Toluca, EdoMéx. – En una ceremonia que subraya un cambio generacional en el liderazgo universitario, la primera rectora en la historia de la UAEMéx, Martha Patricia Zarza Delgado, entregó grados académicos a 80 nuevos maestros y doctores, mientras la activista Eufrosina Cruz Mendoza destacó el simbolismo de que una mujer dirija por primera vez la máxima casa de estudios mexiquense.
La Investidura: 80 Nuevos Líderes del Pensamiento Universitario
En el Aula Magna “Lic. Adolfo López Mateos”, Zarza Delgado, acompañada por la secretaria de Ciencia Arianna Becerril García, entregó grados a 22 doctoras, 15 doctores, 35 maestras y 8 maestros. La rectora definió el acto como «fruto del esfuerzo inconmensurable de una comunidad universitaria que, con disciplina y compromiso, destaca en la generación de conocimiento e investigación de frontera».
El Simbolismo de Género: «Sí es Posible Dirigir una Universidad»
Eufrosina Cruz Mendoza, activista por los derechos de las mujeres indígenas, declaró que la llegada de Zarza Delgado a la rectoría «envía un mensaje poderoso a todas las mujeres: sí es posible dirigir una institución de educación superior». Su intervención conectó el logro individual de los graduados con un contexto más amplio de transformación institucional y social.
El Llamado al Servicio Público: Conocimiento con Conciencia Social
Zarza Delgado enfatizó que con la conclusión de esta etapa formativa inicia «el cumplimiento de la vocación pública de la UAEMéx: poner el pensamiento crítico, analítico y humanista al servicio de las comunidades». Recordó que la universidad forma «personas defensoras de la justicia, ética e inclusión» y convocó a los graduados a mantener «el compromiso de retribución social que distingue a la comunidad universitaria».
Cruz Mendoza añadió que la UAEMéx está «erigida sobre tierra mazahua», lo que confiere a la comunidad universitaria «una responsabilidad ética: pensar, investigar, cuestionar y actuar para reducir las desigualdades que persisten en el país».
En apocaliptic.com, analizamos esta ceremonia como un ritual de transición de poder académico en múltiples niveles. Por un lado, consolida la autoridad de la primera rectora investiendo a una nueva generación de profesionales bajo su liderazgo. Por otro, establece una narrativa que conecta la excelencia académica con la responsabilidad social y el reconocimiento del territorio originario. Los 80 nuevos maestros y doctores no son solo graduados; son embajadores de un proyecto universitario que busca redefinir para qué sirve el conocimiento superior en un estado con profundas desigualdades. En esta investidura, cada grado entregado representa un voto de confianza en que la universidad pública puede ser simultáneamente excelente académicamente y relevante socialmente.














