Columna VERDADES MENTIROSAS: UN GRITO DE AGONÍA… LA COMUNA DE PARÍS 150 AÑOS

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“En la Comuna derrotada, murió el hombre, nació el esclavo

moderno”

                      JULES VALLÈ

Gerardo Lara 

Las calles de París son ocupadas por un reguero de cadáveres, el fuego de cientos de incendios hace ver a la ciudad como una pira ardiente, las barricadas se han convertido en paisaje urbano, el rojo inunda los canales del Sena que fluye tinto en sangre, una columna de humo flanquea el antiguo edificio del Ayuntamiento (Hotel De Ville)) en el que una bandera roja ondea en todo lo alto; París arde en llamas, Los fuegos pueden verse desde lejos: la calle Royale, Rivoli, las Tullerías, el Hotel-de-Ville, el teatro lírico, la orilla izquierda, se destacan por el rojo crepitar sobre el cielo negro; las luchas callejeras ocupan la ciudad entera, en el muro del cementerio del Père-Lachaise, que hoy se conoce como el muro de los comuneros, son fusilados miles.

Pelotones de soldados franceses del general Thiers merodean las calles y disparan a mansalva contra mujeres y hombres que apenas y cuentan con algunas armas pero que esgrimen convicciones férreas y la extraña seguridad de estar ejerciendo un acto poético.

En el cementerio de Montmartre, una mujer de 40 años, calzada con botas de soldado, encabeza a un grupo de cincuenta mujeres mal armadas, que intentan detener el avance del ejército. Se trata de Louise Michell que dispara su fusil mientras la metralla de las tropas retumba sobre su cabeza, a su lado caen artesanos, obreros, maestras, trabajadoras. De las cincuenta mujeres que la acompañan pronto queda la mitad, después quince, luego tres y finalmente Louise que logra escabullirse mal herida. Las heroicas defensoras de la libertad pertenecían a la UNIÓN DE MUJERES DEFENSORAS DE PARÍS; años después en sus memorias LOUISE MICHEL recordaría: “Cuando vi a diez mil mujeres dispuestas a morir me dije: LA REVOLUCIÓN ESTÁ HECHA”, algunos de sus nombres son leyenda. “Elisabeth Dmitrieff, la señora Lemel, Malvina Poulain, Blanche Lefebvre, Excoffons. André Leo, Mirna Leroy, Josephine Courbet”.

Del 18 de marzo al 27 de mayo de 1871 París se convirtió en una fiesta trágica, 71 días que dejaron un eco permanente en la historia y que ha sido definida como; “La gran fisura”, “La Derrota que hizo historia” “La ruptura sangrienta” “El vértigo de la utopía” y que Arthur Rimbaud describió como “Una iluminación enceguecedora”, mientras que para Paul Verlaine es: “Un grito de agonía”. Todo eso y más fue LA COMUNA DE PARÍS que llega a su 150 aniversario.

Es el momento climático de las grandes utopías libertarias, la inmensa primavera revolucionaria que planteó la lucha del trabajo contra el gran dinero, contra el agiotismo (en pleno desarrollo por la banca sionista Rothschild), la lucha del pueblo llano contra los “señores de arriba”, la de los partidarios de la democracia directa contra “les politiciens”; del igualitarismo contra los abusos y los privilegios, de los asalariados contra los especuladores, del feminismo espontaneo contra el machismo, del arte popular, innovador y renovador contra los exquisitos y academicistas de toda laya.

Es la gran ruptura de la historia que da pie a la fundación de la era del capitalismo financiero esclavista, que para imponerse sobre la vida humana hubo de masacrar a más de cuarenta mil mujeres y hombres que pretendieron realizar la utopía más grande a la que haya aspirado el espíritu humano: “Tomar el cielo por asalto”.

