“The Desaturating Seven”, el pretexto sonoro de Primus dentro de un memorable conciertazo en la CDMX

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SILENCIOS ESTEREOFÓNICOS

Félix Morriña

Decenas de #freaks mezclados con “intelectualoides” de fin de semana, sumados a fieles seguidores del trío californiano de funk metal con rock progresivo Primus y varios músicos que asistieron, la noche del pasado sábado 19 de enero, al Auditorio Blackberry de la Hipódromo Condesa de la capital del país, para escuchar el contenido del nuevo noveno discos del reconocido grupo “The Desaturating Seven” (2017), el cual está basado en el libro infantil “The Rainbow Goblins” (1978) del escritor italiano UI de Rico, el cual Les Claypool solía leer en su primera juventud y después se los leía a sus progenitores.

Para este #ServibaryAmigo #DandyperoPunk #ElCinicoMayor esperaba por completo un recital de música funk fusionada con altas dosis de rock experimental y conceptual, muy al estilo de un Festival Internacional Cervantino (FIC), pero grata fue mi sorpresa que ese tipo de sonoridades no lo hicieron durante esta nueva visita a México (la segunda en la capital del país, pero la tercera si tomamos en cuenta su participación en la XV Cumbre Tajín 2014, a lado de Tool. La primera fue hace seis años, en el 2013 en el Auditorio Blackberry), por lo que se dedicaron a sorprender a la audiencia de manera directa, frontal, con la potencia que le caracteriza al cantante, compositor, líder y uno de los mejores bajista del mundo, Les Claypool; el guitarrista Larry “Ler” LaLonde y el baterista Tim “Herb” Alexander, al tocar un selecto repertorio de su trayectoria, con el objetivo de mantener al respetable atento, sin parpadear, bailar sobre su propio eje, retorciéndose de placer cual lombriz en un inmenso plato de espagueti blanco.

Del nuevo disco Primus sólo tocó algunos pasajes, que sirvieron para que la audiencia entendiera el motivo de esta gira, pero lo sobresaliente fue que se trató de un encuentro con sus fieles seguidores en corto, petit comité, sin mayor parafernalia que la música, acompañada y fortalecida por una gigantesca pantalla al fondo del escenario, la cual sirvió para que pasaran algunos videos oficiales del grupo, como las clásicas referencias de Les Claypool con respecto a los clásicos dibujos animados (“Popeye El Marino”, esencialmente), las películas animadas con plastilina, la vanguardia infantil para adultos contemporáneos, el ácido humor negro gringo, la bastardes de la que es capaz un presidente como Trump con todo el asunto migratorio; la sofisticada maquinaria imperial y el sometimiento tácito de los gobernados, como también el insano divertimento con los excesos cuando no hay otra salida inmediata para las masas (esas que se bañan incluso con gasolina, para después pasar por víctimas).

Este interlocutor se despachó en este conciertazo de dos horas y minutos, con todo encore y un intermedio de 15 minutos, donde pudo interactuar con dulces, suculentas, ensoñadoras féminas, fieras conocedoras de su capacidad y gusto, así como maestros a los que pedí opiniones sobre lo que estábamos presenciando. El público se portó a la altura de las expectativas, como pocas veces se ve en tiempos recientes. Algunos iban vestidos para homenajear a Primus y sus afinidades con el cerdo, esa masa de carne del que no se desperdicia nada, y que el trío, sabe muy bien sacarle el mayor de los provechos, al grado de que es una imagen referencial en sus shows, mucho mejor de lo que lo hace, con todo respeto, Pink Floyd.

Cada vez que Les Claypool se pone una máscara de cerdo y toca el contrabajo eléctrico, la audiencia en sus conciertos, y en específico el mexicano (es parte de nuestra canasta básica), estalla en exótico júbilo, al grado de brincar como bonzo en pleno éxtasis incendiario. Sin faltar el respeto a los muertos infantiles en un gasoducto en Hidalgo, yo les pondría en un documental la rola “Mr. Krinkle”, como representación irónica de la grave situación.

Durante el show, en el cual no hubo queja alguna, este #DandyperoPunk, vestido acorde a un recital cervantinesco, olvidó toda rectitud y sapiensa para brincar como lo hace mister Claypool en vivo y en directo. Pude recorrer el espacio del Auditorio Blackberry bailoteando, pataleando, como se saca a bailar a los demonios internos, berreé con ganas hasta quedar demayado de pie sobre mi propio eje, como también saqué a pasear a mis guardianes ángeles ocultos con ese único, tremendo bajeo. No he conocido a nadie en el mundo que toque el bajo de esa inapropiada infernal manera. Las historias de enojo perpetuo de Primus las puedo hacer a un lado, pero su música, señoras y señores, ¡jamás!

No voy a decirles esta vez lo que tocaron, ni el orden de las rolas, porque hice caso omiso a ello, porque me dediqué a vivir, a sentir, a tratar de sacar a pasear a la loca de la casa. Todos tienen su manera y esta vez, #ElCinicoMayor, sacó al #ModernPrimitive, al #SalvajeSuicida, #ElLadoSalvaje de este pesado bello corpus del altiplano mexiquense, a dos mil 600 metros sobre el nivel del mar. ¡Era el día, el inicio de un nuevo ciclo para todo!

¿Saben?, cuando me dirigía a la salida, antes de que terminara el show, pasadas las 11 de la noche del sábado 19 de enero del naciente 2019, una rica treintañera pareja lésbica se acercó para decirme que estuvieron prendidos gracias a mi actitud/aptitud, y como atención me ofrecieron fumar de su sofisticada pipa neoyorquina la deliciosa cannabis hidropónica más cara que se pueda ofertar en la región. Agradecí el gesto con una prolongada calada y tras 10 minutos pasé del letargo a la fascinación, a la tranquilidad, a la concentración de los mínimos detalles del show. Al terminar el concierto, caminé un poco la mítica avenida Insurgentes un rato con esa gallardía que dan los buenos momentos y luego de vuelta a casa en el Valle de Toluca. Acá el frío no me hizo mella y caminé una hora a casa dueño de las calles sin autos, sin almas en pena, y yo cual Rey Carmesí (King Crimson), bendije este maravilloso momento, al grado de mirar la luna mucho tiempo, dedicándole mis mejores palabras nacidas para mis bellas mujeres de toda la existencia, pero sobre todo la que siempre está y es, ¡la vida misma! ¡La muerte misma!

¿Saben? Antes de salir del Auditorio Blackberry, me di la oportunidad de escuchar completa la versión de “Those Damn Blue Collar Tweekers”, la rola que fuera el parteaguas en Woodstock 94, al grado de que salí bailando funk por las calles de la Hipódromo Condesa y la Roma Norte, (cerca de donde se filmó la película de Alfonso Cuarón) con mis finos pantalones de pana café Oxford, mi saco oscuro, cual alma en pena, y mi Perroni suéter gris cielo londinense, sólo para despedirme de mi amada Ciudad de México, la interminable mujer en fase terminal, a quien dedico esta entrega, tan sólo por seguir amándome a cambio de nada, porque de sus entrañas vengo, y yo, le rindo eterna pleitesía.

¡Muchas gracias Primus! ¡Muchas gracias amore mío, sin ti no lo hubiera logrado!

“My Name is Mud”, en vivo desde el Auditorio Blackberry de la CDMX:

“Here Come the Bastards”, sábado 19 de enero en vivo desde el Auditorio Blackberry de la CDMX:

“Sgt. Baker”/ “Too Many Puppies”, sábado 19 de enero en vivo desde el Auditorio Blackberry de la CDMX:

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