El Rey debe morir para que el país pueda vivir.
Maximilien Robespierre.
El 7 de agosto de 2022 durante la toma de posesión de Gustavo Petro como Presidente de Colombia, el nuevo mandatario ordenó traer a su presencia la espada del Libertador Simón Bolívar, el acero que lo acompañó en su épica libertaria. La histórica arma había sido robada por el grupo guerrillero M.19 en los años setenta del siglo XX y fue devuelta al Estado colombiano cuando la organización se rindió y entregó las armas a finales de los noventa.
Desde entonces la espada había sido resguardada en el Palacio de Nariño; ese 7 de agosto, ya investido con la banda presidencial, el presidente Petro dio su primera orden a las fuerzas armadas, ¡presenten al pueblo la espada del libertador!…después de más de dos siglos, el símbolo máximo de la independencia de América Latina sería presentada frente al pueblo; la algarabía conmocionó, aplausos y vítores de ciudadanos eufóricos se apoderaron del acto, fue entonces que cuatro soldados entraron con la espada de Bolívar resguardada en una urna de cristal.
Cuando el arma llegó a la plaza principal, los ciudadanos y asistentes de todos los países del mundo incluyendo a Estados Unidos, se levantaron de sus sillas para darle la bienvenida; los representantes de todas las naciones presentaban sus respetos al libertador y a la nación colombiana; todos excepto el Rey Felipe VI, que se quedó sentado en su silla, un patán entre cientos de políticos.
Tratemos de leer el pensamiento e interpretar el acto de Felipe VI de Borbón y Grecia ¿por qué se quedó clavado en la silla y no se levantó en un acto diplomático al que asistía como invitado de una nación libre y soberana? ¿Temió el rey por su vida ante la fuerza del símbolo? ¿Piensa que Colombia y América Latina son colonias?
Una cosa es segura, el rey de España se convirtió en ese instante en la encarnación misma de la arrogancia y la prepotencia, y coherente con la tradición borbona, ejecutó un acto esencial de cretinismo, estulticia e imbecilidad, característica histórica de los reyezuelos bribones.
La primera decisión política internacional de Claudia Sheinbaum que omitió invitar a Felipe VI a su toma de posesión ha generado un espectáculo delirante que se adentra cada vez más en el ridículo y que de plano desenmascara el carácter lacayuno de la derecha mexicana cuya principal característica es ser antimexicana. Sorprende la dimensión de la vocación grotesca de la kakistocracia derechista nacional
La histeria vociferante de López Velandia alias “Dóriga”, Alazraki, Lili Téllez y demás súbditos de la corona española los exhibe con apabullante claridad, como difundidores del racismo, promotores del colonialismo, ejecutores de discriminación, no sólo odian a AMLO detestan a México y detestan ser mexicanos.
México ha entrado a un plano de dimensiones históricas, en lugar de apostar por lo establecido, en vez de aceptar ser parte de la lista de los carentes, ha elegido apostar por a incertidumbre y ha elegido estar en la lista de los poseedores. En ese plano hemos rebasado a España con creces, pues entre todas las vergüenzas de Europa que son múltiples, España y lo español son quizá lo más vergonzante.
Una monarquía ilegitima, una democracia simulada y ultra corrupta, un pueblo sometido, enajenado FRANQUIZADO, un país donde no hay ciudadanos, solo hay súbditos, el país de la gilipolles forzada.
Que bien se siente que los criminales que ocuparon el Anáhuac con su perversa religión y su barbarie decadente no asistan al solaz histórico de México que vive la lucidez máxima de su utopía Tolteca, incomprensible para los gachupines. Claudia de México ha tomado posesión… ¿quién gobierna a España?
No cabe duda que la presidente Claudia Sheinbaum ha dado un golpe en la mesa con el puño izquierdo.