Columna AL TANTO: La influenza toca a la puerta de una república estremecida

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José Antonio Ortega

Es octubre y la pandemia sigue. La República se estremece, atrás quedó el Mes de la Patria, con sus simbolismos y turbulencias. La protesta se mantiene. Instalada en la Plaza de la Constitución levanta sus banderas y sus estandartes guadalupanos. Inicia el mes del rosario y con él se incrementan los rezos, las plegarias; que renuncie el Presidente, ruegan desde la plancha.

No se irán. Ahí permanecerán hasta que se vaya el inquilino del Palacio Nacional. Ya le mandaron decir que tiene que renunciar en noviembre, a fin de mes. Ahí estarán, para constatarlo, en el emblemático zócalo de la muy noble y leal Ciudad de México, es suyo; está ocupado.

Otros quieren llegar. Un día sí, otro también. Un motivo o alguna causa los anima, todos quieren arribar al Centro Histórico. Hordas de manifestantes invaden las calles. Pretenden ocupar el corazón de la urbe. Llegar hasta la sede del gobierno de la ciudad, del poder Ejecutivo, del poder clerical, presente en su imponente catedral.

No lo logran. Son contenidas. Chocan con la seguridad pública, enfrentan a sus elementos con bombas incendiarias o arremetiendo con furia. Quieren romper el cerco a golpe de marro y de martillo. Fracasan. Algo ocurre en la otrora Gran Tenochtitlán.

Algo ocurre también en otros lares. Diez gobernadores aliancistas, piden diálogo para resolver el problema del agua en la frontera de México con Estados Unidos. Es oportunismo ramplón, “como van a haber elecciones en Chihuahua un partido quiere agarrar esa bandera”, les responden. El pacto federal se estremece, parece agrietarse.

Todo pasa ante nuestros ojos. En incontables imágenes y videos que se suceden en tiempo real e invaden las cuentas de Twitter o Facebook, los canales de YouTube ¡Benditas redes sociales!  Por la noche, la recapitulación en espacios noticiosos, nos mantienen expectantes, terminan por saturarnos.

Así es la vida. Hoy por hoy nos sorprende preparándonos para una segunda ola de Covid. La pandemia continúa, el confinamiento. La escuela en casa: niños frente al televisor, maestros frente a cámara. Es lo que hay, en un momento en lo que todo pasa por lo electoral.

Mientras tanto…

Nos acercamos al tercer domingo de octubre. Al momento culminante de dos accidentados procesos electorales. En Coahuila, donde la ciudadanía renueva las 25 diputaciones de su Congreso local. En Hidalgo, donde se eligen a 84 presidentes municipales y sus cuerpos edilicios.

Dos procesos sobre los que se cierne la sombra del abstencionismo. Jornadas en las que la autoridad electoral, pondrá a prueba los protocolos sanitarios que tiene diseñados para garantizar la salud de los votantes. Urnas electrónicas, para ponderar su eficacia.

Etapa de prueba para unos comicios sumamente complejos. Enmarcados por una pandemia que nos mantiene a distancia. Coahuila e Hidalgo, entidades se convierten en laboratorio electoral. Los gobernadores que se van, preparan estrategias en otras 15 entidades, cuidan las formas para designar sucesor. Velan armas.

Todo pasa por lo electoral, incluso en el Estado de México. Donde los actores políticos mueven sus piezas, lo mismo en el Ejecutivo que en el Legislativo, cambios acá, reformas constitucionales allá.

Justo a la mitad del periodo constitucional para el que fue electo, el titular del Ejecutivo mexiquense sacude a su equipo, renueva su gabinete. Algunos –se presume- irán en pos algún escaño a la Cámara Baja del Congreso de la unión o al Congreso Local; otros, quizá, en busca de alguna de las 125 presidencias municipales en juego el ya cercano 2021.

Por lo tanto…

Octubre nos previene, nos conmina a estar atentos a lo que ocurre, a que veamos con atención los movimientos y estrategias de todos los actores políticos. A calificar el ejercicio de los gobernantes y representantes populares. Algunos, que se portaron mal o no hicieron bien la tarea que se les encomendó, querrán reelegirse. Marear con su estrategia al respetable, al electorado.

Estamos obligados, como buenos ciudadanos y ciudadanas a estar expectantes del actuar de los órganos electorales y jurisdiccionales en este momento electoral. Hay asuntos pendientes e impugnaciones que resolver. Su resolución  impactará -para bien o para mal- en el ejercicio democrático al que nos convocan las urnas de cuando en cuando.

Son tiempos electorales y la estrategia del encono que polariza y la estrategia que divide, se apoderan del espacio público, marcan la agenda nacional, persuaden en el imaginario colectivo.

Soplan vientos encontrados en el nuevo tiempo mexicano, en la cuarta transformación que todo lo abarca, que incide en todos los campos del quehacer político, económico y social.

Son los vientos de otoño, que levantan la hojarasca a los pies los árboles desnudos, que estremecen a nuestra República representativa, democrática y federal. Conformada por estados libres y soberanos, que amenazan con empantanar el pacto federal en un diálogo de sordos. La pandemia continúa.

Octubre nos previene, nos exige mantener las medidas de higiene y extremar precauciones, para no formar parte de la estadística. Para no engrosar la lista de los más de 70 mil 888 decesos provocados por una pandemia, que podría duplicar su letalidad combinad con el virus de la influenza que toca puntual a la puerta.


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