Los altibajos del Vive Latino 2019: se disolvió el sueño de ver juntos a Santana, Javier Bátiz y Alex Lora

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 SILENCIOS ESTEREOFÓNICOS

Félix Morriña/ Foto: Fernando Aceves

Acabó con saldo blanco la vigésima edición de uno de los encuentros masivos más importantes del orbe en materia de música iberoamericana, el Festival Vive Latino, sin embargo, hay altibajos que se deben analizar con detalle e incluso con microscopio. Los más de 160 mil asistentes a los dos días del Vive Latino se quedaron con las ganas de ver sobre el mismo escenario a Carlos Santana, Javier Bátiz y Alejandro Lora, tres iconos mexicanos del rock, tres entidades que cambiaron el rumbo y la idiosincrasia de la música nuestra desde el siglo pasado, pero sus representantes, promotores, contratos exclusivos, egos y su propia historia como amigos, colegas y camaradas, no hicieron posible lo que todos esperaban: un “Jam Session” histórico, un concierto juntos, al menos una rola, al menos 10 minutos. ¡Nada!

Cada uno ofreció sobre su escenario, durante su intervención, lo mejor de sí, y el que menos lució fue el vulgar inefable y sofisticado Alejandro Lora de El Tri de México, quien fue el único que pisó el escenario principal, ante más de 90 mil personas el domingo 17 de marzo. El maestro sabe controlar como crack del soccer a las masas, las mueve a su antojo, las usa a conveniencia, pero su cansada y sobada fórmula, conocida por todos a lo largo de medio siglo de existencia, hacen que uno lo ame y odie al mismo tiempo. Él una vez dijo que los  mismísimos The Rolling Stones cada vez que vinieran a México, deberían abrirle a El Tri de México. ¡Usted dirá!

Por su parte, a Javier Bátiz le faltaron el respeto durante su actuación en el Escenario Doritos, el mismo domingo, porque los técnicos no estaban “atentos” de su presentación de las 20:35 horas, por lo que tuvo que empezar a tocar, sus 50 minutos de participación, con sus propios monitores base, oyéndose al principio muy bajo para los poco más de tres mil personas que fueron a escuchar los lineamientos del blues rock en español.

Bátiz rindió homenaje al séptimo arte a través de “Roma” de Alfonso Cuarón, cuya rola principal, “La casa del sol naciente”, la tocó como sólo un gigante como él puede hacerlo. Se proyectaron esas hermosas imágenes en blanco y negro en pantalla gigante. Bátiz tocó tan excelso, una vez que arreglaron el sistema de audio e iluminación, para recordarnos que él fue el maestro de Carlos Santana en sus inicios, pero nunca han tocado juntos. Este año, en las dos décadas del Vive Latino, todo pudo haber sido muy diferente. ¿Imagínense a Carlos Santana, Bátiz y Lora tocar esa rola que está en el inconsciente colectivo de los premios Oscar en el mundo? ¡Eso, señoras y señores, hubiera sido la nota de ocho columnas a nivel internacional!

Nadie, absolutamente nadie, puede reclamarle la excelsitud del maestro Carlos Santana, uno de los 10 guitarristas más importantes del mundo. ¡Carlos Santana es el mexicano por antonomasia! Un bragado, sensible, honesto y correcto hombre, un ser hecho y derecho, forjado a sangre y fuego. Su actuación sentó precedentes en el Vive Latino. Santana, el grupo, no tiene comparación. Habló poco para fortuna de todos. No pregonó rezos a la Virgen de Guadalupe como acostumbra, pero sí realizó la homilía esperada con toda la sicodelia propia de un mexicano que tocó en Woodstock 69. Pasó de la pachequez sicodélica al latin jazz, a la música afroantillana, a la rumba, son y toda la negritud de la que es capaz este ser bendecido. Santana se subió a la moto y nunca paró hasta que hubo mujeres en completo éxtasis, hombres rendidos a sus pies, quienes ofrendaron la entrepierna de sus seres amados a esa embrujada música.

 Santa Sabina: merecido homenaje a Rita Guerrero

Pleitesía, amor, nostalgia, heridas abiertas, llanto, molestia masiva porque ella, Rita Guerrero, la cantante, compositora y líder de la banda de culto del rock oscuro y gótico a la mexicana, Santa Sabina, la “dejamos” morir de cáncer de mama hace poco menos de una década, porque no hubo suficiente presupuesto para invertir en su salud.

Los rockeros mexicanos, como muchos artistas en este país, no tienen seguro popular, social, de ninguna especie, pese a que en sus años mozos ganaron mucho dinero, insuficiente para cuando llega la hora de pagar los trastos rotos por los excesos y descuidos propios de la escena musical internacional.

La noche del sábado 16 de marzo fue única, porque se le rindió pleitesía a una de las mejores bandas que ha dado esta nación. Se cantaron todas y cada una de las rolas que tocaron toda la década de los años 90 y principios de esta nueva centuria. La filosofía de Sartre y los poetas malditos del orbe bailaron al son de todos los integrantes que formaron parte del respetable grupo. Santa Sabina fue el plato forte del Vive Latino durante el primer día, sin menospreciar lo que hayan hecho el resto de las bandas invitadas.

En el escenario, las despiadadas féminas tapatías de Deskartes a Kant marcaron la pauta, al cantar lo más cercano a Rita Guerrero. Por momentos, pensábamos que detrás de ese bello atril, adornado con las tradicionales coloridas flores que le gustaban a Rita Guerrero, estaba ella, hermosa, gritando, recitando, susurrando poéticas fatídicas frases a cada uno de los más de 20 mil asistentes al Escenario Escena Indio. El Coro Virreinal de Rita Guerrero hizo lo propio, como cada uno de los invitados que atiborraron el escenario del Vive Latino. Este recital fue punto y aparte en este año, esta edición conmemorativa, difícil de superar por ahora, pero ya estaremos pendientes de lo que se avecine. Mientras tanto, un poco de análisis no está de más.

“El Caifán Mayor”, Óscar Chávez, ofrece cátedra

Óscar Chávez, el hombre, el artista, el eterno crítico del sistema sociopolítico mexicano, siempre puntual a su cita con los suyos, siempre decimal, siempre bolero con música folclórica mexicana, siempre su México, ése que no entiende de razones políticas, sólo música a través de la conciencia social, llegó al anual encuentro masivo desde hace dos décadas de la latinidad, para dictar cátedra, una luz en este sinuoso y largo camino, una luz, una guía en esta cada vez más decadente nación.

Acompañado de los Norteados Band (esta vez no mencionó a su eterno grupo, Los Morales) en el foro Escenario Indio (segundo en peso y categoría en este año), Óscar Chávez hace la diferencia en este vigésimo aniversario del Vive Latino, al grado de que todos enfatizan que “El Caifán Mayor”, le abre a los mismísimos Caifanes, la banda creada por el cantante, compositor, guitarrista y líder Saúl Hernández, esos grandes rockeros que marcaran un antes y después en el rock en habla hispana y que pese a que Saúl Hernández ya no canta por razones fisiológicas (varias operaciones en la garganta hacen mella, como el tiempo-edad), la raza, como él llama a sus fieles seguidores, le apoya cantando a rabiar, en el foro principal Escenario Indio, cada una de sus piezas ante más de 90 mil personas que se dieron cita en el Foro Sol del Autódromo Hermanos Rodríguez de la CDMX.

¡Nos vemos Vive Latino el año próximo!

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