Columna VERDADES MENTIROSAS… EL ARTE PERVERSO

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Columna VERDADES MENTIROSAS… EL ARTE PERVERSO

 “El arte no es un espejo para reflejar el mundo, sino un martillo con el que golpearlo”

Vladimir Maiakovski

 

 Gerardo Lara  

La ola totalitaria mundial que ha impuesto un pensamiento dominante, avanza en su agenda, usa como caballos de Troya luchas legítimas que ha secuestrado, como el feminismo, el antirracismo, la diversidad sexual, el pacifismo; las utiliza como arietes para golpear las libertades, uniformar el pensamiento, conducirnos a una sola forma de actuar, una sola moral. Las evidencias de la existencia de dicha agenda son cada vez más precisas, entre ellas la mismísima pandemia.

Apelando al antirracismo, al pacifismo, al feminismo, al no discurso de odio, el totalitarismo en las sombras pretende gobernar el trabajo creativo de la humanidad, ha iniciado una escalada de censura equiparable a la de los momentos más oscuros de la historia, pretende imponer una forma de hacer arte y ha declarado la guerra a la libertad creativa.

En la mejor tradición de los regímenes más crueles y dictatoriales de la historia, los más sanguinarios y coercitivos, han inventado la existencia de un “arte correcto” y un “arte incorrecto” y están logrando imponer un criterio prejuiciado sobre la obra y sus creadores.

Imitando a los nazis que declararon la existencia de un arte perverso (todas las vanguardias) y un arte sublime (el pangermanismo) o las aberraciones de Stalin en la Unión Soviética de un arte del “Realismo socialista” y un arte imperialista, en la España franquista el arte del Diablo y el arte de Dios. Los ejemplos se multiplican y en mayor o menor grado los artistas siempre han tenido que luchar por la libertad absoluta en la creación. Ya lo decían André Breton, León Trotsky y Diego Rivera en su manifiesto por un arte revolucionario e independiente. “El arte no puede someterse a ninguna directiva externa” y pedían “toda la libertad para el arte”

Ahora se trata de imponer al mundo la visión única sobre el discurso del arte, en palabras de la Comisaria de arte Helena Tatay: “Vivimos un retroceso como no habíamos visto en doscientos años”, y es que la censura desatada sobre la obra creativa contiene el despropósito de ¡uniformar el arte!; aspiración que comparten todos los estados totalitarios de la historia, no cabe duda, llevamos varios años en un proceso de involución.

El despropósito es monumental, significaría una catástrofe que traería consigo el control total de la creación artística, la muerte de la libertad de expresión, el acallamiento de toda voz anti/sistémica; de ese tamaño es lo que está en juego.

Los hechos que se vienen encadenando tienen el don del patetismo puro, sólo mencionarlo causan hilaridad, pero a la vez temor, el miedo a la vara justiciera de la censura de “lo correcto”, pavor por lo que anuncian; el recuento es implacable.

Censura a “Lo que el viento se llevó”, por encomiar la esclavitud., a “Nacimiento de una nación” por exaltar al racismo, a “Pepe Le Pew” por ser un acosador, al artista urbano SAM 3, por colocar en una instalación callejera una “paráfrasis” del cuadro El origen del mundo de Gustave Courbet, o al cuadro de Balthus “El Sueño de Teresa”, por mostrar a una adolescente a la que se le nota la ropa interior, mientras sueña o a Pablo Hassel por un rap con ”insultos a la corona” y a Joseph Vartonyc por exaltación al terrorismo; ya estoy esperando que retiren de las editoriales el FAREWELL y la mitad de la obra de Pablo Neruda; mientras hago el recuento más me rio pero más me atemorizo, baste estos ejemplos para demostrar que está en marcha una escalada mortífera contra la libertad expresiva, cultural y espiritual de la humanidad.

Todos los campos de las posibilidades creativas están siendo atacados, música, cine pintura, literatura, se acumulan las prohibiciones, al paso que vamos ENAMORADA será prohibida por exaltación del machismo, así como toda la obra del inmenso Emilio Indio Fernández. Yo estoy temeroso de que mi película Un Año Perdido, sea catalogada como instigación a la violación estatutaria.

No podré hacer que el personaje racista de mi película diga chistes racistas, ni al homófobo dar un discurso de odio, me será prohibido hablar de los griegos y sus efebos, y falsearé la edad de la primera esposa de Porfirio Díaz, será imposible un testimonial sincero del grito de “ehhh Putooo por los aficionados mexicanos”, Humphrey Bogart pasará de rudo caballero, seductor, a patán acosador y abusador.

Para colmo como una nueva forma de censura está la atrocidad de la cuota de género en la que el cincuenta por ciento de personajes deben ser masculinos y el otro cincuenta femeninos, entonces un remake de ¡LA ISLA DE LOS HOMBRES SOLOS ¡estará prohibido!

La obra se juzgará como correcta o incorrecta en base a criterios subjetivos de moral totalitaria porque no existe un arte machista y otro feminista, ni uno decente y otro indecente, ni uno comunista y otro imperialista, no existe un arte gay y uno heterosexual.

Está visto que quienes se someten a los dictados de la censura desnaturalizan su obra y con ella todos los causales que lo han llevado a crearla, por ello el llamado de André Breton a la insumisión absoluta cobra inmensa relevancia, porque toda la creación artística está en peligro ante el embate totalitario disfrazado de diversidad sexual, feminismo, antirracismo y pacifismo; el siguiente paso en la agenda es la autocensura, pues será una tendencia con el fin de evadir el hacha autoritaria.

Por ello una forma de sobrevivencia tendrá que ser crear toneladas de ARTE INCORRECTO y tener presente la frase del inmenso Vladimir Maiakovski, por cierto llevado al suicidio por la represión del stalinismo: El arte no es un espejo para reflejar el mundo, sino un martillo con el que golpearlo”.

 


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