Un olor penetrante y desagradable, descrito por los habitantes como una pestilencia a «croqueta», ha invadido amplias zonas de Toluca, la capital del Estado de México. Este fenómeno, que no es nuevo para los toluqueños, ha alcanzado un punto crítico, provocando una ola de indignación y movilización liderada por organizaciones sociales independientes, quienes han alzado la voz para exigir soluciones inmediatas.
El hedor, que muchos asocian con una planta procesadora de alimentos para mascotas ubicada en la zona industrial conocida como «El Pedregal», se extiende en un radio de al menos 5 kilómetros, según un sondeo reciente impulsado por colectivos ciudadanos.
Cometa Colectiva, realizó un mapeo de la pestilencia, manteniendo un registro actualizado para dimensionar el alcance de este hedor.
Una iniciativa en Change.org, promovida por la organización EcoRenacimiento A.C. y dirigida a autoridades estatales, ya ha reunido casi un millar de firmas, solicitando una solución a esta problemática.
El alcance documentado, implica que más de 400 mil personas, residentes de colonias como San Sebastián, Santa Ana Tlapaltitlán y la propia zona centro, podrían estar expuestas diariamente a esta contaminación olfativa.
Organizaciones insisten en que la principal responsable es la planta de croquetas, cuya operación parece no estar sujeta a regulaciones ambientales estrictas.
El impacto va más allá de una simple molestia. Vecinos reportan que el olor, que a veces se mezcla con notas de pescado podrido o aguas residuales, afecta su calidad de vida, genera malestar físico como náuseas y dolores de cabeza.