La Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx) establece un precedente en su trayectoria con el nombramiento de la doctora Martha Patricia Zarza Delgado como rectora para el periodo 2025–2029. Su llegada simboliza el fin de una era tradicionalista y el inicio de una gestión incluyente, participativa y con visión transformadora.

En su discurso de toma de protesta, Zarza agradeció a la comunidad universitaria y expresó su compromiso de mantener un diálogo abierto, especialmente con el estudiantado que permanece en paro desde mayo. Afirmó que no se tolerará el acoso ni la violencia de género, y se comprometió a construir una universidad segura, donde la diversidad se viva sin miedo.

La rectora enfatizó lo crucial que será la participación del alumnado como impulsor del cambio, proponiendo un diálogo constante y la gratuidad educativa. Además, planea rehabilitar espacios y rediseñar la atención a denuncias, con los estudiantes como pilares principales. Reconoció la importancia de la universidad para la sociedad, comprometiéndose a retribuir con investigación, cultura y acciones locales. Subrayó la responsabilidad de formar a las juventudes con sensibilidad.

La nueva administración se caracterizará por una gestión austera y cercana, con reducción de sueldos en su gabinete y recorridos por los campus olvidados; impulsa una transformación ética, constante y colectiva, y exige que futuros integrantes del rectorado tengan habilidades para dialogar, coordinar y resolver junto a la comunidad universitaria.

De igual manera, durante la ceremonia aproximadamente 30 estudiantes del Enjambre Estudiantil Unificado realizaron una manifestación pacífica afuera del edificio administrativo, expresando su desacuerdo con el proceso de elección. A pesar de ello, la rectora reafirmó su disposición al diálogo y dejó en claro que su gestión será abierta, cercana y comprometida.

Con el nombramiento de la doctora Patricia Zarza, la UAEMéx se adentra en una etapa inédita, caracterizada por la inclusión, la responsabilidad social y el compromiso ético. Su rectorado no sólo representa un avance en términos de equidad de género, sino también una oportunidad para reconstruir la universidad desde sus cimientos, poniendo al estudiantado y a la comunidad al centro de su transformación.