clase política mundial como lo reconoce la senadora republicana por Alaska Liza Murkowski que declaró “Todos tenemos miedo”. A tal grado es su miedo que el Vaticano le permitió a Donald I sentarse en el féretro del papa Francisco a tirarle línea al títere ucraniano Zelensky.
Si algo ha logrado en 100 días en el trono Donald I y su corte nazi sionista es imponer el terror a través de sus alardes comerciales, militares, financieros y culturales. Ha generado incertidumbre en la economía, temblores financieros, amenazas de anexiones, una guerra comercial de altos vuelos y abrió un frente interno (ataque a fondos públicos, Universidades, Instituciones), frente interno en el que su aprobación ha descendido exponencialmente.
Pero los 100 días que atosigaron al mundo son la superficie visible del programa nazi sionista, su estrategia central ataca el fondo, es una guerra de clases, cultural y filosófica, por ello enarbolan como arma la estética del odio que encaja a la perfección con la guerra paleobiblica de Benjamin Netanyahu, el sicario de la corte.
La ultraderecha nazi sionista va por una revolución total, “La Revolución del Sentido Común” que restituye el derecho divino como el principal de los derechos, entre los que destaca el derecho del supremacismo blanco a la hegemonía mundial.
¿Vamos a permitirlo?