Miles reciben al Papa en Morelia

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Miles de fieles dieron hoy una calurosa bienvenida al papa Francisco en Morelia, capital del estado de Michoacán, una de las más emotivas desde su llegada a México, al inicio de una intensa jornada en la que fueron recordados los 43 estudiantes desaparecidos en 2014.

«Más despacito», gritaba la multitud mientras Francisco recorría en el papamóvil las calles de Morelia rumbo al estadio Venustiano Carranza para oficiar un misa ante unos 22.000 sacerdotes, consagrados y seminaristas.

«Francisco, hermano, ya eres mexicano», «¡Papa Francisco, gran misionero, te saludamos con alegría?!» y «¿Quién es el pastor? ¡El papa Francisco, y quiere que armen lío!», clamaban los fieles a su paso.

El portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, estimó en 300.000 las personas que salieron a las calles para dar la bienvenida al papa en la quinta ciudad que visita desde que llegó al país el viernes pasado.

A su llegada al estadio, el papa fue recibido por un grupo de niños indígenas y a continuación se subió en un carrito de golf, en el que dio dos vueltas por la pista de atletismo en medio de la euforia de los asistentes.

Desde la madrugada religiosos y seminaristas procedentes de toda la geografía nacional y de países latinoamericanos como Brasil, Guatemala, Perú y Colombia se congregaron en las inmediaciones del estadio para su encuentro con el máximo jerarca del catolicismo.

Las mariposas monarca, un símbolo de Michoacán, adornaban las afueras del estadio, mientras que en el interior destacaba un mosaico de figuras relativas a la cultura purépecha, predominante en este estado de Michoacán.

El altar estuvo presidido por el Cristo de la tercera orden de los franciscanos, elaborado con caña o lengüeta oriunda de la región, que data del siglo XVI y fue trasladado desde la parroquia de San Francisco de Asís, cercana a la catedral de Morelia.

La desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa protagonizó durante unos breves pero significativos instantes la espera a Francisco con una cuenta del 1 al 43 en el estadio.

Cuando quedaban unos 40 minutos para la llegada del pontífice, el maestro de ceremonias rogó oraciones por las familias, los sacerdotes y las vocaciones y, a continuación, pidió un minuto de silencio por «los 43» jóvenes que desaparecieron el 26 de septiembre de 2014 a manos de policías corruptos y miembros del crimen organizado.

Después del silencio, se empezó a corear la cuenta del 1 al 43, la cual fue acompañada por los golpes de batería de los músicos que estaban animando la espera de Jorge Mario Bergoglio, el primer papa latinoamericano.

Más tarde hubo otro minuto de silencio en el estadio, esta vez solicitado por Francisco en honor al arzobispo emérito de Hermosillo, Carlos Quintero Arce, quien murió la noche del lunes a sus 96 años.

Otro de los momentos emotivos de la ceremonia fue cuando el papa rindió un homenaje al español Vasco Vázquez de Quiroga, el primer obispo de Michoacán y de quien dijo que «amó tanto este lugar que se hizo hijo de esta tierra».

Su vida y su defensa de los indígenas fue el ejemplo que puso Francisco a los sacerdotes para que no se dejen llevar por la tentación y la resignación, ya que él se movilizó e hizo propuestas para aliviar la «paralizante e injusta» realidad de los purépechas, quienes eran vendidos y vejados en los mercados.

Durante la misa, en la que también hubo una oración de los fieles leída en purépecha, el papa usó el cáliz y el báculo que pertenecían al «tata» Vasco, el «español que se hizo indio», las únicas reliquias que se mantuvieron en la catedral de Morelia después de la Guerra Cristera (1926-1929).

Al final de la ceremonia el grupo Purhembe interpretó las canciones «Cara de pingo» y «Flor de canela», representativas de la cultura purépecha.

La despedida al pontífice fue al son de «Cielito lindo», interpretado por un público totalmente volcado hacia el jerarca del catolicismo, quien este martes cumple una apretada agenda en este estado golpeado por la violencia de los cárteles de las drogas.

«Para mí estar aquí ha sido un sueño» cumplido, dijo a Efe Jean Paul Kasengu, misionero de la República Democrática del Congo, quien llegó a Morelia procedente de Tlapa, en el sureño estado de Guerrero, donde presta sus servicios eclesiásticos.

Antes de abandonar el estadio, el papa besó a una pequeña que pidió que le acercaran. Se trata de Constanza, de dos años, quien apenas se enteró de lo que ocurría.

En cambio, su madre, Monserrat Torres, lloraba de emoción. «Tenía la esperanza, pero no pensé que fuera a ser posible, (siento) muchísima emoción», dijo tras señalar que el gesto del pontífice fue «una gran bendición».

Tras la misa, Francisco se trasladó en «papamóvil» a la sede del Arzobispado de Morelia para tomar sus alimentos y luego sostener un encuentro con niños en la Catedral Metropolitana.

En la tarde mantendrá un encuentro con jóvenes en el estadio José María Morelos y Pavón, tras lo cual partirá de regreso a la Ciudad de México para pernoctar en la Nunciatura Apostólica, como ha hecho en todos los días de su llegada al país.

 

AP


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