Columna VERDADES MENTIROSAS La Revolución Mexicana 110 años después… Sí ya me acuerdo

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«No hay mortal que pueda mantener un secreto; si sus labios permanecen cerrados habla con sus dedos, la traición se filtra por cada poro”… (Sigmund Freud).

Gerardo Lara    

Es probable que, para comprobar su tesis, el genio austriaco se haya inspirado en la REVOLUCIÓN MEXICANA, cuya historia puede definirse como una saga de traiciones, por lo que resulta un ejemplo paradigmático.

La historia es inaprensible, la búsqueda de una verdad absoluta es inútil, no puede decirse de una vez ni expresarse en una voz, depende de quién organice el caos, de quien y para qué arme los fragmentos dispersos en el devenir humano.

Todo proceso histórico tiene infinidad de aristas, matices apenas visibles; por ello la historia oficial, cualquiera que esta sea, nos llega inundada siempre de VERDADES MENTIROSAS, pues los hechos se han borrado y los testimonios de cualquier índole, han pasado por el tamiz del tiempo;  la historia es huidiza, no se puede fijar porque depende de la combinación entre circunstancia histórica y decisión individual, la mano de los personajes guiados por su carácter, sus demonios internos, sus creencias profundas, definen los actos del drama.

El régimen prianista neoliberal intentó de manera grotesca y fallida crear su propia historiografía, de la mano de pseudohistoriadores e intelectuales orgánicos; dijeron que Porfirio Diaz fue un gran estadista, que Iturbide fue el auténtico padre de la patria, que Juárez era un asqueroso ateo y Villa y Zapata viles bandidos. Al parecer sólo rescataban a Francisco I Madero del panteón revolucionario, el “apóstol de la democracia”.

Ahora el régimen de la restauración nacionalista, autonombrado 4T, crea su panteón heroico y va al rescate de los iconos del viejo régimen de la “REVOLUCIÓN MEXICANA”, destacando por sobre todos Francisco I. Madero, el terrateniente de Coahuila, ex estudiante de Berkeley y París, especialista en comercio, político anti/releccionista y sobre todo MEDIUM destacadísimo en los círculos ocultistas del espiritismo; es al parecer el único protagonista que reclaman ambos bandos de la “alternancia mexicana” y que comparte sus “VERDADES MENTIROSAS”.

 

Para la 4 T Madero es el mártir intachable que llevó la Revolución mexicana a su punto culminante; los festejos del 110 aniversario colocan su nombre como el adalid y máximo santón de las libertades. VERDAD MENTIROSA, que, como toda historia oficial, pone cerrojo a la visión total de los fragmentos.

Francisco Ignacio Madero era para Ricardo Flores Magón, “un lobo con piel de oveja, un histrión de la democracia, un politicastro vulgar y ambicioso que se echaba en el charco de la traición” (periódico Regeneración). Sería difícil poner en duda la honestidad intelectual y el fervor revolucionario de los hermanos Flores Magón.

Ricardo Flores Magón y Francisco I. Madero

Para Emiliano Zapata, Madero es “El primer traidor de la Revolución”; la historia desde el poder jamás nos dirá que el famoso PLAN DE AYALA es el instrumento estratégico del rompimiento histórico de Zapata con Madero; ruptura profunda venida de diferencias ancestrales y de la implacable guerra de clases, representaban anhelos antípodas, Madero el porfirismo sin Porfirio Díaz, zapata, el viejo anhelo del gen; la devolución de las tierras a sus auténticos propietarios.

Para Francisco Villa, que le tenía devoción casi religiosa, es un dolor en el corazón, pues le escribe 19 cartas desde la cárcel de Tlatelolco, donde permanecía preso por el régimen maderista a instancias de Victoriano Huerta; textos en donde Villa manifestaba la injusticia que se cometía con él; Madero no contestó ninguna de las cartas y si Villa no escapa de la prisión hubiese terminado fusilado por Huerta.

La 4 T, como el régimen neoliberal, nos ocultará que para hacer posible la renuncia de Díaz, Madero se comprometió a no aplicar las Leyes de Reforma, obsequioso con el clero, al igual que lo hizo Don Porfirio.

Nadie nos dirá de la ruptura entre Francisco y Gustavo Madero, porque al segundo le pareció un error el incumplimiento de los postulados del Plan de San Luis por parte de su hermano y se indignó del nepotismo del prócer, que nombró como titular en Hacienda a su tío Ernesto y en Gobernación a su primo Rafael, ambos enemigos confesos del levantamiento armado de 1910.

Madero confió plenamente en su hermano desde su primera experiencia política en 1905, por ello resulta incomprensible que al llegar a la presidencia no escuchara los consejos de Gustavo que intentaba impulsar las reformas revolucionarias. Madero prefirió el espíritu conservador de su tío Ernesto y su primo Rafael, al ánimo revolucionario y aguerrido de Gustavo. No importaron los años de riesgo y lealtades compartidos, el presidente se entregó sin rubor a los brazos del antiguo régimen. A pesar de ello, Gustavo no huyó en la derrota y terminaría compartiendo con su hermano la amargura y el martirio.

Tampoco nos revelarán que el interés de Francisco era una reforma política que mantuviese intacta la estructura económica y social, lo que dejó en el aire los sueños de muchos revolucionarios, desilusión que condujo a muchas revueltas; durante su corta presidencia, Madero y su ejército bajo el mando de Victoriano Huerta combatieron al menos cinco revueltas diferentes, comenzando por la de Emiliano Zapata, que enarboló el Plan de Ayala contra Madero.

También permanecerá oculta la firme creencia de Madero, de que el inspirador de su lucha fue el espíritu de su tío José Ramiro, muerto trágicamente años atrás y que en sus trances de médium avanzado se comunicaba con Francisco para investirlo de su misión por la libertad y la liberación de la tiranía porfirista.

Madero tomó las decisiones fundamentales de su vida en estado de trance espiritista; sus diarios de comunicación con el espíritu de José están al alcance de cualquiera. Pero La historiografía oficial se encarga de ocultarlos; creía firmemente en la doctrina espiritista y su capacidad para comunicarse con los muertos, pedía consejos a sus familiares fallecidos para tomar decisiones políticas y personales. En Coahuila, fundó y presidió la Sociedad de Estudios Psíquicos de San Pedro, en la que actuaba como médium principal.

En rigor podríamos decir que Francisco Ignacio Madero no quiso, ni procuró ni encabezó Revolución alguna. Proclamó un levantamiento armado para democratizar la sucesión presidencial, pero no quería ni en sueños la REVOLUCIÓN; de hecho, la supuesta “ingenuidad” de Madero es un ardid, las decisiones que tomó en la presidencia tenían como fin preciso evitar la Revolución.

Si se entendiese a cabalidad como es que los humanos toman sus decisiones, no habría héroes, si pudiésemos ver el corazón de los que hicieron la historia, no habría panteones de gloria, la esperanza que se funda en la posibilidad de lo heroico ha requerido siempre de VERDADES MENTIROSAS que palien el desconsuelo.


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