Columna VERDADES MENTIROSAS… EL GRITO

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      “La Historia la escriben los vencedores,

la     reescriben los que nunca la vivieron”

                NAPOLEÓN BONAPARTE

Gerardo Lara

El rito del 15 de septiembre es un patrimonio poderoso de la mexicanidad pues hace las veces de un motor histórico y se suma a nuestros orígenes legendarios; gritar para liberarse es un acto de poderosa carga simbólica y más si va encabezado por el avatar de la nación: La Virgen de Guadalupe, nuestro “río de Lobos”.

La derecha mexicana tiene perdida la narrativa histórica, pues desde el régimen de Miguel de La Madrid, simple y sencillamente intentaron ablandar, aguadar y hasta desaparecer desfiles, ceremonias y rituales patrios que recuerden nuestros actos fundacionales, sólo hicieron intentos tibios de ocupar un espacio y nos dijeron que Iturbide fue un héroe, que Porfirio Díaz fue un gran presidente, que Juárez era el diablo y que hay que santificar a los cristeros, como siempre en su tono de VERDAD MENTIROSA.

“A coger gachupines” gritó Don Miguel Hidalgo aquella madrugada entre el 15 y 16 de septiembre de 1810 iniciando así un levantamiento popular armado en contra de la tiranía colonial; acto seguido descolgó de la parroquia la imagen de la Virgen de Guadalupe que usaría como estandarte para enfrentar a la Virgen de los Remedios Patrona de los ejércitos realistas.

Lo siguió una muchedumbre mal armada, desorganizada y desarrapada que acudía al llamado para zanjar 300 años de humillaciones, genocidio, explotación y esclavitud por parte del imperialismo español, que a punta de mosquetes impuso idioma y educación y a punta de violaciones provocó el mestizaje.

El movimiento encabezado por Hidalgo libró una guerra sin estrategia militar, sin programa político y sin ideología, el móvil, fundamentalmente emocional, no logró la independencia y fue derrotado en toda la línea; la campaña militar de Hidalgo, sin pies ni cabeza perdió la brújula cuando su líder se autonombró “Alteza serenísima”, título que décadas después secuestraria Antonio López de Santa Ana.

Cuando el padre de la patria se endilgo tan fastuoso título, Ignacio Allende, el militar de la rebelión, pensó que Hidalgo había enloquecido “hay que detener al cabrón del cura”, escribió´ en una carta.

Hidalgo termina degradado, excomulgado y fusilado por los ejércitos del cruel Calleja, cuyo principal lugarteniente era ni más ni menos que Agustín de Iturbide.

El cura de Dolores se convertiría en leyenda y su paso por la guerra y la historia de México se erigirá como símbolo fundacional de la nación. Tal vez por ello en la primaria nos mostraron a un viejo solemne, aburrido, grandilocuente y supra/consciente de su misión histórica. Pero nos ocultaron al hombre, al gran héroe mexicano, que era parrandero, mujeriego y jugador, además de una eminencia intelectual y teológica y un jinete espectacular.

El Zorro, como lo conocían sus condiscípulos de la Universidad Nicolaíta es un auténtico benefactor que introdujo cultivos entre la feligresía indígena, fundó una armería y debatió con los altos jerarcas de la iglesia, quiso ir a Europa, pero siempre se le negó y sufrió por el suicidio de su hermano al que la hacienda colonial acorraló y dejó en la ruina económica. Vaya que Hidalgo, el hombre, si quería ir a “colgar gachupines”.

Cuando el Zorro de Dolores es derrotado se levanta la figura de José María Morelos y Pavón que, a diferencia de su maestro y predecesor, si tenía un programa político, tenía habilidades militares y corría por sus venas sangre indígena, con él se vive la Revolución de Independencia; hay un congreso una constitución y un manifiesto fundador.

Pero Morelos también termina derrotado y la Revolución desde abajo se ve trunca, la insurgencia se dispersa y resiste a base de guerrillas en las que destaca Vicente Guerrero, él más fiero de los independentistas y único presidente afrodescendiente de México.

Guerrero es acorralado por los ejércitos realistas cuando sucede el acontecimiento en donde auténticamente se incubó la INDEPENDENCIA de México, un suceso que fue excluido de la historia oficial: “La CONSPIRACIÓN DE LA PROFESA”.

En la iglesia de LA PROFESA, en pleno centro de la Ciudad de México, el canónigo Matías Monteagudo, temible reaccionario y enemigo teológico de Hidalgo, se reunión con Iturbide que representa el poder militar y con un grupo de notables, criollos y españoles, ahí pactan la Independencia de México.

Así es que Iturbide buscará a Guerrero y concertará el abrazo de Acatempan que en realidad era una rendición disfrazada; la consumación de la Independencia fue encabezada por la Iglesia con la finalidad de salvaguardar sus intereses de las nuevas leyes “demócratas” y laicas que venían de España. Sabemos lo que pasó después: la coronación traidora de Iturbide y con ello el nacimiento de la lucha por el poder entre liberales y conservadores que subsiste hasta nuestros días después de varias intervenciones extranjeras, una guerra civil, una Revolución armada y quizá una Revolución pacífica en ciernes.

Celebremos la épica de Hidalgo con un nuevo grito, un nuevo grito de INDEPENDENCIA de México, que se oiga muy fuerte y reverbere con especial fuerza en Madrid, sede del colonialismo español que sigue sin renunciar a su idílica Nueva España.

Ojalá y lo escuchen fuerte los retrógrados de VOX/MÉXICO: MÉXICO solo pertenece a la esfera del mundo a ninguna otra.

VIVA MÉXICO.


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