Julieta Fierro: La astrónoma que iluminó el cosmos para generaciones

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Julieta Norma Fierro Gossman, nacida el 24 de febrero de 1948 en la Ciudad de México, falleció este viernes a los 77 años. Fue investigadora titular del Instituto de Astronomía de la UNAM y profesora de la Facultad de Ciencias, dedicando más de cinco décadas a desentrañar los misterios del universo y a compartirlos con un público amplio.

Su partida deja un vacío en la comunidad científica mexicana, pero su legado como puente entre la complejidad de la astrofísica y la curiosidad cotidiana seguirá vivo en las generaciones que inspiró.

Orígenes y formación: de los sueños infantiles a la ciencia

Desde niña, Fierro tuvo pasiones diversas: soñaba con ser trapecista, matemática y formar una familia numerosa. La influencia de su hermana mayor, tras la temprana pérdida de su madre, la encaminó hacia la física.

Ingresó a la Facultad de Ciencias de la UNAM, donde se graduó en 1974 y obtuvo una maestría en astrofísica. Se especializó en la composición química de la materia interestelar y en la evolución del Sistema Solar, bajo la tutela de Manuel Peimbert Sierra.

Su formación no solo fue rigurosa en lo académico, sino que convirtió los obstáculos personales en motivación. En una época en que las mujeres enfrentaban barreras en la ciencia, Fierro demostró que la astronomía podía ser refugio intelectual y una forma de reconectar con la esencia humana.

Trayectoria profesional: investigación y divulgación

La carrera de Fierro en la UNAM combinó investigación, educación y divulgación. Contribuyó a mediciones de abundancias químicas en galaxias distantes, ayudando a comprender la evolución estelar y la formación de sistemas planetarios.

Pero su impacto mayor fue en la divulgación. Dirigió el Museo Universum, convirtiéndolo en un espacio interactivo que acercó la ciencia a todo público. Presidió la Comisión de Educación de la Unión Astronómica Internacional, promoviendo programas globales para la enseñanza de la astronomía.

Su estilo entusiasta y poético hacía accesibles conceptos complejos: transformaba ecuaciones en relatos sobre nebulosas y eclipses. Así, invitaba al público a mirar el cielo y redescubrir la relación entre la humanidad y la naturaleza.

Autora de más de una docena de libros —como La familia del Sol, Las nebulosas planetarias y La evolución química del Universo— difundió temas como la búsqueda de vida extraterrestre y las contribuciones de Einstein y Galileo. Participó en radio, televisión y conferencias, donde su cabello blanco y sonrisa se volvieron emblemas de cercanía.

En sus últimas apariciones, como en el Hay Festival de Querétaro en septiembre de 2025, recordó que la astronomía es también un encuentro personal con el misterio del espacio.

Trascendencia: un legado que trasciende las estrellas

La huella de Julieta Fierro no se mide solo en artículos científicos, sino en la curiosidad que despertó. Fue miembro nivel III del Sistema Nacional de Investigadores y ocupó la Silla XXV de la Academia Mexicana de la Lengua.

Recibió el Premio Kalinga de la UNESCO (1995), el Klumpke-Roberts de la Sociedad Astronómica del Pacífico (1998) y el Premio Sor Juana Inés de la Cruz de la UNAM (2009). Obtuvo cuatro doctorados honoris causa y fue miembro de la Academia Estadounidense de las Artes y las Ciencias.

Su nombre quedó inmortalizado en escuelas, planetarios y bibliotecas. Incluso una especie de luciérnaga, Pyropyga julietafierroae, fue bautizada en su honor en 2023, símbolo de su capacidad para iluminar la oscuridad.

Defendió causas como la legalización de las drogas, la eutanasia digna y el uso de energías renovables, siempre con una visión científica del progreso.







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