Este martes se confirmó la vinculación a proceso de Marianne «N», una influencer conocida en redes sociales por su contenido sobre maternidad, moda y estilo de vida, quien a sus 17 años, ha pasado de ser una creadora de contenido a la protagonista de un escándalo que ha capturado la atención del público y los medios.
El pasado 5 de febrero, Marianne fue detenida en el complejo residencial Park Pedregal, ubicado en la alcaldía Álvaro Obregón de la Ciudad de México. Se le acusa de haber apuñalado a Valentina Gilabert, una joven modelo de 18 años y actual pareja de su exnovio, José Said Becerril. El incidente, según reportes, ocurrió tras una discusión, culminando en un ataque con arma blanca que dejó a Gilabert en estado crítico.
Luego de su detención, Marianne fue trasladada a un centro especializado para menores, donde enfrenta cargos por lesiones dolosas. En su primera audiencia, un juez especializado en justicia para adolescentes decidió vincularla a proceso, optando por la medida cautelar de internamiento preventivo. Esta decisión ha generado debate, ya que algunos esperaban una acusación más severa, como la tentativa de homicidio, dada la gravedad de las heridas infligidas.
La defensa de Marianne ha solicitado la duplicidad del término constitucional para preparar su defensa, mientras que la familia de Gilabert busca la reclasificación del delito, argumentando que la acusación actual no refleja la severidad del acto
En redes sociales, se ha desatado un debate sobre la responsabilidad y los límites de la fama en el mundo digital. Algunos seguidores expresan apoyo hacia Marianne, destacando su juventud y la necesidad de rehabilitación más que de castigo, mientras otros condenan vehementemente sus acciones, exigiendo justicia para Valentina Gilabert.
La vinculación a proceso de Marianne también pone sobre la mesa cuestionamientos respecto al impacto de la vida pública en la salud mental y el comportamiento de los jóvenes influencers. Expertos en psicología y criminología han comenzado a analizar este caso para entender cómo el constante escrutinio y la presión de mantener una imagen en línea pueden influir en decisiones tan drásticas.