RESABIOS MONÁRQUICOS EN LA FAMILIA DE PEÑA NIETO

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Cada quien es libre de gastarse su dinero como mejor le plazca. Sí, en la libertad nadie nos puede privar de emplear nuestro dinero (honradamente ganado) en lo que más nos interese. Nadie puede criticar como cada quién gasta su capital. Pero, en términos humanísticos, ¿qué tan moral y aceptable resulta el despilfarro y la ostentosidad de la familia presidencial mexicana en un mundo que tiene más de dos mil millones de pobres y un país (México) con más de 50 millones de personas en esa situación?

La presencia de la primera dama de México, Angélica Rivera de Peña, sus hijas, hijastras, y sus exclusivas “amiguis”, en los restaurantes y tiendas más caras del mundo es un insulto para el pueblo de México y una burla para las instituciones de este país. Hace apenas unas semanas, el gobierno federal mexicano anunció serios y urgentes recortes presupuestales y pidió austeridad, pero con toda claridad estas medidas no incluyen a la familia presidencial que en una “salidita” de compras se gasta miles y miles de dólares, además de usar otra clase de recursos como camionetas y seguridad para satisfacer sus banales gustos, mientras que a la inmensa mayoría del resto de mexicanos se nos pide “amarrarnos la tripa”.

La primera dama de México, sus hijas y sus hijastras (hijas del Presidente Peña Nieto con su primera esposa+) ni siquiera son capaces de actuar con inteligencia e insultan la inteligencia de los mexicanos. Ni siquiera guardan apariencias, muy al contrario, les gusta mostrar su poder, riqueza e impunidad. Como dice el ex Presidente de Uruguay, José Mujica, en México nos quedan resabios monárquicos, la familia presidencial se siente familia real, de sangre azul, convierten la herencia en mérito personal y abusan del poder que mala y equivocadamente el destino les otorgó.

La interpretación que la familia presidencial mexicana tiene acerca de su papel en esta vida y cómo ven al pueblo de México, es fácilmente identificable en sus actos, al árbol se le conoce por sus frutos. Nos remitimos al comentario que la hija del Presidente Enrique peña Nieto, Paulina Peña Pretelini hizo en twitter en el año 2011:  «Un saludo a toda la bola de pendejos, que forman parte de la prole y solo critican a quien envidian (sic)», fue el mensaje retuiteado por la hija de Peña Nieto, luego de que su novio (@JojoTorre) escribiera el mensaje en el microblogging.

El pez por su boca muere. Pendejos y proletarios, así nos ve la hija del presidente. Aunque se haya disculpado, la disculpa es por haberlo dicho, pero su pensamiento y sentir ahí están… y serán para siempre.

Pero la familia presidencial no es la única que gusta del derroche y la ostentosidad. Tan malo es el pinto como el colorado. El líder nacional del PRI y ex gobernador del Estado de México, César Octavio Camacho Quiroz, no se pone un reloj de menos de dos millones de pesos y cuenta con una colección de Mustangs. La lista de políticos y servidores públicos que gustan del derroche y la ostentación es grande y en ella se incluyen personajes de todos los particos políticos. Ninguno de ellos está dispuesto a vivir como el resto de los mexicanos por los que se supone que luchan y como dice José Mujica: mientras yo no pueda ofrecer al pueblo por el que lucho, a los más sumergidos, mejores condiciones de vida y más oportunidades de desarrollo MORALMENTE NO TENGO DERECHO A DISTANCIARME DE LA FORMA DE VIDA DE LA GENTE COMUN Y CORRIENTE, CUANDO ELLOS ESTÉN MEJOR, ENTONCES PODRÉ GASTARME UN PESO MÁS.


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