En aquellos días, la poeta, profesora y anarquista Louise Michel siente que el tiempo es flexible. “Todo lo ocurrido se acumula, como si en esos días hubiésemos vivido mil años.” …siguiendo al historiador Lisagaray: Esta mujer menuda, de 40 años, representa el espíritu de la Comuna de París, donde las mujeres no solo conquistan el derecho a la educación, al divorcio y al trabajo, sino también el derecho a combatir codo a codo con los hombres.

Otra vez en palabras de Louise MichelSabíamos que la Comuna no iba a sobrevivir, pero jamás nos entregaríamos a Versalles sin combatir”. Años después en el exilio escribiría:

“Cuando la multitud hoy muda, ruja como el océano

y a morir esté dispuesta, resurgirá la Comuna.

Volveremos multitud sin número, vendremos por todos los caminos,

Espectros vengadores surgidos de las sombras.

Como pocos acontecimientos en la historia, LA COMUNA DE PARÍS tiene una aura mística y mítica, es una especie de cita con el destino en la que confluyen ideas, propuestas filosóficas, organizaciones revolucionarias, la clase trabajadora, artesanos, artistas y personajes disímbolos, algunos de ellos determinantes en el desarrollo del pensamiento y la historia; durante setenta días esa citación  tejió la ilusión de que “El pueblo” puede gobernar su destino en una especie de punto climático de la utopía, es la única vez en que una sociedad de hombres libres discutió a cielo abierto sobre una nueva forma de vivir la vida, sin la directriz de alguna organización, o alguna doctrina hegemónica. Jacobinos, anarquistas, marxistas, blanquistas, poetas libertarios, artistas vanguardistas confluyen en tal utopía.

Algunos acuden a la cita por convicción y pelean en las trincheras, otros porque los acontecimientos los sorprenden ahí, en el lugar correcto en el momento correcto, otros participan desde el exilio y algunos desde la cárcel, unos del lado de los comuneros y otros en contra y algunos más como testigos sorprendidos.

Paris en 1871 es el centro del mundo, cultural, intelectual y económico, es la sede de la banca sionista Rothschild desde donde fundó su imperio, el mundo voltea a París en donde se decide el destino de la humanidad. Auguste Blanqui dirige a sus huestes desde la cárcel, Carlos Marx a las suyas desde el exilio en Londres y Bakunin combate en la comuna de Lyon que intenta replicar a la de París y también cae a sangre y fuego.

En el ardiente París germina la resistencia a la forma de vida del capitalismo, esclavista, sionista. Ahí está presente en primera fila Paul Verlaine combatiendo en las trincheraS y Arthur Rimbaud, menos activo, pero del lado comunero y Gustave Courbet que propone y encabeza la demolición de la columna Vendôme, monumento erigido por el primer Napoleón. Escritores, pintores, poetas, dramaturgos confluyen en las trincheras; Eugene Poitier, Honoré Daumier, Jean Desiré, John Ruskin, Jules Vales Nathalie Le Mel, Madame Ager. Henri Rochefort.Paul Minck. Edouard Vaillant. Georges Pilotell. Anna Jadar y docenas de artistas que decidieron correr la suerte del “pueblo en armas”.

Y está ahí la intelectualidad caviar de siempre que esparce VERDADES MENTIROSAS sobre los comuneros, hacedores de las fake news de aquellos días; George Sand, Emilio Zola, Flaubert o Anatole France condenan a los comuneros y se asumen como intelectuales patrioteros.

Entre otros muchos, acude a la cita un impensado invitado; Federico Nietzsche, a la sazón enfermero en el ejército de Baviera que sitiaba París en exigencia de indemnización por la guerra franco/Prusia que Alemania acababa de ganar.  El París ardiente, el Louvre bajo el fuego y el toparse de frente con Auguste Courbet tirando la columna napoleónica impresiona a tal grado al joven Nietzsche que toda su obra y pensamiento será atravesado por esta imagen, escribe años después sobre la Comuna: “Ahí tuve la sensación del ocaso absoluto de la cultura y el dolor más hondo donde los haya”.


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