Espectaculares auroras boreales llegan a medio Europa

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Foto @scotlandnow

La pasada madrugada un manto multicolor cubrió el cielo en varios puntos de Alemania, Reino Unido, Irlanda y Hungría. Diferentes tonalidades de azul, rojo y verde se deslizaron por la bóveda terrestre componiendo un cuadro de belleza incomparable: una aurora boreal. Difícil imaginar que dicho fenómeno luminiscente, que debe su nombre a la diosa romana del amanecer, tenga su origen en una deflagración solar; una violenta llamarada con la potencia necesaria para recorrer en aproximadamente dos días —a una velocidad que oscila entre los 300 y los 1000 kilómetros por segundo— la distancia que separa la Tierra y el astro rey.

“El hecho de que una aurora pueda verse en Alemania puede pasar, pero no es muy normal”, explica Miguel Gilarte, presidente de la Asosiación Astrónomica en España. Lo habitual es que esas llamaradas —llamadas eyecciones de masa coronal— choquen contra el campo magnético que rodea el planeta y se deslizen hasta los polos ya que, según explica Gilarte, en esas zonas el campo magnético es más débil y se encuentra a una altura notablemente menor.
A través de ahí, esas “gigantescas fulguraciones” chocan con la atmósfera. Estos “vientos solares”, que contienen flujos de protones y electrones con una gran carga eléctrica, colisionan con los atómos y moléculas atmosféricos. En ese momento, se libera “un exceso de energía que emite luz de colores”, explica Gilarte. Dependiendo cuál sea el elemento que intervenga en la colisión, la energía liberada puede ser de uno u otro color. El impacto con el hidrógeno provoca que se reflecte color azul mientras que el oxígeno puede generar tonalidades rojas, verdes y amarillas.


¿Por qué pueden verse lejos de los polos?
Lo habitual es, explica Gilarte, que la energía “se cuele” por los polos y el fenómeno pueda presenciarse en los dos extremos por igual. Dependiendo de la localización se denominará de maneras diferentes: aurora boreal en el hemisferio sur y aurora austral en el hemisferio norte. Sin embargo, en ocasiones puede darse la circunstancia de que el flujo de energía proveniente del Sol sea lo suficientemente fuerte como para emprender un viaje a través de la atmósfera que le lleve a latitudes más cercanas al ecuador terrestre.

Lo más probable es que esta situación se produzca en periodos de máxima actividad solar, que según el experto consultado por 20minutos suelen tener lugar cada once años. Sin embargo, Gilarte resalta que el Sol “ahora no está muy activo”, lo que no quita que esté constantemente produciendo eyecciones de masa coronal. Estas deflagraciones tienen una potencia variable y, si se da la casualidad de que una emisión potente impacta con la Tierra, puede darse el caso de que sea visible en zonas centrales a pesar de que el Sol no esté en un ciclo de máxima actividad.
En periodos de máxima actividad el fenómeno puede llegar a ser contemplado incluso en el trópico. En 1859 se produjo la tormenta solar geomagnética más grande de la historia, originada por una eyección de masa coronal de proporciones gigantescas. La energía que llegó a la Tierra fue tan fuerte que la aurora boreal se podía ver hasta en Cuba y Hawai. Años más tarde, en 1921, se registró una aurora austral en Samoa, sólo trece gradis al sur del ecuador.

“El Sol sigue siendo un gran misterio”, reflexiona Gilarte. A su modo de ver, el estudio de los fenómenos relacionados con la estrella que vertebra nuestro sistema planetario aún está en pañales y no se conoce si “puede haber ciclos de más actividad que no conocemos”.

¿Auroras en España?

“En España se ven varias auroras por siglo”, explica Gilarte. Estas suelen ser “muy bajas” y comunmente de un tono rojizo, conformándose como una puesta de Sol con una gama de colores cobrizos más amplia de lo habitual, pero sin atreverse a pintar el cielo de verde o amarillo. En 2003 se pudo presenciar una aurora boreal en zonas cercanas a Gijón. En 1989 tuvo lugar otra, también al norte de la península, focalizada sobre todo en Galicia.

Según explicó el director del Observatorio Astronómico de la universidad de Santiago, José Ángel Docobo, al diario El País, la aurora, que pudo observarse toda la noche, “tenía un color rojo cobrizo, como si reflejara un gran incendio, y era bastante uniforme, aunque otras personas que vieron el fenómeno en el norte de Galicia nos han comunicado que se apreciaban formas de filamento”.

La aurora boreal más recordada en España tuvo lugar el 25 de enero de 1938, en plena Guerra Civil. Según recoge un artículo del diario El Mundo, algunos periódicos interpretaron el fenómeno luminiscente como “un incendio lejano” en “los montes del Pardo” y el por entonces director del Observatorio del Ebro describió la aurora como “un gigantesco abanico abierto hacia el cielo (…) de intenso fulgor rosáceo, atravesado por multitudes de bandas de luz más blancas y brillantes, cual si procediesen de potentes reflectores enfocados hacia el cénit”.

 

lagranepoca.com


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